Los grandes nunca mueren…

Por Argentina Mónico

Un día como hoy, cumpliría noventa y siete años mi querido padre Abel Mónico Saravia, dejando un legado de tradición y de respeto por la vida.

Siempre decía que no le parecía que se festejen los fallecimientos, por ello festejamos su cumpleaños como debe ser, con una guitarrreada en la Casona del Molino, con amigos y familiares; y desde este espacio, para el público ausente, el recuerdo de su obra.

Revisando los papeles que dejó, encontré un relato, que decía «Para una novela«, que se convirtió en libro: «Los cuatreros«. Una narrativa que nos sumerge en el contexto de los gauchos cuatreros que merodeaban por la zona de Anta, y que aún hoy es una problemática que sigue sucediendo.

En relación a la obra, nuestra querida amiga Silvana Irigoyen asumió el desafío de prologar la misma, y nos dice:

En la narrativa de Abel Mónico Saravia  las nociones de espacio, territorio y región configuran un corpus fundamental  para  definir la identidad cultural del grupo social protagonista.
La historia se sitúa en el departamento de Anta ( Salta), en las primeras décadas del siglo XX. En esas tierras indómitas del interior profundo donde no resultaba posible la aplicación de preceptos normativos, para que la paz social fuese posible.

» (…)Las ricas zonas ganaderas de Salta y el Chaco eran bocado favorito de los maleantes que hacían el gran negocio en la Tablada de Tucumán, vendiendo las reses robadas,  a precios sin competencia (…)»

Abel Mónico Saravia

El hecho de tomar los bienes ajenos era  censurable en todos los aspectos . Sin embargo,  en el cuento se expone una problemática social más compleja,  que corroe los cimientos de la tierra amada:  los cuatreros, eran la cara visible  de un entretejido social que ponía al descubierto los flagelos de la corrupción, de las complicidades e injusticias.
 Si bien los maleantes conocían todos los pasos fronterizos, todos los atajos, todas las picadas, todas las artimañas, contaban,  además, con contactos,  hasta en estructuras de poder político,  no solo en su territorio habitual sino en pasos fronterizos, en otras provincias y hasta países limítrofes para protección y reducción de los botines obtenidos.

Prólogo de Silvana Irigoyen

«(…)En tal forma estaban organizados que su número superaba los ciento sesenta, según me dijeron, y contaban con la anuencia de algunos funcionarios inescrupulosos, a quienes compraban con sus regalos, cuando no con sus amenazas; y también de gente de las regiones asoladas: peones deshonestos que se vendían por un frasco de aguardiente y unas chirolas,  informándoles el paradero de las haciendas, y el momento propicio para el robo(…)»

Abel Mónico Saravia

El narrador expone la escasa capacidad que tenían las autoridades a lo largo y ancho del territorio nacional para hacer cumplir la ley; para ejercer el control en los espacios cercanos a la frontera y evitar , de este modo,  consecuencias directas en  el orden social.
El territorio que se visualiza  en «Los cuatreros»  no es solo un espacio vacío, estático, donde distintos grupos humanos realizan actividades, sino que es un elemento activo que impacta en los procesos que allí se realizan y a la vez esos procesos impactan sobre ese espacio. En este «macro-cuerpo» social hay códigos de lealtad hasta entre los cuatreros que sellan su pertenencia al grupo con la propia vida.

Prólogo de Silvana Irigoyen

La obra refleja la visión del protagonista sobre el territorio, marcada por la esperanza en su transformación. El narrador señala que el camino está en la unidad solidaria del pueblo, capaz de enfrentar la violencia y la impunidad. En este sentido, Abel Mónico Saravia aparece como un creyente en la utopía de refundar la patria.

Como habrán visto es una historia que nos describe situaciones reales, que hacen a nuestro folklore, usando una jerga propia del campo, que ha sido respetada, ya que le da ese toque especial a la narrativa.

Sin duda que Abel Mónico Saravia, será recordado siempre, porque nos ha dejado un legado, no solo en composiciones, sino de enseñanzas vinculadas al respeto a la naturaleza, las costumbres y los valores esenciales para un buen vivir.

«Soy árbol de hojita firme

que no se sabe secar

conforme vienen y me hachan

más verde vuelvo a brotar».

Para los que deseen leer el cuento, les comparto el mismo y si lo quieren adquirir estará en la Editorial y también en nuestro sitio web.

Publicado por Juana Manuela

Empresa destinada a la publicación de textos de difernetes géneros literarios, como así también a la difusión de nuestra cultura latinoamericana.

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