Por Emilia Baigorria

Mientras repasaba algunas líneas de las funciones del lenguaje señaladas por Roman Jakobson recordé a José Saramago quien puede ser el mejor ejemplo de una de esas funciones, la metalingüistica, que consiste en definirse a si misma través de su propia materia que es la palabra.
Saramago dijo:
Pueden ser fugaces y rápidas como el viento, pero dejar las huellas de un huracán.
josé saramago
Pueden construir o destruir una ilusión en un segundo.
Pueden estimular o desmotivar a una persona.
Pueden llevar alegría o tristezas.
Están ahí para enaltecer o hundir.
A veces no da lo mismo una palabra que otra, por mucho que el diccionario nos diga que son sinónimos.
Las palabras pueden ser objeto de apropiación indebida y en vez de decir lo que significan puede inducir a errores.
Con su uso incorrecto los discursos pueden cometer crimen de lesa verdad al manipular las palabras, forzándolas a ir más allá de la idea que ellas connotan.
Las palabras no son adornos, son los materiales de nuestro pensamiento.
Decía Kapuscinski: que el comienzo de las guerras no lo marca el primer disparo con un arma de fuego sino el cambio del lenguaje. El lenguaje del odio llega antes que las bombas.
Las palabras no son ni inocentes ni impunes, por eso hay que tener muchísimo cuidado con ellas, porque si no las respetamos, no nos respetamos a nosotros mismos.
Las palabras no son una cosa inerte, de la que se pueda disponer como a uno le venga en gana.
Hay que decirlas y pensarlas de forma consciente. No hay que dejar que salgan de la boca sin que antes suban a la mente y se reconozcan como algo que no sólo sirve para comunicar.
Claro está que no detrás sino en el corazón de las palabras se radican las intencionalidades con las cuales son pronunciadas.
Esto confirma que ahí radica el origen de la violencia.
Por su parte, Rodolfo Díaz Fonseca en su trabajo El ser de las palabras, manifiesta:
El hombre es el ser de la palabra y para la palabra; toda su existencia radica en esa trascendente y fructífera relación. Sin embargo, a veces no somos conscientes del inmenso poder de las palabras y las utilizamos como letal boomerang que destruye, arrasa y aniquila con su espectro apocalíptico.
Las palabras pueden ser objeto de apropiación indebida y en vez de decir lo que significan puede inducir a errores… Las palabras no son adornos, son los materiales de nuestro pensamiento… Precisó que es un crimen manipularlas y forzar su contenido y significado.
Hay que decirlas y pensarlas de forma consciente. No hay que dejar que salgan de la boca sin que antes suban a la mente y se reconozcan como algo que no sólo sirve para comunicar.
“En el principio existía el Verbo”, dice la Escritura, y, en efecto, la palabra constituye el constitutivo esencial de todo lo que existe.
Recuerdo también las palabras de Ivonne Bordelois:
“Por la palabra fueron hechas todas las cosas y en ella estaba la luz que resplandece en las tinieblas”.
Y lo que escribí hace diecisiete años en mi trabajo La violencia verbal. El compromiso de la palabra:
Nos hace falta aún el encuentro con la palabra. La palabra mensajera de estímulo no de crítica destructiva; de aliento no de desazón; de compromiso no de denuncia; de enlace humano no de segregación; de creación y vuelo alto no de mediocridad… (p. 83)
Nos encuentra este Siglo XXI viviendo situaciones complicadas, el fracaso de la palabra conciliadora ha fracasado como constata la existencia de tres guerras en el mundo.
Necesitamos entonces la palabra responsable, con memoria, la que integra no la que excluye.



Fuentes:
- Rodolfo Díaz Fonseca. Publicado el 21/02/24 rfonseca@noroeste.com / rodifo54@hotmail.com
- Baigorria, E. (2007) Violencia en el lenguaje. El compromiso de la
palabra. Dunken: Bs. As. - Un Clásico: El Modelo Jakobson | PDF | Comunicación

Precioso artículo. Sin dudas, » nos hace falta aún, el encuentro con la palabra» . En estos tiempos de tantas rupturas, y de tanta negación del otro ( » el lenguaje del odio llega antes que las bombas»). Ojalá recuperemos » la humanidad hecha de palabras». Placer leerte, Emilia.
Me gustaMe gusta