Por Silvana Irigoyen

El conventillo fue el primer hogar de muchos inmigrantes recién llegados a la Argentina durante la Gran Inmigración europea entre fines del siglo XIX y hasta la segunda década del siglo XX.

En este espacio se mezclaban idiomas y nacionalidades, oficios e ideologías; convivían lenguas como el lunfardo, el cocoliche y el idish, y comidas típicas de cada país. Las historias de la vida del conventillo enriquecieron la cultura popular en letras de tango, novelas, obras de teatro y sainetes.
La gran cantidad de inmigrantes que arribaron a fines del siglo XIX y principios del XX plantearon problemas habitacionales, sobre todo en los ámbitos urbanos donde los conventillos fueron una de las opciones más utilizadas. Esto resultó un gran negocio para «los patrones de los inquilinatos» por la alta demanda y el elevado precio de los alquileres; y dejó enormes ganancias a estos propietarios que raramente hacían algún tipo de mejoras.

Se estima que en 1907 más de 150.000 personas, el 10% de la población de la Capital, vivía en más de 2.500 conventillos ubicados especialmente en San Telmo, La Boca, Barracas, Socorro y Balvanera. Los inquilinos compartían un solo baño y en algunos cuartos vivían hasta diez personas, en condiciones de deplorable hacinamiento. El lujo de tener ese techo miserable costaba alrededor del 25% del salario de un obrero.
En agosto de 1907, tan sólo tres años antes del Centenario de la Revolución de Mayo, se decretó una suba de impuestos y los propietarios de los conventillos subieron los alquileres. Esto ocasionó que la gente saliera a las calles.
Las protagonistas de la rebelión fueron especialmente las mujeres que junto a sus hijos salieron con las escobas en alto, al grito de » Vamos a barrer las injusticias«. El conflicto se había iniciado en el Conventillo «El Cuatro Diques»ubicado en calle Ituzaingó al 255, 279, Buenos Aires, en el que vivían 132 familias que se distribuían en habitaciones repartidas en cuatro patios.
A medida que las escobas en rebeldía avanzaban por las calles de la ciudad se iban sumando otras mujeres, y hombres de otros conventillos. Y fue el comienzo de un conflicto que la prensa de la época presentaría como «la guerra de los inquilinatos».
Las manifestaciones se multiplicaron no sólo por los barrios de Buenos Aires, sino que tiempo después, estallarían en ciudades como La Plata, Mar del Plata, Bahía Blanca, Rosario, etc. Se pedían rebajas en los alquileres; higiene y mantenimiento por parte de los dueños y seguridad de que no se produjeran desalojos como reprimenda por las voces levantadas.

Finalmente la rebelión logró algunas mejoras, aunque no alcanzó para modificar, en lo estructural, el problema de vivienda que involucraba al sector de trabajadores.
El déficit habitacional continúa siendo una problemática que trae como consecuencia la proliferación de barrios de emergencia con condiciones poco propicias para el desarrollo de una vida digna.
Tita Merello, la hija del conventillo

Tita Merello ( Laura Ana Merello) nació en 1904 en un conventillo de San Telmo.
Sus padres eran humildes trabajadores. Cuando cumplió los cinco años la dejaron en un orfanato. A los doce años volvió al conventillo, jamás concurrió a la escuela; por el contrario su escuela fue la calle.
La soledad, la pobreza y el abandono marcaron su existencia. Sin embargo, ella encontró en el tango el lugar de identidad; desde el cual decir su modo de ser y estar en el mundo.
«No empecé por vocación, sino por hambre. Me costó trabajo aprender a vivir, pero aprendí a vivir, a leer y a pensar por mi cuenta» Tita Merello
Que historia maravillosa!. Graciad
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