Por Argentina Mónico

Sin duda que reconocerán en el título la famosa frase del monólogo del personaje Hamlet en la obra de William Shakespeare, que nos puede servir para analizar nuestra realidad social y educativa.

William Shakespeare (1564-1616) fue un dramaturgo, poeta y actor inglés. Conocido como el Bardo de Avon. Es considerado el escritor más importante de la lengua inglesa y uno de los más célebres de la literatura universal. En su obra de Hamlet “Ser o no ser” se convirtió en un amplio cuestionamiento existencial. Más allá de la vida o la muerte, la frase aborda la propia existencia humana sobre actuar, tomar medidas y posicionarse o no delante de los acontecimientos.
Ser o no ser, todo el problema es ése
¿qué es más noble al espíritu, sufrir
golpes y dardos de la airada suerte,
o tomar armas contra un mar de angustias
y darles fin luchando?
(…)
La conciencia nos vuelve así cobardes
y así el matiz de la resolución
desmaya el suave tinte de la idea
y las empresas de rigor y empeño,
ante el temor, su curso tuercen pronto,
y dejan de tener nombre de acción…
William Shakespeare (1603). Hamlet: III acto, escena 1.
Pues ante este interrogante, como dice el autor «La conciencia nos vuelve así cobardes«, porque terminamos eligiendo lo que está dado, aunque no sea lo mejor, porque el desafío de luchar por un horizonte nuevo, nos provoca mayor incertidumbre y sobre todo, TRABAJO.
Es así que nuestra sociedad mediocre, prefiere las migajas que le brindan las políticas sociales, a buscar la mejora con el esfuerzo.
Pero además de «ser o no ser«, quiero plantear otra idea asociada: simulación e hipocresía, y desde este enfoque, plantearé el sentido del valor de la sinceridad y la identidad, como fundamental en la formación del ser ciudadano.
Recientemente leí un artículo, usando la misma frase de Shakespeare, del diario La Prensa, donde el columnista Cordero V. plantea:
Seguimos enfrentando el mismo dilema de si somos o no somos y mientras tanto no queremos arriesgarnos a definirnos porque este camino de la falta de definición nos queda cómodo, nos justifica, nos deja entrar y salir de cada cuestión que pueda resultarnos incómoda.
La Prensa, 10 de octubre de 2020. Disponible en: http://www.laprensa.com.ar/466777-Ser-o-no-ser-este-es-el-problema-que-no-solucionamos.note.aspx
En ese artículo, plantea algo parecido a lo que pienso analizar, con la diferencia en que ya da por hecho de que no es un interrogante el «ser o no ser», sino que los argentinos ya hemos sucumbido, nos hemos vuelto hipócritas.
Yo quiero creer que aún tenemos esperanzas de cambiar, porque si bien estamos cansados, de pasar gobiernos inoperantes, que lo único que prometen son mejoras para alcanzar votos, pero cuando gobiernan, hunden cada vez más al país y a los que trabajamos en el día a día.
Quiero pensar, como en el sueño de Boecio, cuando dialogaba con la Felicidad:
«(…) Eleva tu espíritu,
que no se hunda en la tierra tu inteligencia
con el peso de la materia,
que no quede por debajo de tu cuerpo,
mientras él camina erguido.»
Boecio (1999). Consolación de la Filosofía. Libro V, 6, p. 181. Edit. Alianza.
¿Qué nos pasa a los argentinos, que con tanta sangre derramada para alcanzar nuestra libertad, seguimos atados a la comodidad de la desidia?
Pues, quiero creer en los trabajadores que a diario luchan por prosperar, por alcanzar un salario digno, por educar a sus familias en el sentido del bien común, que aún es posible decidirnos a luchar por lo que es nuestro, por la libertad de nuestra Patria.
Hoy vivimos en un estado de anestesia total, la pandemia nos ha paralizado los sentidos, pero además, esta situación es utilizada hábilmente por quienes nos gobiernan, porque simulan acciones para el bien general, mientras tanto, esconden otras para el provecho personal, para llenarse sus propias arcas en detrimento de la pobreza y la indiferencia del ciudadano común.
Simulación e hipocresía, son dos caras de una misma moneda, porque simular implica hacer creer algo que no es verdad con palabras, gestos o acciones. Es decir, nos hacen creer que están haciendo cosas por el bien del país, pero en realidad; cada vez nos hundimos más; y lo peor de todo, es que no asumen los errores, y echan la culpa a los gobiernos anteriores. Mientras tanto, engañan al pueblo con políticas seudo socialistas, porque en realidad lo que les interesa es que la sociedad masa, el populacho, los siga votando.
¿Pero cómo revertimos esto?
Es a través de la Educación, que podemos generar un verdadero cambio, pero resulta que hoy, las escuelas están cerradas, estamos siendo educados por pantallas; y si bien la enseñanza virtual tiene su trayectoria en países desarrollados, no es nuestro caso. Es necesario comprender que, para enseñar con tecnologías, se requiere un cambio en la cultura tradicional de enseñanza, que involucra otras estrategias didácticas y sobre todo nuevas lógicas en el tratamiento de la información.
Los docentes simulan las clases desde sus hogares, desplegando un sin fin de estrategias para captar la atención de los estudiantes y lograr que aprendan. Pero ellos también encuentran en la virtualidad, un contexto que no le resulta amigable, porque muchos no cuentan con conectividad, están en lugares alejados a la ciudad, provocando con ello su deserción.
Las respuestas que se están dando, son simples pinceladas para paliar la crisis, mientras tanto el sistema educativo peca de inacción, con un sinfín de protocolos y resoluciones, que lo único que hacen es aletargar los tiempos; justificando sus acciones con el desarrollo de contenidos digitales y cursos a distancia, que son pagados por el Estado aduciendo necesidades prioritarias, que no contemplan los gastos que tienen los docentes desde sus hogares, para cumplir su rol de docente – tutor.
Pero también la enseñanza virtual, afecta al sujeto que aprende, desde su identidad, ya que los escenarios virtuales, simulan ambientes de trabajo, donde se pueden adoptar diferentes roles que inciden en las percepciones que los mismos tienen de sí.
La socióloga Sherry Turkle, en su libro «La vida en la pantalla», señala que los sujetos construyen su identidad en función a los diferentes escenarios a los que acceden, pudiendo con ello simular ser personas diferentes, ayudados por el anonimato, que les permiten esconderse de la realidad.
En los tiempos modernos, las identidades múltiples no están en los márgenes de las cosas. Hay muchas más personas que experimentan la identidad como un conjunto de roles que se pueden mezclar y combinar, cuyas demandas diversas necesitan ser negociadas.
Sherry Turkle (1997, p. 228). La vida en pantalla. Edit. Paidós.
Por lo expuesto, diríamos que los ambientes virtuales, deben ser analizados en su complejidad, porque en ellos se pueden gestar valores, costumbres y rutinas que afectan de manera contundente en los niños y adolescentes que hoy se educan en la virtualidad.
La educación hoy debiera analizar la situación de la nueva normalidad, comprender que se deberá asumir una enseñanza mixta (B-Learning), para formar a los docentes en las nuevas lógicas para diseñar clases virtuales mediadas por recursos TIC, y además propiciar la formación en valores dentro de la virtualidad, reflexionando sobre el aprendizaje ubicuo que poseen los estudiantes, y que ciertamente inciden en las maneras de ver su realidad e identidad. Es desde esta manera que podremos formar ciudadanos que puedan actuar con conciencia en las decisiones de la sociedad.

Ser o no ser, simular o ser auténticos, ser mediocres o ser perfeccionistas, son ideas que merecen una reflexión personal, para construir nuestra verdadera identidad del ser argentino, a fin de acompañar al proceso de cambio que exige nuestra sociedad y por ende nuestra Patria.