Por Hilda Palermo

Esta no solo es una historia de amor sino también de arrojo y valentía de una mujer española, Ana de Ayala, que acompañó a su esposo, Francisco de Orellana, en la búsqueda de El Dorado llegando hasta el Río Amazonas.
Ana de Ayala, es una de las muchas mujeres que la historia está descubriendo y que sumadas a otras mujeres exploradoras como la peruana Isabel Barreto, Inés Suárez, Isabel Rodríguez y muchas más, escribieron grandes páginas en la historia de los viajes y descubrimientos en el Nuevo Mundo.

Ana, nacida en Sevilla, que pertenecía a una familia de trabajadores y artesanos, no poseía grandes bienes materiales, se conoce con Francisco de Orellana, reconocido como explorador, quién había regresado a España a informar a la Corona de sus descubrimientos y a solicitar el título de Gobernador de las nuevas tierras, siendo nombrado Gobernador de la Nueva Andalucía.

Con anterioridad, Orellana había realizado una primera expedición acompañado de Gonzalo Pizarro, siguiendo el curso de los ríos Coca y Napo, llegando a la confluencia del Aguarico con el Curaray.
Otro de sus afanes era llegar al país de la canela, tan codiciada pero tan escasa, además de buscar los tesoros y metales preciosos de los que se comentaba en la Corte.
Orellana logra conseguir cuatro barcos, con 450 personas a bordo, pertrechos y alimentos, y parten desde Sevilla en mayo de 1545, hacia el Nuevo Mundo.

Esta expedición no estuvo exenta de percances e inconvenientes, empezando desde su partida porque contó con la oposición del inspector real de la flota, Fray Pablo de Torres, por llevar muchas mujeres a bordo, incluida la esposa de Orellana y sus dos hermanas.

Durante la travesía fueron perdiendo naves y hombres y se quedaron con una sola nave con la que llegaron a la desembocadura del Amazonas.
Construyeron una barcaza y navegaron 500 kilómetros por el río, se les terminaron las provisiones y la tripulación estaba hambrienta, construyen una balsa para navegar por los brazos del río en busca de alimento, pero se perdieron, solamente sobrevivieron 44 personas, entre ellas Ana de Ayala y el capitán Juan de Peñaloza. Orellana fallece en noviembre de 1546 producto de un flechazo envenenado.

La expedición continúa bajo el mando de Ana de Ayala, quién llega a la isla Margarita, donde permaneció poco tiempo, siguiendo a Panamá donde se estableció por varios años y donde se casó con el Capitán Peñalosa.
Se presume que murió en Venezuela, pero la historia no ha profundizado más en la vida de esta mujer, así como de tantas otras que han contribuido al engrandecimiento de nuestra América.

