Cristos Milagrosos de Salta y Perú

Una devoción a partir de los temblores

Por Hilda Palermo

Indudablemente que tanto en Salta (Argentina), como en el Perú, existe una devoción inmensa a estos Cristos crucificados que, desde tiempos muy remotos siglos XVI y XVII, simbolizan la fe y religiosidad de estos pueblos.

Las historias son más o menos parecidas pero la veneración y devoción, son las mismas. Los tres son Cristos milagrosos a los que ambas poblaciones imploran para calmar fenómenos telúricos, terremoto en Esteco – Salta, 1692 y terremotos en Lima y Cuzco, 1687.

La historia cuenta que algunos años después de la fundación de la ciudad de Salta, por ordenanza del Virrey Toledo, 1592; aparecieron dos cajones flotando sobre las aguas del puerto del Callao en el Perú, uno de ellos traía una placa que decía que eran enviados por Fray Francisco de Vitoria, Obispo de Tucumán, para la ciudad de Salta.

En aquellos tiempos, el transporte era en mula, lo que tomaba regular tiempo, y  venían a través del camino del Inca, en este caso fueron 2800 km hasta Salta, donde dejaron al Cristo y luego, continuar su viaje hacia la ciudad de Córdoba.

En el mes de setiembre de 1692, se produce un terremoto cuyo epicentro fue la ciudad de Esteco, que quedó en ruinas. Las réplicas del sismo se producían muy seguidas, por lo que uno de los sacerdotes de la Compañía de Jesús, manifestó que había recibido un mensaje en el que le sugerían que sacaran en procesión al Cristo para que se terminaran los temblores. Así lo hicieron y al día siguiente, no se volvió a sentir ningún movimiento sísmico, por lo que se empezó a hablar de milagros.

Similar historia es la del Señor de los Milagros en el Perú, también llamado Cristo Morado o Señor de Pachacamilla, la imagen original está pintada sobre una pared de adobe, actual altar mayor del templo de las Nazarenas, en la ciudad de Lima, esta efigie fue pintada en el siglo XVII, por un negro angoleño integrante de la cofradía de Pachacamilla.

En el año 1655, un terremoto de gran intensidad se produjo en Lima causando miles de muertos y el derrumbe de casi todas las casas, pero la pared donde estaba pintado el Cristo, permaneció intacta, lo que consideraron un verdadero milagro. Fue cuando la Iglesia encargó que se hiciera una pintura al óleo de este Cristo para poder sacarlo en procesión, y que recorra las calles de la ciudad, lo que se viene realizando todos los octubres, hasta la fecha. La devoción al Señor de los Milagros es tan grande que estas procesiones se realizan en todas las ciudades del mundo donde existe una colectividad peruana.

De igual manera, es la devoción al Señor de los Temblores en el Cuzco, es un Cristo de madera, tallado en España, en el año 1620, con la particularidad que su cuerpo es de color cobrizo, pintado a propósito en la etapa de la evangelización como un elemento referente para que los pobladores locales se sintieran identificados y se pudieran reconocer con la imagen.

De igual manera, se le atribuye el milagro de calmar la tempestad en el mar cuando venía en barco hacia América. Cuenta la historia que lo sacaron del baúl y lo amarraron a la proa del barco rogándole que amainara el temporal que así sucedió.

En el año 1650, se produjo un gran terremoto en el Cuzco, que destruyó casi toda la ciudad, decidiendo sacar al Cristo en procesión por las calles de la ciudad.

Lo que podemos apreciar que estas devociones están asociadas a milagros que calman fenómenos telúricos, aumentan la religiosidad de la gente y congregan multitudes.

En Salta es tiempo de Milagro, y toda la ciudad se viste de fiesta para recibir a tantos peregrinos que llegan a la Catedral, a rendirle un merecido homenaje a nuestros Patronos, el Señor y la Virgen del Milagro.

Como todos los años, las campanas nos avisan que se avecina un nuevo Milagro, y es orgullo para todos los salteños, el ritmo que le dan los responsables del campanario.

Publicado por Juana Manuela

Empresa destinada a la publicación de textos de difernetes géneros literarios, como así también a la difusión de nuestra cultura latinoamericana.

Deja un comentario