Solo cinco letras definen tu ser…

Por Argentina Mónico

Solo cinco letras definen tu ser/ y tanto me dicen en su brevedad/ como si tu vida creciera en mi pecho/ cuando por nombrarte, me pongo a cantar. A. Mónico Saravia

El 29 de junio se cumple un nuevo aniversario del nacimiento de mi madre, quién tendría 102 años y como no recordar a quién nos dio la vida y nos cuidó con ¡tanto amor!

Ella al vivir al lado de una persona con tanto carisma, como tenía mi padre, siempre quedó a la sombra de su hacer. Pero la verdad es que fue una gran mujer, que muy joven vino a Salta, pasó de la ciudad al monte, debiendo adaptarse a su nueva realidad.

Mi padre siempre decía que sino la hubiera conocido a Clyde, su vida hubiera sido otra; porque su bohemia, lo llevaba por otros caminos, olvidándose muchas veces que tenía un hogar e hijos; por ello, mi madre siempre fue la fuerza y el motivo, que lo hacía volver a la vida diaria.

La conoció en La Plata cuando estuviaba Derecho; en esa época las guitarreadas organizadas por los norteños, salteños, jujeños y tucumanos, eran famosas, y en una de ellas la conoce, quedando prendado de sus ojos:

Que tarde nos conocimos
que no recuerdo, velay no se
porqué me fijé en tus ojos
tus ojos negros, velay no se.

Velay no se, A. Mónico Saravia

Hace poco encontré un cuaderno personal, donde describía el momento en que la conocío, y que posteriormente dio origen a la zamba Velay nosé grabada por Los Chalchaleros.

De pronto me encontré con una jóven amable bella, a quién suponía sólo iba a encontrar  sentimientos de frialdad e indiferencia, pero fue todo lo contrario, encontré una mujer encantadora y agradable. Encontré la naturalísima sencillez de Clyde que daba nueva gracia a todas mis acciones…

Dame la luz, prenda querida,
moja mis labios, de sed ardidos
en la fresca gracia de tu bondad.

Abel mónico Saravia, La Plata, 17/10/52

De ese momento, siguieron otros encuentros, hasta que al final como mi padre veía con seriedad la relación, decidió llegar a la casa de los Urien para hablar con mi abuelo Martín, quién era muy estricto con sus hijas; pero pudo más la estrategia del poeta, y sin pensar, entró a la familia como un hijo mas.

Familia Urien

La familia Urien, hicieron sus raíces en la localidad de Bolívar, según contaba mi mamá, tenían una chacra y quizás ese vínculo con el campo haya permitido la comunión de ideas, para proyectar una vida en común; apoyada en las cosas simples y con el convencimiento de que el matrimonio se hace de a dos.

Al comienzo, mi madre era el sostén de la casa, mientras mi padre estudiaba y cuidaba de mis hermanos mayores. En ese tiempo vivían en City Bell, un lugar rodeado de eucaliptus y de casas de veraneo, donde mi padre solía hacer charqui, poniendo al sol la carne charqueada, pero los vecinos lo miraban con malos ojos, porque pensaban que comía carne cruda y mataba los perros del lugar.

Cuando nació mi hermano Pablo, se pudo recibir de abogado y así regresaron a Salta, intercalando la vida entre la ciudad y el campo; atendiendo Gualiama, que en esa época tenía varios puestos, La Firmeza, Corral Viejo, El Algarrobal y Las Maravillas, los que a posterior se dividieron en la familia.

Imagínense lo que fue para mi madre, dejar la ciudad de La Plata, para venirse a Salta e internarse en Gualiama, un territorio agreste, llena de animales salvajes y con distancias interminables. Sin duda debe haber sentido mucho amor para seguirle el rastro a mi padre.

Ella contaba que había noches que no dormía, porque sentía ruidos extraños y como era de noche y no había luz eléctrica, no se veía nada; sólo sentía pisadas y al otro día encontraba todo tirado y el tanque de agua vacío. Hasta que mi padre le mostró que en realidad, el que causaba esos desastres, era el burro que había aprendido a abrir el caño del tanque para tomar agua. Pero hasta ese momento, fueron largas noches de insomnio y miedo.

Cuando se trasladaron a la ciudad, ya tuvo otra vida, y mi madre siempre tenía algo que hacer, desde supervisar la comida, arreglar la casa y disfrutar de sus plantas. Los fines de semana por lo general nos íbamos al campo, pero sino, se hacían las guitarreadas en la Dean Funes, una casa grande, antigua, donde llegaban los amigos y como los artistas que viven de la bohemia, se olvidaban del tiempo y las obligaciones. Así que las reuniones se extendían por días y la dueña de casa tenía que lidiar para que se vayan los invitados, porque mi padre tenía que trabajar el lunes temprano.

Pues ciertamente a mi padre le encantaban esas noches o días de bohemia con amigos, era un placer verlo cómo se convertía en el centro de atención de todos, sean jóvenes o viejos, todos estaban atentos a lo que iba contando.

Esas extensas tertulias o encuentro entre amigos, tenían un principio pero no un fin, por eso mi madre, siempre estaba atenta, porque sabía cuidarlo y mas de una vez tuvo que enviar un emisario para que lo busque y lo traiga a casa.

Ya te me venís, borracho,
con esa manga i perdidos,
que por comer y chupar
te hacen creer que son amigos.

Abel Mónico Saravia – Es linda la mujer flaca (chacarera)

Y si bien se hacía la enojada, primero lo asistía, le daba de comer, y lo llevaba a la cama para que descanse y se recupere.

Y al día siguiente, ya recuperado, siempre tenía un verso, una canción, una mirada, que hacía que mi madre se derrita y se olvide de todo lo que había pasado.

Tu imagen siempre acompaña mis noches de insomnio
tu ojos, cuál dos luceros, me vuelven la calma
sueños felices que fueron, torturas de mi alma;
mezcla de amargas congojas y dulce esperanza.

Ojos bellos (guarania), A. Mónico Saravia

Cuando mi padre falleció, nos dijeron que debía hacer su duelo, que había que llevarla al entierro, y fue tanto el dolor que sintió que se sumio en su mundo, siempre esperando a que su Abichito volviera.

Un 13 de julio de 2017, cerró sus ojos y se encontró con su fiel compañero.

Quedaré, viditay,
sin la noche de tus ojos;
será menos tibio el sol,
como un viento mi andar;
tendrá sangre el corazón
como revuelto en abrojos.

A. Mónico Saravia – Polvo de lejanía (zamba)

Zamba para tu nombre, compuesta en homenaje a Clyde, cantada por Los hermanos Villa

Publicado por Juana Manuela

Empresa destinada a la publicación de textos de difernetes géneros literarios, como así también a la difusión de nuestra cultura latinoamericana.

5 comentarios sobre “Solo cinco letras definen tu ser…

  1. Los recuerdo a los dos con hondo afecto. Esa casa de calle Dean Funes era muy hermosa. Cierro los ojos y veo a Abicho, tu papá, sentado en el living con guitarra en mano tarareando una canción, mientras Clyde nos llevaba a la cocina ( para no interrumpir esos instantes de inspiración de tu papá) y nos preparaba té con leche en unos tazones grandes. Esas meriendas eran riquisimas! La casa me parecía inmensa, misteriosa, un lugar para la aventura. Ese fondo y el árbol enorme que en él había ( capaz que mi imaginación amplia las cosas) Siempre tenían algún animalito exótico. Tu madre era preciosa. Me encanta la guarania que le hizo tu papá: » No desesperes, dueña de mi alma…» Todo está guardado en la memoria, dice León Gieco.

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