Por Daniela Leiva Seisdedos

La Historia es la ciencia de lo que nunca sucede dos veces, pero parece que en Argentina esta frase rompe las reglas.
Desde 1930 los golpes militares han marcado a fuego la historia democrática de nuestro país con una muestra de insensateces y de falta de convivencia política inusitada. Estos golpes se sucedieron como en una carrera de obstáculos democráticos y nos ha perjudicado hasta ahora como país.
¿Cómo puede crecer un país si elimina lo más importante que tiene, su capital cultural?
Pues en Argentina desde los años de 1930 hasta 1983 pareció correr la idea que: saber, pensar distinto, crecer intelectualmente, deliberar en el bienestar del otro, eran ideas que iban en contra de la razón sin ver que cada vez más nos caíamos en la barbarie. Estos gobiernos de facto arrastraron a la Argentina a un callejón sin salida.

En las décadas del 60 y 70 se vio en todo el mundo florecer una juventud capaz de forjar un sueño con viento de cambio en todo los órdenes, esto se esbozó en las aulas de las escuelas públicas argentinas amparados por el artículo 14 de la Constitucional Nacional de “enseñar y aprender”
El 5 de noviembre de 1964 se puso en marcha el Plan Nacional de Alfabetización, con el objetivo de disminuir la tasa de analfabetismo que para la época se estimaba en poco más del 10% de la población adulta. En junio de 1965 el Programa contaba con 12.500 centros de alfabetización y su tarea alcanzaba a 350.000 alumnos de 18 a 85 años de edad. Entre 1963 y 1966 se graduaron de la UBA 40.000 alumnos, entonces la cifra más alta en toda la historia de la casa de estudios.
Cuando la miseria planea la destrucción de la democracia. El golpe estaba planeado para ejecutarse el lunes 27 de junio de 1966. El golpe se efectivizó el martes 28.

Illia fue víctima del quinto golpe de Estado contra un jefe de Estado democrático durante el siglo XX, sufrió una campaña de desprestigio encabezada por las revistas semanales, de claro perfil político cultural, que homologaron al mandatario como la «tortuga» y al general golpista Juan Carlos Onganía como el «Mesías» o el «Moisés«.

Estas revistas (Primera Plana, Confirmado, Todo, entre otras), calificadas como sofisticados bienes culturales, fueron la gran novedad periodística de la época y dominaron el mercado hasta los primeros años ’70. Sin dudas fue clave también el rol de la prensa, y de periodistas como Mariano Grondona o Jacobo Timerman.
En diciembre de 1965, Primera Plana presentó a Illia como un viejo ajado, inútil y lento, con una paloma en la cabeza y a punto de cortar un pan dulce. El epígrafe decía:
«¿Y si les digo que tampoco sé cómo cortar un pan dulce?».
Primera Plana
En otra viñeta del mismo número, el presidente apareció como una tortuga diciendo «¿Qué apuro hay?». Desde entonces, la figura de Illia quedó asociada a una tortuga.
El gobierno de Illia se mostró respetuoso de la institucionalidad democrática, en particular del rol del Congreso y de las libertades civiles, fue el único presidente que invirtió educación, esta llego a casi el 24%, ningún gobierno en la historia de Argentina lo hizo. Pero no dejó de enfrentar a los poderes concentrados. Por ejemplo, sancionó una ley de medicamentos que fue un duro golpe a los intereses de las empresas farmacéuticas y sancionó una ley de Salario Mínimo, Vital y Móvil que el empresariado no vio con buenos ojos.
Además, anuló los contratos con petroleras extranjeras impulsando la explotación de dicho recurso por parte del Estado, y procuró modificar el régimen sindical garantizando la representación de las minorías en las direcciones de los gremios, algo que el sindicalismo peronista no le perdonó.
“La adaptación no sólo requiere el deseo de adecuarse, sino un orden, un método. La democracia es el ordenamiento más congruente con la paz, y es en la paz donde se multiplican los logros del intelecto, y las posibilidades de incorporar esos logros a la vida de todos”.
Arturo U. Illia


La honestidad va con humildad .Alguien que carece de una nunca tendra la otra.Un pueblo sin raices no sabe de Patria ni la respeta .Un pueblo que olvida su historia tampoco respetara las generaciones por venir.Un pueblo que ni sabe reconocer esos valores tampoco tiene un futuro digno solo le quedara la arogancia de la ignorancia.
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Solamente cuando se legisla para el bien colectivo, se logra el avance de una nación.
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