La Cerveza

Por Mary Dib Ashur

La historia de la cerveza es tan antigua como la de nuestra civilización.

Verano, días cálidos que invitan a disfrutar una bebida fresquita, entre tantas, pienso yo, la que más gusta es LA CERVEZA.

Investigando un poquito, encontré el siguiente informe, muy interesante, sobre la historia de esta bebida que más se saborea hoy en día. La cerveza (del latín cerevisĭa) es una bebida alcohólica, de sabor amargo, que se fabrica con granos de cebada germinados u otros cereales cuyo almidón se fermenta  en agua con levadura y se aromatiza a menudo con lúpulo, entre otras plantas.

Es la bebida alcohólica más consumida en el mundo, y una de las bebidas más consumidas en general, solo por detrás del agua, el té y el café.

De ella se conocen varios tipos con una amplia gama de matices, debidos a las diferentes formas de elaboración y a los ingredientes utilizados. Generalmente presenta un color ambarino con tonos que van del amarillo oro al negro pasando por los marrones rojizos.


La primera receta escrita que prueba la existencia de la cerveza se encontró en el pueblo sumerio, la primera gran civilización de Oriente Medio, donde el arte de prepararla era bastante común, sobre todo entre las mujeres.

Su deidad de la cerveza, la diosa Ninkasi, cuenta como ellas se encargaban de elaborar pan de cebada especiado y lo dejaban fermentar con agua en tinajas de agua. Pasados unos días, ya existían catadores expertos que lo probaban y bebían en pajillas para evitar el paso del grano de la superficie.


Sin embargo, y aunque no podemos concebirla como la cerveza actual, la ‘sikaru’ (“lo que desea la boca”) se hacía en hornos de malteado en distintas tonalidades, más ligeras o fuertes.

El gran potencial de la cerveza o ‘zithum’ (como la llamaban), tras Alemania y EE.UU siglos más tarde, sin duda se lo llevaron los egipcios. Perfeccionaron la receta, y como regalo de los dioses, atribuían su invención al Dios Osiris. Junto a las cebollas o el pan, formaba parte de la dieta básica de la mayoría de la población. En época de los faraones adquirió una sólida dimensión industrial.


Sus fábricas producían ¡nada menos que 4 millones de litros por año en tiempos de Ramsés II! tanto, que los graneros estaban prácticamente destinados a la cebada para su elaboración y la utilizaban como moneda de cambio.
No obstante, son muchas las fuentes que aseguran que el precio de la cebada era tan alto, que el cereal más empleado era una variedad de trigo llamada espelta.

El ‘zythum’ o ‘vino de cebada’ era la cerveza más popular en la civilización griega. Los más antiguos la consideraban como la bebida nacional egipcia por excelencia, heredando sus métodos y recetas.

Se puede decir que los griegos fueron poco aficionados a consumirla, a diferencia de sus vecinos los frigios, de la antigua región de Asia Menor, donde el Rey Midas dejó en las ánforas de su tumba restos de la cerveza que bebían en aquella época.

Una cerveza especial de esta época a base de cebada, uvas y miel ha vuelto a resurgir en el siglo XX gracias la técnica de la arqueología molecular.

El Imperio romano absorbió la cultura de la antigua Grecia y su devoción por el vino. Los romanos consideraban la cerevisia un brebaje propio de los pueblos bárbaros con los que estaban en guerra.


Entre los grandes avances que los bárbaros donaron al Imperio Romano figuran los toneles de madera que los galos comenzaron a utilizar para fermentar, guardar y transportar sus cervezas en torno al año 0. De hecho, de su lengua tomó Roma el término ‘cerevisia’, del que deriva el castellano cerveza.

Con el triunfo de los bárbaros el consumo de cerveza se desplaza hacia el norte de Europa, volviendo a un entorno más familiar. Durante Carlomagno y su imperio en el siglo IX la cerveza adquirió gran apogeo. Poco a poco se va instaurando un nuevo orden cristiano que fomenta la vida urbana, los mercados y los gremios. Y aquí es donde el hombre será el gran protagonista del saber hacer de la cerveza, a través de pequeños comercios. Sin embargo, será en los monasterios donde se concentrará la auténtica producción cervecera. Por poseer tanto los ingredientes gracias a las tierras de cultivo, como el conocimiento de los procesos de producción.


El año 1000 marca el uso del gruit a base de plantas y especias para aromatizarla, por el descubrimiento del lúpulo. , es la primera en añadirlo a la cerveza antes de fermentarse.

Los costosos impuestos del gruit que repercutían en la Iglesia, propiciaron paralelamente el nacimiento de la Liga Hanseática de un grupo de villas ‘libres’ de la Iglesia del Norte de Europa, que no obligadas al empleo del gruit, comprobaron cómo el lúpulo prolongaba exitosamente la duración de la cerveza.

Los flamencos que emigraron a Inglaterra sobre el 1500 llevaron el lúpulo hasta las islas británicas, y aunque tardaron tiempo en aceptarlo, hacia el 1600 ya lo incorporaban la mayoría de cervezas.

Esta época de transición hizo que convivieran al mismo tiempo y se distinguieran las cervezas sin lúpulo tradicionales, de las cervezas con lúpulo importadas de la Europa Continental o ‘beers’.

El fin de la Edad Media marca el final del monopolio de la cerveza por los monjes que pasa a manos laicas, siendo Baviera el lugar donde nació un nuevo fermento, producto de la manipulación del hombre.

A través de los siglos se perfeccionó su preparación y producción, llegando al día de hoy con cervezas, rubias, rojas, negras, de trigo, de cebada, con lúpulo, etc., tradicionales, en botellas, latitas, de cerveceras de renombre; notando que se incrementó en forma masiva la preparación de cervezas artesanales, con sabores variados, conteniendo por ejemplo, trigo, frutas de estación entre otras, como así también con aromas de hierbas aromáticas; en Córdoba (Argentina), probé una variedad que preparan con menta piperina. Todos estos sabores muy especiales y para distintos gustos.

Así como se disfruta una cerveza como bebida, también se incorporó con mucho éxito en recetas gastronómica, especialmente en preparaciones que contienen carnes.
Hoy usaremos un corte de carne de vaca económico, esta receta se puede hacer con cerdo, conejo, carnes de caza y/o cualquier otro corte vacuno.

OSOBUCO A LA CERVEZA NEGRA

  • Ingredientes:
  • 4 piezas de osobuco cortados no muy finitos
  • 150 ml de cerveza negra
  • 50 ml de caldo de carne
  • 1 cebolla
  • 2 dientes de ajo
  • 1 puerro
  • 1 cda de harina
  • 1 hoja de laurel
  • 1 cda de paprika o pimentón
  • Sal y pimienta al gusto
  • Aceite de oliva

Las cantidades se calculan según los comensales.

Elaboración paso a paso:

Vamos a iniciar nuestra receta, cortando los bordes de la osobuco con un cuchillo, esto evitará que se tuerza.

Pasar las presas de osobuco por harina para sellarla.

Calentamos una cacerola con aceite de oliva o girasol.

Cuando esté caliente el aceite sellar la carne por ambos lados. Una vez lista, retirar y reservar. ( apagar el fuego)

Mientras, cortamos la cebolla, el puerro y fileteamos el ajo.

En otra cacerola, colocar un poco de aceite calentar, añadir el ajo para sofreír, posteriormente la cebolla y luego el puerro. Mezclar muy bien.

Ahora, incorporamos a la cacerola la carne sellada, la cerveza, la sal y pimienta, la hoja de laurel. Dejamos cocinar por 10 minutos a fuego medio.

Una vez evaporado el alcohol, cubrimos con el caldo de carne o verduras y la cda de paprika, mezclamos y dejamos cocer a fuego suave.

La idea es que la carne se vaya cocinando poco a poco en todo el líquido, si notas que le falta y aún el osobuco está duro, agrégale más agua y cocínalo hasta que esté tierno. Más o menos 40 minutos.

Cuando la carne este tierna, retirar, servir cubriendo la misma con la salsa de verduras, acompañando con arroz seco, o papas perejiladas o fritas, etc.

Acompañar con un buen vino tinto cafayateño.

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