Por Roberto Espinosa
En 1994, Carlos Alonso, Ricardo Carpani, Pérez Celis y Ezequiel Linares, notables representantes de la pintura argentina confluyeron en Tucumán. La vigencia de sus conceptos
Tres de ellos son tal vez un eco de luz merodeando en el universo. Abandonaron los caballetes de la vida en distintos momentos. Sólo los pinceles del maestro de Unquillo sobreviven a ese encuentro de cofrades que tuvo lugar en San Miguel de Tucumán en agosto de 1994. Carlos Alonso (1929), Pérez Celis (1939-2008), Ricardo Carpani (1930-1997) y Ezequiel Linares (1927-2001) se encontraron en esta ciudad por iniciativa de la Fundación Héctor Zaraspe, dialogaron con el público, confraternizaron entre ellos y expusieron su obra en el ya difunto Banco Empresario. Dos de ellos estuvieron vinculados con esta tierra.
El tunuyano Alonso se había formado en los años 50 en el Instituto Superior de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), bajo la mirada de Lino Spilimbergo, mientras que el porteño Linares se radicó en 1962 y se hizo cargo de la jefatura de la Sección Pintura del Departamento de Artes de la UNT hasta su muerte. La pasión por el tango unía Carpani, el creador del “Tigre’ Millán, con Linares. Han transcurrido varios lustros desde aquel momento en que tuve la suerte de entrevistar al ilustre cuarteto. En estos tiempos del “post”, del “todo vale”, varios de sus pensamientos mantienen vigencia.
¿Cómo se refleja la antinomia regional-universal, propia de la literatura, en la pintura?
En este momento, por suerte, después de muchos años, se ha formado una pintura argentina. No hay esas divisiones regionales. Esa es una cuestión que se formó en base a un viejo resentimiento, pero tanto los escritores como los pintores, sean de las provincias o no, hacemos una cultura nacional.
Ezequiel Linares


El grupo que integramos en este momento, es una buena representación de lo que es el arte argentino, justamente por la diversidad. Cuando pintamos, en ningún momento estamos pensando si somos argentinos o no. Inevitablemente, eso va a salir solo en mi pintura, aunque pinte una manzana, una mancha o un cuadrado.
Pérez Celis


Es cierto, pero hay que estar atento porque hay otros elementos que participan de la formación, sobre todo, de un joven. Entonces es importante también despertar la necesidad de mirar la propia realidad. Porque no es tan automático, digamos, de que uno es argentino porque es argentino. Hace falta, en cierta medida, una toma de conciencia de cierta problemática, de necesidades o sugerencias. Creo que eso falta mucho en los jóvenes. Hace poco estuvo un crítico mexicano que dijo que acá se enseña mucho cómo pintar, pero no se enseña qué pintar. Y el qué es importante porque es el determinante de ciertas tendencias que después se manifiestan en otros grados. En la medida en que se llame la atención, los propios gobernantes y operadores de la cultura, ellos van a poder hacer cosas que difundan, por ejemplo, en el exterior nuestro arte.
Carlos Alonso


Pienso que el asunto es una cuestión de actitud. El artista siempre debe estar atento a su realidad, debe representar a su época y su realidad. Pero estamos viviendo un momento en que la gente que maneja la difusión del arte no tiene una verdadera conciencia de su país. Eso sigue en manos de camarillas que han pasado las dictaduras y los gobiernos democráticos. Siempre han estado controlando esos mecanismos del ambiente artístico. Son gente que tiene una mentalidad colonizada. Su negocio está en otra cosa. Ellos interfieren en el desarrollo del arte y, sobre todo, en la formación de los jóvenes, porque imponen sus pautas, que se basan en el camino fácil, en copiar las modas que vienen de afuera y a renovar su estilo todos los años en función de esas modas. Entonces, toda esa corriente pictórica profundamente argentina y de primera línea en América Latina, no tiene ningún apoyo ni difusión. Un Spilimbergo o un Berni son tan grandes como cualquiera de los mexicanos, o más.
Ricardo Carpani


Siempre se ha debatido acerca de la identidad del ser nacional pero, ¿acaso no somos una mezcla de varias identidades? ¿El ser nacional es una suma de todas esas identidades?
Eso pasa en toda Latinoamérica. A Alejo Carpentier siempre le cuestionaron que él ponía en sus novelas personajes que hablaban francés. Los que no conocen Latinoamérica no se pueden dar cuenta nunca de que aquí hay personas que hablan francés, como en todo el mundo.
Linares

América Latina es una entidad nacional en permanente gestación. Lo que no significa que no haya grandes creadores -tanto en literatura como en arte- que la van expresando. Pero ser una entidad nacional en gestación significa ya una diferenciación con otras. El arte latinoamericano es uno de los más ricos de este siglo, aunque permanezca en parte casi ignorado. Por ejemplo, el muralismo mexicano es el muralismo latinoamericano. Porque existe gente como Portinari, Guayasamín, o como Spilimbergo o Berni. Esa corriente del muralismo latinoamericano, a mi entender, es una de las más ricas del arte del siglo XX, porque el arte internacional, a partir del impresionismo, sufre todo un proceso de parcialización por la que cada una de las escuelas que van surgiendo después hace hincapié en un aspecto del arte. Es una parcialización que va enriqueciendo el lenguaje artístico, pero a costa de esa parcialización creciente que no tenía el arte de las grandes épocas anteriores. Era toda una unidad y una visión totalizadora de la realidad, donde todo pesaba. La única tendencia en este siglo que se enriquece con los aportes parciales pero que al mismo tiempo mantiene la visión totalizadora de la realidad es el muralismo latinoamericano.
Carpani

En ese punto, la Argentina se está quedando muy atrás. No porque no tenga los “hacedores”, sino porque los que podrían posibilitarlo, los que tienen dinero o poder, se han “olvidado” de sus artistas en muchos lugares públicos y privados. En este sentido, quiero señalar la culpa que también tienen los arquitectos, que han confundido pureza con pobreza. De tan “puros” que son, se han vuelto “pobres”: no incorporan a los artistas en ninguna de las manifestaciones públicas que se están haciendo en estos últimos años. Mucho más allá de los progresos técnicos, lo único que va a quedar de lo que somos es el arte, como lo ha sido en todos los tiempos. De eso son conscientes los países del primer mundo, que hacen grandes obras e incorporan permanentemente a sus artistas. Entré en un excelente aeropuerto, recién, acá en Tucumán, que me pareció hermosísimo como construcción y vi que prestaron una pared para que colgaran cuadros, pero sentí que está pidiendo a gritos una convocatoria a artistas tucumanos. Más que un problema económico, creo que hay un grave problema cultural.
Pérez Celis

En Córdoba se acaba de aprobar una legislación que obliga a toda obra del Estado o privada, que pase de cierto monto, a que un porcentaje de esa la misma incluya obras de arte. De lo contrario, no se le otorga el final de obra.
Alonso

Eso hace mucho tiempo que existe en Brasil. Hay murales, por ejemplo, de Portinari u otros que fueron importantes -y lo siguen siendo- y sus obras siguen estando.
Linares
Yo tengo el triste balance que la mayor parte de los murales que realicé en la década del 60 fueron destruidos, cosa que no pasa en otros países que respetan a sus artistas.
Carpani
En una oportunidad, me invitaron a conocer la represa El Chocón. Había un monolito y nada más. Después, en Venezuela, en una represa similar, encontré la diferencia: había murales y esculturas de artistas venezolanos contemporáneos. Y yo pensé: “¿Nosotros somos los más cultos, los mejores?” Cuando El Chocón, como toda obra tecnológica, desaparezca porque envejece… lo único que podría quedar sería el arte, porque es lo único que hace permanente al ser humano.
Pérez Celis
¿Están conformes con el modo en que se enseña el arte en los institutos, en las universidades?
Encuentro en ciertos jóvenes que vienen a pedir mi opinión sobre lo que hacen, una gran dispersión en la enseñanza. Es como que no hay una claridad y una continuidad en las líneas que se siguen. No hay, algo así, como una idea generadora. Cada maestro enseña según su método, según su buen saber y entender, pero no hay continuidad entre unos y otros. Esto crea un conflicto enorme en el estudiante, que no sabe si avanza, si retrocede, si se queda. Por eso hay un gran abismo frente a ellos y una necesidad de seguir aprendiendo indefinidamente. Hay gente que pasa años y años en escuelas privadas, porque nunca tiene la sensación de estar en el dominio de esa disciplina. Y, como ellos mismos plantean, todo vale; en un momento donde todo vale, nada vale, entonces el caos es aún mayor. O sea, esta libertad absoluta de que todo puede ser arte, todo objeto o acción hecha por alguien es arte, a ellos les crea esa especie de abismo. A nosotros, cuando estudiábamos, por ejemplo con Spilimbergo, nos enseñaban reglas fijas. Que no eran para ser “artistas”, sino para aprender un lenguaje. A ese lenguaje, después lo usabas o no, o lo distorsionabas, o lo usabas en parte. Pero, de todas maneras, nosotros sentíamos una solidez y una coherencia en todo eso que nos enseñaban. Además, el mismo maestro era medida o parámetro, algo que -de alguna manera- era una especie de destino, de futuro. Picasso, por ejemplo, podía no estar acá, pero nosotros sabíamos que existía y su presencia y su proyección influía en la forma de trabajar en el ejercicio de la libertad, de un método, en el ejercicio del oficio. La falencia que yo encuentro en los jóvenes es esa falta de concreción y de rigor, en cierto sentido. El rigor se parece a lo académico, al naturalismo, al arte demodée, al atraso, mientras que pareciera que hay que lanzarse a esa cosa intuitiva, salvaje, elemental, sin un método.
Alonso

Más que nada, yo veo que hay una gran dispersión ideológica, comparando esta época con la que nos formamos nosotros, a fines de los 50. Entonces discutíamos; había corrientes y grupos, cada uno con una posición ideológica. Había gente como Berni o Spilimbergo, que también tenían posiciones tomadas. Ahora no existen convicciones estables. Eso produce una gran dispersión en la juventud., sumado al “todo vale” que mencionaba Carlos. Nosotros, para expresarnos, aprendíamos primero el oficio, pero hoy ese oficio está totalmente desprestigiado, porque hay maestros que enseñan que no hay que aprenderlo, sino ponerse ante la tela y “dejar que el espíritu fluya”, dicen.
Carpani

Tengo que aclarar que, si bien tengo el honor de integrar este grupo en este momento, soy de una generación un poco menor (se ríen todos). Considero que la libertad en arte no es hacer cualquier cosa, sino lo que uno siente. Entonces, al artista le ocurre como al equilibrista que, para andar sin la red, tuvo que pasarse muchas horas con la red puesta, para poder un día sacársela. Esa formación es muy importante, para que cuando uno tiene la necesidad de dejarla de lado para hacer lo que verdaderamente siente, tener la plena libertad de dominar los medios inconscientemente como para hacerlo. De todas maneras, creo que lo que vemos y lo que se difunde es demasiado disperso, pero estoy seguro de que hay mucha gente joven que está trabajando seriamente en arte y va a trascender.
Pérez Celis

Pienso en lo difícil que es en este momento ser profesor, cuando las corrientes han sido tantas. ¿Desde qué punto de vista uno analiza la obra de un joven? Yo tengo 33 años de enseñar en la Facultad de Artes. Se han formado grupos interesantes como el “Norte” o el “Registro”, y pienso que en este momento se está formando de nuevo un nivel muy interesante en Tucumán otra vez. Incipientes creadores que están queriendo hacer un arte que es parte de acá, de Tucumán. Las vanguardias han hecho que el arte sea heterogéneo. Es difícil conseguir un patrón, una medida. ¿Cómo uno juzga a un alumno? La enseñanza, entonces, es un perpetuo diálogo en el cual uno cambia impresiones con los jóvenes. El otro día teníamos una charla sobre qué es la composición. Ellos tratan ahora de plasmar una composición que esté alejada de la que advirtieron a través de la historia de la pintura contemporánea. Yo pienso que hay que alentar esas cosas, aunque a veces no me gusten.
Linares

¿Una preocupación por ser originales? ¿Qué importancia tienen los premios?
No, no es un afán de originalidad solamente. Por suerte.
Linares
Hay algo negativo que se produce en los premios, con los salones a los cuales hace tiempo que no concurro ni como participante ni como jurado, porque no creo en la competencia en el arte. Si bien en el deporte es una cosa bien clara -el que mete más goles gana-, en arte es demasiado subjetivo. Justamente, en la mayoría de los premios actuales hay un afán demasiado importante por la originalidad o, mejor dicho, por la novedad. Y como todos sabemos, no hay nada más efímero que la novedad. Pero están tan preocupados, que lo único que premian son cosas novedosas. Entonces, hay un recambio permanente de esos muchachos que sacan premios porque se han preocupado más que por hacer una obra con contenido, hacerla con algo novedoso.
Pérez Celis
También está el hecho de pintar para los salones…
Totalmente. Pero eso, de todas maneras, no va a cambiar el hecho de que el artista es aquel que supera todos los inconvenientes que hay entre él y la obra. Si bien creo que la gente joven debe mandar sus trabajos a los salones porque es una manera de mostrar, no deben estar preocupados si los rechazan o no: sabemos muy bien que se rechazan cosas buenas y se aceptan porquerías… La única manera de salvarse si uno se saca un premio, es nunca creer que uno se lo ganó porque fue el mejor. He visto, a través de los años, muchos premiados, en su momento, puestos arriba y, ahora, si los nombramos acá, nadie registra sus nombres. Los jurados tienen la posibilidad de moverse en tres sentidos: en función de la tendencia en boga, por la tendencia del jurado o por el amiguismo. Tres puntos muy fuertes, que en general superan la lealtad de algún hecho individual. Por eso, yo diría que si alguien se saca un premio, más bien se tendría que preocupar.
Pérez Celis
En ese sentido, yo tengo un récord: nunca me dieron ningún premio.
Carpani





