Por Hilda Palermo

¿Quién no saborea un delicioso yogur en cualquiera de sus preparaciones y en cualquier momento?, ¿pero se han puesto a pensar en su origen y en su historia?
La palabra yogur viene del turco yogurt, que en el proto-turco significa leche cuajada. Sin embargo, se cree que el término turco yogurt pudo entrar al idioma castellano a través del francés «Yaourt» según el petit Larousse de 1925.
La historia señala a Turquía como lugar de origen, aunque también se mencionan a los Balcanes y lugares del Asia central, ubicándolo antes del inicio de la agricultura. La leche fresca se transportaba en sacos de piel de cabra que aceleraban la fermentación, volviéndose una masa coagulada que era consumida por los pueblos nómades, porque ya conocían de sus cualidades como calmante y regulador de la flora intestinal.

La historia también señala que Gengis Khan alimentaba a sus tropas con Kumis, especie de leche fermentada, parecida a la cerveza, que actualmente se receta para la tuberculosis.
El científico ruso Iliá Méchnikov obtuvo el premio Nobel en 1908 al demostrar que las bacterias del yogur producían ácido láctico en el estómago y que impedía el desarrollo de bacterias nocivas para el organismo, además de que tenía una serie de vitaminas B.

Hay pruebas de su consumo desde hace 4500 años, así como que algunas bacterias producidas por la fermentación de la leche fueron usadas en los años 6000 o 7000 a.C. por los tracios que vivían en la región búlgara, produciendo yogur y quesos de oveja.

El yogur produce una bacteria que bloquea las toxinas del cuerpo y fue descubierta en 1905 por el científico búlgaro Stamen Grigorov, quien publicó su hallazgo científico en la revista del Instituto Pasteur de París.
En el SXV, en Francia, se creía en el yogur como alimento milagroso porque el rey Francisco I pudo curarse de una enfermedad estomacal, y su aliado, Solimán, le envió desde Turquía a un médico judío un poco de yogur para su alivio.
Se tiene conocimiento de que el yogur se consumía en India, Europa central y el sudeste asiático, hasta que en 1919, Isaac Carasso, desde Barcelona, inició un negocio de yogur que lo llamó Danone, en homenaje a su hijo Daniel.
Cuando el producto llega a los Estados Unidos, lo denominan Dannon, en el SXX, y lo distribuye John H. Kellogg. El yogur había sido enriquecido con frutas y mermeladas en 1933 por la lechería Radlicka Miekarna de Praga.

Al principio, en el Bronx, Nueva York, donde se instaló la fábrica, el éxito era relativo, pero al incorporar nuevos sabores, como limón, fresa, mora, frambuesa, el éxito fue rotundo porque se acomodaba al paladar del estadounidense.

