EDOUARD MANET

Por Olivier Pascalin

Rompiendo con las rígidas convenciones del arte, Édouard Manet suscita polémica con obras de un nuevo género. Inconformista, el pintor se distinguió por exhibir lienzos decididamente modernos.

Aquel que se cruzó en el camino de figuras tan importantes como Baudelaire, Zola, Berthe Morisot, Monet o Degas, impuso nuevos temas, representaciones inéditas e hizo de su existencia una vida para el arte.

Considerado el iniciador del movimiento impresionista, Manet estimuló la reflexión artística de su tiempo e inspiró a toda una generación de artistas impulsados por el deseo de renovación estética.

Con motivo de la exposición que tiene lugar actualmente en el Musée d’Orsay de París, se puede decir que Manet es enteramente poesía. Su gesto, su motivo, sus colores, su trazo, sus mujeres, sus personajes y su historia; así como su voluntad y su desprendimiento, su estilo, su fraseo, sus leitmotivs, sus flores, sus gatos, sus cafés, sus visiones, sus sensaciones, todo converge hacia un momento intraducible en el lenguaje común.

Atraviesa el tiempo, incorpora experiencias pasadas, se atormenta y arruga los nervios…Manet nunca se molestó en embellecer a sus modelos femeninos; rectificarlos según un canon convencionalmente adoptado o según un ideal deliberadamente elaborado.

Es uno de los grandísimos pintores de mujeres, sin contar entre aquellos pintores que, quiérase o no, fueron ineludiblemente fieles a cierto tipo reconocible de lienzo en lienzo. Las niñas enclenques de Botticelli con rostros imbuidos del encanto de la melancolía, las amantes de la paz.