Por Dr. Olivier Pascalin

Nuestro sistema olfativo está formado por cincuenta millones de células, gracias a las cuales podemos oler alrededor de cinco mil aromas distintos. Y los olores rápidamente provocan emociones: atracción, repugnancia, curiosidad…
Ciertas fragancias traen inmediatamente recuerdos muy antiguos. El gusto y el olfato son los dos sentidos que nos llevan fácilmente a la infancia (el buen olor de la tarta en el horno, el de la cera en los muebles, o incluso el de la bolsita de lavanda metida en un cajón). Nuestros sentidos, especialmente el gusto y el olfato, tienen una excelente memoria. Solo se necesita un aroma, un sabor, para retroceder años y recordar un momento dulce de nuestra infancia.
¿Pero qué tiene que ver esto con la lectura? ¿Recuerdan el efecto magdalena de Proust?
Con su mirada dolorida, sus ojos febriles y ese gran manto negro que, al final, lo hacía parecer como si hubiera venido en su ataúd a las tertulias del Boulevard Saint-Germain, había confundido a más de uno. Esa fría mañana en París, llevó a sus labios una cucharada de té en la que había dejado reblandecer un trozo de magdalena; una masita que es el origen de una mega novela autobiográfica.

Al parecer, ese sabor había “trasladado” el autor inmediatamente a su infancia en un pueblo de la baja Normandía francesa llamado Combray y a su tía Léonie, que solía ofrecerle esa galleta mojada en té por las mañanas.

En busca del tiempo perdido; su gran obra que anuncio otro modo no solamente de concebir el arte de tomar el té, sino también de concebir las relaciones sociales y sexuales.
Esta relación entre el estímulo gustativo y la evocación, sentó las bases para una infinidad de futuros estudios neurológicos. Incluso, la expresión “efecto magdalena de Proust” es utilizada en marketing para designar cierta estrategia de venta que se vale de ese recurso para despertar determinadas emociones en los consumidores. Y, además, por supuesto, también inspiró a poetas y creadores de toda índole. Sin ir más lejos, es exquisita la escena de Ratatouille, el film animado de Pixar estrenado en 2007, en el que el temible crítico culinario llamado “Ego” es atravesado por un cúmulo de sensaciones que lo “transportan” a su infancia, al probar aquel plato cocinado por la rata chef de nombre Rémy.
«Me había invadido un placer delicioso, aislado, sin saber por qué, que me volvía indiferente a las vicisitudes de la vida…”
M. Proust
Marcel Proust nació el 10 de julio de 1871 de un padre epidemiólogo reconocido y una madre judía rica de Alsacia. Desde niño, Marcel tuvo problemas de asma y los problemas de salud lo acompañarían durante los escasos 51 años de su vida.

Su sexualidad fue siempre dudosa y entre ambos géneros, pero su más famoso amante fue Alfred Agostinelli, un joven taxista a quien regalo un avión en cuyo fuselaje hizo pintar unos versos de Mallarme. Él taxista cayo al Mediterráneo como Saint -Ex en ese mismo avión y Proust lo tomo de modelo para construir el personaje de Albertine, una de las protagonistas de A la recherche du temps perdu.
La obra de Proust es un virus que duro 3.000 páginas y 16 años y no existe ninguna vacuna.
Esa novela es un campo magnético, un modo contagioso de murar el mundo en una tasa de te siempre abierto al goce y a la interpretación. Su obra es un exhibir sobre la libertad sexual y la neurosis, una profunda investigación sobre los códigos sutiles de la sociabilidad y los extraños mecanismos de la movilidad social, la visita de un museo del chisme y un testamento sobre los celos, el homo erotismo y lo que hoy se llama identidad de género, sobre la aspiración estética como sustituto del éxtasis religioso. En esos salones parisinos ardientes de frivolidad Proust encontró el núcleo original de un gran cambio en las mentalidades.

Una historia del fin de la «Belle Epoque«y además una novela sobre la paz y la guerra. La saga terminaría de publicarse recién en 1927 al cuidado de Robert, hermano de Marcel.
Proust no llego a corregir los últimos tomos. Paso sus últimos años encerrado en una habitación recubierta de corcho, corriendo una carrera contra la enfermedad para poder terminarla.
Hijo prematuro y débil había sido criado “entre algodones”. Después de un brusco ataque de asma que tuvo Marcel a los 9 años, su madre lo había sobreprotegido al punto de educarlo sin ver la luz del sol, prácticamente puertas adentro. Se mantenía despierto leyendo y escribiendo, a fuerza de café negro a toda hora, lo cual debilitaba aún más su ya precaria salud. Cómo era un “niño mimado” cuyo único oficio había sido el de bibliotecario y, además, tenía cierta fama bien habida de snob, los editores se mostraban renuentes con leer los originales de su obra y rechazaban editarla.
La historia que nos cuenta «A la recherche du temps perdu «es la de un hombre que quiere hacerse escritor y de un hombre que recuerda su vida en orden cronológico. Pero, como Proust pertenecía a la alta sociedad, no tuvo problemas en auto editarse. Incluso se dice que, cuando apareció el primer tomo de «À la recherche… «ofreció buen dinero a los medios para que publicaran críticas favorables.
Tampoco le iba muy bien en materia de amores. Mientras a su colega Oscar Wilde lo metían preso “por sodomía” en la cárcel de Reading, Marcel Proust se enamoraba sin suerte de Lucien Daudet, el hijo del escritor Alphonse Daudet. A este amor, le siguieron otros varios, muchos de ellos no correspondidos, que reafirmaron su encierro solitario. Al parecer, el autor habría confiado a su amigo y colega André Gide que vivía su homosexualidad como una maldición.
A la recherche du temps Perdu es una obra contra la norma que presta atención al lenguaje francés.

Además, cuando uno lo lee siente está ante un psicólogo y un sociólogo impresionista capaz de desarrollos más profundos sobre el género humano que cualquier cuentista social.
Estilo como la obra de Roland Barthes, pero más sutil en la ruptura con la novela realista de narrador omnisciente tan característica del siglo XIX.
La obra de Proust recoge las ambiciones sociológicas de Balzac o de Tolstoi y da un giro auto biográfico.
Pero no es solamente una exploración de la memoria sino sobre todo una investigación sobre el yo social, él yo oculto que es otro que el yo social. Esa investigación sobre el yo oculto, ese aprendizaje del escritor se apoya de manera crucial en la pintura y en la música (contemplación y análisis de obras reales e inventadas por parte del narrador).
Se puede afirmar que «A la recherche du temps perdu» es una novela impresionista sociológica e histórica y una épica de la intimidad. A la rececho du temps perdu cuenta una época de libertad sexual y artística en los márgenes que vino a instaurar formas de ver nuestro mundo que todavía perduran.
Nota: En abril 2021 la editorial GALIMARD que creo ANDRÉ GIDE público el Santo Grial de Marcel Proust 75 folletos, un manuscrito inédito y perdido durante 50 años y que se considera como la semilla de «A LA RECHERCHE DU TEMPS PERDU».
