Álvaro Mutis, la desesperanza entre los ejes de su escritura

Por Emilia Baigorria

El escritor, poeta, novelista y periodista colombiano Álvaro Mutis Jaramillo nació en la ciudad de Bogotá en 1923.
Comenzó sus estudios en Bruselas por el trabajo diplomático de su padre, esta situación despertó en él un concepto diferenciador desde el cual percibió la relación Europa América.

Trabajó desde muy joven en periódicos y revistas escribiendo columnas literarias. Fue locutor de radio, profesión desde la cual divulgó la literatura y a sus hacedores. A la tarea periodística nunca la abandonó, fue creador de la columna llamada La Bitácora.
También escribió poemas y críticas literarias en los suplementos de los periódicos El Espectador y La Razón. Su actividad literaria inicial transcurrió dentro de los preceptos surrealistas. Su primer libro de poemas fue La Balanza al que escribió en coautoría con Carlos Patino.

Publicó su novela La Mansión de Araucanía, años más tarde Ilona llega con la lluvia, La última escala del Tramp Steamer, Abdul Bashur, soñador de navíos y en poesía Summa de Magroll el gaviero. Le siguieron en sucesivos años Caravasary, Los emisarios, Crónica y alabanza del reino, Un homenaje y siete nocturnos y muchas obras más.

En 1924 se le otorgó el Premio Nacional de Letras de Colombia, en 1983 el Premio Nacional de Poesía de Colombia.
En 1987 Francia consideró que su novela La nieve del almirante era la mejor obra extranjera y le otorgó el Premio Mèdici.


Al año siguiente la Universidad del Valle y la Universidad de Antioquia le otorgaron el galardón Doctor Honoris Causa en Letras. También uno de los más preciados el Águila Azteca de México en ese país en el cual se radicó y vivió hasta su muerte.
En 1997 recibe el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.


En medio de tantos premios, Álvaro Mutis continuó escribiendo, publicó Tríptico de Mar y tierra y otras obras.

En el año 2001 recibiò el Premio Cervantes y luego La legión de Honor en Francia.

Era amigo de Gabriel García Márquez y Octavio Paz.

Álvaro Mutis rinde homenaje a la palabra desde su obra, su creación se ha caracterizado por no hacer una entrega liviana para su lectura sino sugiere un permiso especial para llegar a ella otorgado solo si de la misma manera se respeta el lenguaje. Creó un universo propio, personal y particular.

Tanto cuidado en su obra respondía al respeto del escritor por los personajes de sus obras, aquellos oscuros por los aspectos dolorosos de sus vidas, ya sean excluidos, desplazados o derrotados socialmente, habitados por la desesperanza. Su preocupación y consideración a los diversos oficios desamparados era permanente como expresa en su poema Letanía la vida del gaviero expresando a través de palabras como: agonía, muerte, miedo, débil, un paisaje humano que se anima a pedir por sus alegrías.

Promulgaba desde sus versos el derecho legítimo de la esperanza y el deseo en hombres y mujeres de su tierra en quienes veía el rostro del desaliento.
Una de las características de su obra literaria fue borrar los límites definitorios entre los géneros uniéndolos en una misma creación. Así en sus novelas subyace el lirismo de la poética escapándose por entre los pliegues del dolor.
Álvaro Mutis falleció en México el 22 de Setiembre de 2013.

Algunos de sus poemas:

El deseo

Hay que inventar una nueva soledad para el deseo.
Una vasta soledad de delgadas orillas
en donde se extienda a sus anchas
el ronco sonido del deseo.
Abramos de nuevo todas las venas del placer.
Que salten los altos surtidores no importa hacia dónde.
Nada se ha hecho aún.
Cuando teníamos algo andado,
alguien se detuvo en el camino
para ordenar sus vestiduras
y todos se detuvieron tras él.
Sigamos la marcha.
Hay cauces secos
en donde pueden viajar aún aguas magníficas.
Recordad las bestias de que hablábamos.
Ellas pueden ayudarnos antes de que sea tarde
y torne la charanga a enturbiar el cielo con su música estridente.

Letanía

Esta era la letanía recitada por el gaviero mientras se bañaba
las torrenteras del delta:
Agonía de los oscuros
recoge tus frutos.
Miedo de los mayores
disuelve la esperanza.
Ansia de los débiles
mitiga tus ramas.
Agua de los muertos
mide tu cauce.
Campana de las minas
modera tus voces.
Orgullo del deseo
olvida tus dones.
Herencia de los fuertes
rinde tus armas.
Llanto de las olvidadas
rescata tus frutos.
Y así seguía indefinidamente mientras el ruido de las aguas
ahogaba su voz y la tarde refrescaba sus carnes laceradas por
los oficios más variados y oscuros.

Ciudad

Un llanto
un llanto de mujer
interminable,
sosegado,
casi tranquilo.
En la noche, un llanto de mujer me ha despertado.
Primero un ruido de cerradura,
después unos pies que vacilan
y luego, de pronto, el llanto.
Suspiros intermitentes
como caídos de un agua interior,
densa,
imperiosa,
inagotable,
como esclusa que acumula y libera sus aguas
o como hélice secreta
que detiene y reanuda su trabajo
trasegando el blanco tiempo de la noche.
Toda la ciudad se ha ido llenando de este llanto,
hasta los solares donde se amontonan las basuras,
bajo las cúpulas de los hospitales,
sobre las terrazas del verano,
en las discretas celdas de la prostitución,
en los papeles que se deslizan por solitarias avenidas,
con el tibio vaho de ciertas cocinas militares,
en las medallas que reposan en joyeros de teca,
un llanto de mujer que ha llorado largamente
en el cuarto vecino,
por todos los que cavan su tumba en el sueño,
por los que vigilan la mina del tiempo,
por mí que lo escucho
sin conocer otra cosa
que su frágil rodar por la intemperie
persiguiendo las calladas arenas del alba.

Sonata

Otra vez el tiempo te ha traído
al cerco de mis sueños funerales.
Tu piel, cierta humedad salina,
tus ojos asombrados de otros días,
con tu voz han venido, con tu pelo.
El tiempo, muchacha, que trabaja
como loba que entierra a sus cachorros
como óxido en las armas de caza,
como alga en la quilla del navío,
como lengua que lame la sal de los dormidos,
como el aire que sube de las minas,
cono tren en la noche de las páramos.
De su opaco trabajo nos nutrimos
como pan de cristiano o rancia carne
que enjuta la fiebre de los ghettos
a la sombra del tiempo, amiga mía,
un agua mansa de acequia me devuelve
lo que guardo de ti para ayudarme
a llegar hasta el fin de cada día.

Nocturno

La fiebre atrae el canto de un pájaro andrógino
y abre caminos a un placer insaciable
que se ramifica y cruza el cuerpo de la tierra.
¡Oh el infructuoso navegar alrededor de las islas
f donde las mujeres ofrecen al viajero
la fresca balanza de sus senos
y una extensión de terror en las caderas!
La piel pálida y tersa del día
cae como la cáscara de un fruto infame.
La fiebre atrae el canto de los resumideros
donde el agua atropella los desperdicios.

Referencias:

file:///C:/Users/optimus/Downloads/23837-Texto%20del%20art%C3%ADculo-23856-1-10-20110607.PDF    

file:///C:/Users/optimus/Downloads/23837-Texto%20del%20art%C3%ADculo-23856-1-10-20110607%20(1).PDF

MARIO BARRERO

https://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/biografias/estambul_alvaro_mutis.

https://www.zendalibros.com/5-poemas-de-alvaro-mutis/

Publicado por Juana Manuela

Empresa destinada a la publicación de textos de difernetes géneros literarios, como así también a la difusión de nuestra cultura latinoamericana.

Un comentario en “Álvaro Mutis, la desesperanza entre los ejes de su escritura

  1. Que bueno conocer a este escritor!

    Ciudad

    Un llanto
    un llanto de mujer
    interminable,
    sosegado,
    casi tranquilo.
    En la noche, un llanto de mujer me ha despertado.
    Conoce el alma de las cosas y de las mujeres.
    Gracias Emilia

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