Por Silvana Irigoyen

Federico García Lorca fue un librepensador, poeta, escritor, dramaturgo y prosista español, representante de la llamada Generación del 27` y considerado como uno de los mejores escritores del siglo XX.
Federico del Sagrado Corazón de Jesús García Lorca, tal su nombre completo había nacido en un pueblito de Andalucía en 1898 y llegó a ser el poeta español de mayor influencia del siglo XX.
En la madrugada del 18 de agosto de 1936, García Lorca fue fusilado junto a un olivo en la carretera que une las localidades de Víznar y Alfacar.
Su cuerpo nunca apareció. Sin embargo su voz retumba en las páginas de los lectores y su espíritu vive con sus personajes cada vez que se alza el telón.

El 13 de octubre de 1933, el poeta español Federico García Lorca llegó a Buenos Aires. Su amiga Lola Membrives lo había invitado a ver Bodas de sangre, escrita por el poeta ese mismo año y en la actualidad una de las obras más célebres de su producción. Su plan era quedarse en el país dos semanas. Pero se quedó seis meses.
Bueno Aires tiene algo vivo y personal, algo lleno de dramático latido, algo inconfundible y original en medio de sus mil razas que atrae al viajero y lo fascina».
Federico García Lorca
Arribó al país a bordo del buque Conde Grande, como parte de su travesía cultural por América, convertido en una suerte de embajador. Pero fue en Buenos Aires donde experimentó uno de los mejores momentos profesionales de su vida. Durante los casi seis meses que permaneció en la capital argentina frecuentó teatros, salones literarios y todos los rincones de la ciudad de la mano de diversas figuras. Entre ellos, del chileno Pablo Neruda y del mexicano Salvador Novo. Se hizo amigo de los argentinos Oliverio Girondo y Norah Lange, de Ricardo Molinari y Alfonsina Storni, de los hermanos Discépolo y de Raúl González Tuñón. Compartió mesa con Carlos Gardel y otros grandes artistas de la época.
La reposición de Bodas de Sangre, interpretada por la compañía de Lola Membrives en el Teatro Avenida, le supuso un amplio reconocimiento. Su biógrafo más importante, Ian Gibson, aseguró que la noche del estreno fue la más triunfal en la vida del poeta.
Lorca se despidió de Buenos Aires un 27 de marzo de 1934 con la promesa de regresar pronto. Pese a la lucidez política que demostró en las mesas que compartió con tantos amigos, nunca imaginó que la brutalidad de los fusiles se lo impediría. Pero su recuerdo permanece vivo tanto como su poesía y su dramaturgia.
Su poesía plena de simbolismo juega con la luna, la sangre, el agua, el toro, el caballo; crea metáforas novedosas y arriesgadas; refleja el arte del pueblo andaluz, su música, sus cantos, sus tradiciones con su personal estilo.
Canción del jinete
Córdoba.
Lejana y sola.
Jaca negra, luna grande
y aceitunas en mi alforja.
Aunque sepa los caminos
yo nunca llegaré a Córdoba.
Por el llano, por el viento,
jaca negra, luna roja.
La muerte me está mirando
desde las torres de Córdoba.
¡Ay qué camino tan largo!
¡Ay mi jaca valerosa!
¡Ay que la muerte me espera,
antes de llegar a Córdoba!
Córdoba.
Lejana y sola.
Romance de la luna luna
(Romancero gitano)
La luna vino a la fragua
Con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña lúbrica y pura,
sus senos de puro estaño.
–Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos
harían de tu corazón
collares y anillos blancos.
–Niño, déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
–Huye luna, luna, luna,
Que ya siento sus caballos.
–Niño, déjame, no pises
mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua, el niño
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
¡Cómo canta la zumaya,
ay cómo canta el árbol!
Por el cielo va la luna
con un niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela vela.
El aire la está velando.
Los certeros fusiles no pudieron silenciarlo.
Jamás se encontró su cuerpo, pero su palabra ocupó tiempo y espacio. La ferocidad no pudo borrarlo; la belleza de su obra lo devuelve a la vida, siempre.

Gracias!
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