Por Daniela Leiva Seisdedos

Hay una sensación social que Alberto Fernandéz es un presidente a la intemperie, desnudo, no ve la realidad y por lo tanto no la sabe gestionar.
Vacío de poder, sin poder ver la realidad, sin ver que el problema principal es que las principales figuras de su «partido» le han partido la autoridad, el poder lo tiene loteado, no lo acompañan. Está huérfano de poder, divorciado de la realidad y divorciado de su vice presidenta, que se presenta como enferma de poder o perversa; las soluciones presentadas por ellas son más de lo mismo, recetas que nunca han sido la solución.

Ella está agazapada para dar la estocada final, tiene la idea que, la imaginiación absoluta que es el remedio a su propia enfermedad, el poder y el autoritarismo NO se curan.
Ella no ve que puede ser su propio final. En el medio, nosotros, ponemos todos los días el cuerpo a las interminables crisis ecónomicas, nunca se hacen cargo, solo culpas. La culpa es del otro, porque la Patria NO es el otro, la Patria quieren ser solo ellos, aman el poder de la Edad Media.
De empezar como un presidente que venía a reparar y ser el que «nos» uniera; hoy es un presidente ausente, es un pato más que rengo, ya casi NO camina. Su crisis solo socaba cada día más el ánimo de todos, la crisis es un problema de todos los que trabajamos y queremos progresar, porque unos pocos tienen asegurada la vida para sus propias generaciones.

Veo la tentación de los que están en el gobierno de ejercer una brutalidad aún mayor, hacía los que pagamos los platos rotos de sus desaguisados políticos, económicos y sociales.
No hay Gobierno, ni ideas para el cambio, están perdidos, el silencio culpable de sus partidarios, solo hay una cosa clara la identificación de los intereses partidistas y perdemos todos. Las crisis eternas que sufrimos en nuestra Argentina, cada vez nos acercan a la pobreza, que siempre toca a nuestra puerta, siempre nos apremia, y los procesos de recuperación llevan décadas.
No tenemos resortes para salir, el propio entorno del presidente fogonea día a día su propia debilidad, solo nos queda esperar a la elecciones, esa debe ser la aspiración de máxima democrática que debemos tener, llegar al final del mandato.
Siempre la solución deben ser las elecciones, nada de golpes palaciegos pero ¡cuidado!, la oposición debe estar preparada, no queremos figuritas viejas; tienen que tener un plan real, los ciudadanos lo debemos conocer, se debe hablar en forma real, no venir solo a poner culpas como método de solución.
