Por Mary Dib Ashur

Si bien la historia ha ubicado a Domingo Faustino Sarmiento como el «padre de la educación», lo cierto es que casi cien años antes Belgrano había fundado escuelas y avanzado en la construcción de una educación pública e inclusiva, necesaria para esa patria libre y soberana que se estaba fundando. Y para Belgrano, las mujeres, los niños, los pobres y los indígenas formaban parte de esa patria naciente.
El «bello sexo»
Belgrano defendía que las mujeres tenían que educarse y educar. El «bello sexo» -como las llamaba- debía mantenerse alejado de la ignorancia para atender la vida familiar y para participar, también, de la vida pública aunque sin descuidar su «vocación innata»: la crianza de los hijos.
En su periódico, el Correo de Comercio, Manuel Belgrano interpelaba a los hombres de Mayo a reflexionar sobre la educación de las mujeres.
«La naturaleza nos anuncia una mujer; muy pronto va a ser madre y a presentarnos conciudadanos en quienes debe inspirar las primeras ideas, ¿y qué ha de enseñarles, si a ella nada le han enseñado? ¿Cómo ha de desenrollar las virtudes morales y sociales, las cuales son las costumbres que están situadas en el fondo de los corazones de sus hijos? ¿Quién le ha dicho que esas virtudes son la justicia, la verdad, la buena fe, la decencia, la beneficencia, el espíritu, y que estas calidades son tan necesarias al hombre como la razón de que proceden?

Ruboricémonos, pero digámoslo: nadie; y es tiempo ya de que se arbitren los medios de desviar un tan grave daño si se quiere que las buenas costumbres sean generales y uniformes». Inspirado por obra del humanista valenciano Juan Luis Vives quién recitaba que la mujer cristiana «aprenderá, pues la muchacha, juntamente letras, hilar y labrar, que son ejercicios muy honestos…«. Belgrano se ocupó de la educación de las niñas. Propuso la creación de escuelas gratuitas para ellas y promovió la enseñanza del tejido y del hilado para «combatir en ellas la ociosidad, y hacerlas útiles en su hogar, y permitirles ganarse la vida en forma decorosa y provechosa». En aquel momento la posibilidad de contar con escuelas mixtas estaba muy lejos de las ideas de Belgrano.
Ejército de mujeres
Belgrano conoció de cerca la capacidad heroica de las mujeres y fue el único militar en nombrarlas capitanas de su ejército: Juana Azurduy, María Remedios del Valle y Martina Silva de Gurruchaga fueron reconocidas por Belgrano y, siglos más tarde, homenajeadas por la historia latinoamericana.


Se calcula que 120 mujeres estuvieron codo a codo en las tropas durante la batalla de Tucumán, y muchas otras se encargaron de realizar tareas de espionaje. Belgrano recibió por intermedio de ellas todas las noticias referentes al ejército realista así como información estratégica venida del Alto Perú.
Tal vez por ese reconocimiento al rol de las mujeres en los asuntos de la patria fue que las damas potosinas le obsequiaron a Belgrano la «Tarja de Potosí», una extraordinaria joya de plata y oro macizo extraídas del Cerro Rico y dedicada al «Protector del Continente Americano».
En su parte superior «La Tarja» tiene la figura de un rey Inca, como símbolo del proyecto americanista de Belgrano.
La «Tarja de Potosí» se conserva en el Museo Histórico Nacional
Hoy conoceremos un poquito de la vida de: Martina Silva de Gurruchaga (Salta, 3 de noviembre de 1790 – 19 de marzo de 1874) fue una patriota argentina. Contribuyó con el General Manuel Belgrano en la Batalla de Salta, logrando que su marido, José de Gurruchaga, le donase a su ejército paños para uniformes y dinero para comprar armamento. Comandando a sus gauchos contribuyó decisivamente a la victoria en ésta batalla.

Bordó una bandera celeste y blanca para Belgrano, que sería utilizada en aquella batalla. El mismo Belgrano la nombró como Capitana del Ejército en agradecimiento, obsequiándole un tapado de seda.
Adhirió a la causa patriótica, y tuvo una activa participación en la vida política y militar de la provincia de Salta.
Sus restos se encuentran en el Panteón de las Glorias del Norte, en la Catedral de Salta desde 1954, por iniciativa del primer arzobispo de Salta, Roberto J. Tavella, siendo la únicamujer en aquél, junto con Carmen Puch.
RECETA PREFERIDA DE MANUEL BELGRANO
En una oportunidad alumnos de un colegio primario de Tucumán investigaron acerca de cuál era la receta preferida de Manuel Belgrano y encontraron la siguiente:
MERMELADA NORTEÑA

Esta mermelada se convirtió en la preferida de Manuel Belgrano desde que la probó en Tucumán.
Ingredientes: • 1 naranja • 1 limón • 1 manzana • 2 litros de agua y 1/2 kilo de azúcar.
Preparación: Se ralla ligeramente la cáscara de la naranja y del limón. Luego se pela la manzana, se corta en rodajas finas y se la divide en cuartos. La naranja y el limón se cortan también en rodajas y todo se pone en una cacerola con el agua a hervir, hasta que se reduce a la mitad y la fruta está bien cocida.
Entonces se le agrega el azúcar y se deja cocinar en olla destapada hasta que tenga el punto mermelada.
Se envasa en frascos esterilizados y deja enfriar antes de cerrar herméticamente. En lugar fresco y oscuro se puede guardar hasta 7 meses.
Les aseguro que es deliciosa, para acompañar unas tostadas y un rico té o café.

