Por Nelly Mormina
Qué lejos quedó una fecha
de la historia de mi Patria!
Aquélla que nos daría
el paso mas acertado
a todos los argentinos
que ahora mas que nunca
nos sentimos tan hermanos.
Fue un lejano 2 de abril
y este paño sacrosanto
viajó por largos mares
para cubrir con su manto
un lugar frío del Atlántico
tomado por los ingleses
que habían logrado adueñarse
de algo que era ya muy nuestro.
Un pedazo de mi Patria
y hasta un pedazo de cielo,
el mar, que lo saludaba
con las olas y hasta el viento,
parecían estar alegres
con aquel paño que vieron.
Pero duró tan poco…
fue alegría de un momento
y a pesar de que ésta enseña
con su nieve y con su cielo
flameaba con mucho orgullo
para este país tan nuestro,
una potencia extranjera
ya lo estaba acometiendo
y con sus viles deseos
quería borrarla de nuevo.
Fue entonces,
cuando valientes soldados
a defenderla partieron
y allí juntos en silencio
soportando el frio viento,
la pena de su familia
y el devenir de recuerdos
le imploraban a Dios Santo
que los ayude a vencerlos.
Y con mucha valentía
y heróico comportamiento
lucharon con hidalguía
recordando el juramento
a la querida bandera
que llevaban muy adentro
la que cobija, y recibe
con el corazón abierto
a los jóvenes soldados.
La que flamea incesante
con los colores mas bellos
y que por mezquindad
no pudo para nosotros
quedarse por mas tiempo.
Fue entonces que los soldados
con el dolor del momento
juraron dejar sus vidas
recuperar aquel suelo
y a costa de tanta sangre
derramada sin remedio
hoy no podemos decir
“el territorio ya es nuestro”.
Pero no importa…
nosotros sabemos con fundamento
que estos valiente soldados,
estos chicos de este pueblo
también pusieron su cuerpo
su mente y su pensamiento
por esta Patria que sabe
de profundos sentimientos.
Aquí los vieron crecer
y jugar cuando el momento
era distinto a aquél otro
que les tocó vivenciar
con horror y mucho miedo.
Nosotros ¡sí lo sabemos!
y hoy los vemos regresar
con las marcas de la guerra
dibujadas en el cuerpo
pero con el corazón puro
como el héroe del tiempo.
Y aquí, aquí los tenemos
entre su pueblo y su gente
y junto a sus familiares
que creyeron verlos muertos.
Dios no quiso que eso ocurra
y protegió a sus soldados
para que vuelvan más nobles
por el valor del esfuerzo
de los labran la Patria
hasta con el pensamiento.
Este pueblo lo recibe
con un abrazo de aliento
y todos los corazones
que sufrieron desde lejos
por los que bien defendían
con legítimo derecho
aquel rincón de la Patria
hoy sienten vuestra presencia
pero esta vez, no de lejos.
Ustedes están aquí
en el pueblo que crecieron
y las calles que acunaron
sus alegrías y sus sueños
hoy saben que de allá lejos
llegaron los soldados
¡Mas valientes de este pueblo!
Leída ante el pueblo, autoridades del gobierno,
soldados y familiares.Premiada en el concurso
“El Tinkunacu” en Quijano.

