Por Argentina Mónico

La frase del título es de Víctor Hugo (1802-1885), poeta, novelista y dramaturgo francés, considerado uno de los más grandes escritores franceses que marcaron la historia de la literatura francesa del siglo XIX, destacándose dos obras que fueron llevadas al cine: Nuestra Señora de Paris (1831) y los Miserables (1862).

Pero también fue una personalidad política y un intelectual comprometido, que luchó para la trasformación social a través de la educación.
Por ello la frase invita a pensar que si logramos hacer que la educación sea una política de estado, y no una acción de gobiernos particulares, podremos contrarrestar la delincuencia, la inseguridad y sobre todo lograremos cultivar los valores cívicos que tanto falta nos hacen.
¿Pero qué clase de educación necesita nuestra sociedad hoy?
Partiendo del análisis de los dibujos de Frato que ilustran el artículo, podemos señalar que la pandemia, incidió fuertemente en la educación, porque sin previo aviso, se tuvo que pasar de una escuela tradicional presencial a una escuela virtual diversa, configurando prisiones domiciliarias que afectaron a la sociedad en general y a los niños en particular.
Nuestros niños pasaron de la diversión a través de juegos on line, al encierro de clases por Zoom o Meet, donde hacen de cuenta que transcurren una enseñanza tradicional con enfoques futuristas.
Ellos están cansados de la virtualidad, y no sólo ellos; ya que los docentes se las ingenian por planificar sobre una realidad educativa, para la que no fueron formados, una cultura digital que no se abordó en los sistemas de formación docente; y si bien la enseñanza virtual (E-learning), tiene su trayectoria en países desarrollados, no es un nuestra realidad, porque las acciones desarrolladas en alfabetización digital, sólo fueron pinceladas sin sentido, con una mínima aplicabilidad en la realidad de nuestras aulas.
Y es así que nuestros niños desean esa escuela alternativa, que cambie sus vidas, que resignifique sus saberes y sobre todo, que de cuenta de sus intereses. No una escuela aburrida y sin sentido, donde sólo deben memorizar información, haciendo de cuenta que aprenden.
Sin duda que Francesco Tonucci es un gran pedagogo, que analizó con precisión lo que les sucede a nuestros niños y lo que debiera ser la educación hoy.

La escuela propone saberes estructurados, y los niños traen una mirada desafiante del mundo que quieren explorar.
Este pedagogo italiano considera que la escuela ahoga las posibilidades de los niños y que se limita a adiestrarlos en un lenguaje único y uniforme. Ante esto el niño se va acomodando y olvidando, progresivamente, de sus intereses personales, aprendiendo el oficio del alumno, y también el docente aprende su oficio rutinario.
Para analizar la educación, hay que comprender que desgraciadamente la misma, está al servicio de las políticas de turno, dado que el sistema educativo sólo sabe de normas y reglas para adiestrar al futuro ciudadano que quieren formar, porque le será útil a sus intereses políticos.
Y hoy al tener cerradas las escuelas, para mantenernos encerrados en nuestros domicilios, comunicados a través de las pantallas; ¿no será también una jugada que propicia el encubrimiento de una logística ideológica que se esconde en la virtualidad?.
Tenti Fanfani, docente e investigador argentino, especializado en ciencias políticas, señala que la función educativa no se desarrolla en el vacío, ya que son prácticas que se aplican en contextos organizados, con un conjunto de reglas institucionalizadas que regulan las prácticas educativas, donde los docentes juegan un rol estratégico y fundamental.
Por consiguiente no basta con analizar la situación actual sino miramos todo un sistema, que acarrea a lo largo del tiempo falencias, y que en situaciones concretas como las que vivenciamos hoy, producto de la pandemia, da a luz sus grandes debilidades.
La situación educativa actual, nos lleva a pensar en la importancia de analizar toda su estructura social, sus procesos internos y sus articulaciones con los fines del Estado, para repensar en una escuela que sea útil para la sociedad y por ende para nuestra Patria.
La intensidad de la crisis educativa nos recuerda que todo acto de conocimiento es un acto «interesado» y asociado con valores y tomas de posición en por lo menos dos espacios de lucha: el campo intelectual y el campo político.
Tenti Fanfani E. (2013, p. 13). Sociología de la Educación. Edit. Univ. Nacional de Quilmes.
Sin duda que la educación es uno de los pilares donde se sostiene toda Nación, y es una fuente de poder, por ello es importante analizar el compromiso que tiene el Estado por la realización efectiva de ciertos valores éticos – morales, que permita que la misma contribuya efectivamente a la construcción de la ciudadanía civil, social y política en un sentido amplio, y no con intereses ideológicos partidiarios.
Parece que, en la tradición educativa, a los niños les corresponde los deberes y a los adultos los derechos. Los niños deben escuchar, aprender, repetir, obedecer, respetar. Los adultos, en cambio, deben defender, reivindicar, luchar, declarar huelgas, manifestarse. Sin duda, lo que los adultos se han reservado para sí mismos es mucho más rico y estimulante (…).
Tonucci (2012b, p.151) sobre los derechos y deberes en educación.
Así Tonucci señala que pensamos con demasiada frecuencia en el futuro de los niños, de ahí que, ante sus requerimientos y preguntas, respondamos con frases como: “te vendrá bien para cuando seas mayor”, “cuando seas mayor lo entenderás”. Esto nos lleva a desdeñar todas sus posibilidades, opiniones e inquietudes. Los niños tienen entidad e identidad como una realidad del presente y, como tal, debemos observarlos y escucharlos.

Para finalizar les dejo un cuento de Helen Buckey «Un niño», a modo de reflexión sobre la realidad de la educación hoy…
Una vez un niño fue a la escuela. Él era bien pequeño. Y la escuela era bien grande. Pero cuando el niño vio que podía ir a su clase caminando directamente desde la puerta de afuera, él se sintió feliz, y la escuela no le parecía tan grande así:
Una mañana, cuando hacía poco que él estaba en la escuela, la maestra dijo:
– Hoy vamos a hacer un dibujo.
– Bien –pensó él.
A él le gustaba dibujar. Él podía hacer todas las cosas: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y barcos…, y tomó su caja de lápices y comenzó a dibujar. Pero la maestra dijo:
– ¡Esperen! ¡No es hora de comenzar!
Y él espero hasta que todos estuviesen prontos.
– ¡Ahora! –Dijo la maestra Vamos a dibujar flores.
– ¡Bueno! –pensó el niño.
A él le gustaba dibujar flores con lápiz rosa, naranja, azul. Pero la maestra dijo:
– ¡Esperen! Yo les mostraré cómo se hacen. ¡Así! –dijo la maestra, y era una flor roja con tallo verde.
– ¡Ahora sí! – dijo la maestra -. Ahora pueden comenzar.
El niño miró la flor de la maestra y luego miró la suya. A él le gustaba más su flor que la de la maestra. Pero él no reveló eso. Simplemente guardó su papel e hizo una flor como la de la maestra. Era roja, con el tallo verde.
Otro día, cuando el niño abrió la puerta de afuera, la maestra dijo:
– Hoy vamos a trabajar con plastilina.
– ¡Bien! –pensó el niño.
Él podía hacer todo tipo de cosas con plastilina: víboras y muñecos de nieve, elefantes y rabitos; autos y camiones…
Y comenzó a apretar y amasar la bola de plastilina, pero la maestra dijo:
– ¡Esperen! No es hora de comenzar. Y él esperó hasta que todos estuviesen prontos.
– ¡Ahora! –Dijo la maestra- nosotros vamos a hacer una víbora.
– Bien, pensó el niño. A él le gustaba hacer víboras. Y comenzó a hacer unas de diferentes tamaños y formas. Pero la maestra dijo:
– ¡Esperen! Yo les mostraré cómo hacer una víbora larga.
– ¡Así! –Dijo la maestra – Ahora pueden comenzar
El niño miró la viborita de la maestra. Entonces, miró las suyas. A él le gustaban más las suyas que las de la maestra.
Pero no reveló eso. Simplemente amasó la plastilina, en una gran bola e hizo una viborita como la de la maestra.
Que era una viborita larga.
Así luego el niño aprendió a esperar y a observar; y a hacer cosas como la maestra, y luego él no hacía las cosas por sí mismo.
Entonces sucedió que el niño y su familia se mudaron para otra casa, en otra ciudad y el niño tuvo que ir a otra escuela.
Esa escuela era mucho mayor que la primera, entonces había puertas afuera. Para llegar a su salón, él tenía que subir algunos escalones y seguir por un corredor largo para llegar a su clase.
Y justamente en el primer día, que él estaba allí, la maestra dijo:
– Hoy vamos a hacer un dibujo.
– Bien –pensó el niño. Y esperó a la maestra para que le dijera cómo hacer. Pero ella no dijo nada, apenas andaba por el salón. Cuando se acercó al niño, ella dijo:
– ¿Tú no quieres dibujar?
– Sí –dijo el niño-. Pero ¿qué vamos a hacer?
– Yo no sé, hasta que tú lo hagas –dijo la maestra.
– ¿Cómo lo haré? –preguntó el niño.
– ¿Por qué?- dijo la maestra- De la manera que tú quieras.
– ¿Y de cualquier color? –preguntó él.
– De cualquier color –dijo la maestra-. Si todos hiciesen el mismo dibujo y usasen los mismos colores, ¿cómo yo podría saber quién hizo qué?, ¿y cuál sería de quién?
– Yo no sé- dijo el niño. Y comenzó a hacer una flor roja, con el tallo verde.
Referencias:
- Sitio Aula Planeta. Disponible en: https://www.aulaplaneta.com/2017/08/02/recursos-tic/francesco-tonucci-vision-educativa-diez-puntos/
- Tonucci, F. (1979). La escuela como investigación. Barcelona: Reforma de la escuela.
- Tonucci, F. (1993).¿Enseñar o aprender? La escuela como investigación quince
años después. Barcelona: Graó. - Tonucci, F. (1997). La ciudad de los niños. Madrid: Fundación Germán Sánchez
Ruipérez.

Excelente texto! Hay tantas teorías pedagógicas y educativas que lo mejor que un docente puede hacer es desarrollar su propia identidad de trabajo
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Gracias Claudia por tus comentarios es inexplicable que el gobierno no haya hecho nada por dar respuesta a una demanda tan importante sólo sabemos de escuelas cerradas sin asistencia
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