Por Lourdes Zalazar

Soy el grito ancestral
la dolorida queja.
Soy la flor de una raza
ya marchita.
Desde el lodo invasor
me he levantado.
Viracocha sostuvo mi dolor…
¡Cuántas lunas han pasado!
¡Cuántas pieles cobrizas mutiladas
Soy el temblor de tumbas profanadas,
el amor, lumbre enlutecida.
El lenguaje mudo de los ojos
que despierta a los cóndores.
Soy el sol que anida en los hogares.
La voz ardiente de esta tierra.
Soy la raza de un espacio quebrantado
que vive, palpita,
en erke, el sikus.
En la queja de una quena
en la pena de una caja.
Tilcara – Jujuy
