Ricardo Carpani

“Hay que tener algo que decir y luego saber decirlo”

Por Roberto Espinosa

El notable artista plástico murió hace 28 años. Conceptos que mantienen actualidad en una entrevista realizada en 1994.

Una luna está desabrochando la pasión entre los árboles. El “Tigre” Millán exorciza un tango en sus manos. Enlaza el deseo en una cintura. Dibuja la rebeldía en ese dos por cuatro y se arroja al felino misterio de la noche. Los pinceles de Ricardo Roque Carpani siguen soñando en esa tela, mientras ahora una milonga de Sebastián Piana se le entrevera entre los dedos.

Isla del Tigre, Buenos Aires. Aquel 11 de febrero de 1930, el piamontés Luis Carpani, dentista, sacude la alegría en la mañana porque Ivonne Durand, su esposa, acaba de dar a luz a un changuito. Al poco tiempo, la familia siembra su futuro en Capilla del Señor, cerca de Areco. Voces campesinas fertilizan su imaginación.

Ya en el secundario, Ricardo despabila su mente en unas conferencias del catamarqueño Luis Franco y una llama ideológica se le enciende en el corazón. Ingresa a la Facultad de Derecho, pero no es hombre de papeles leguleyos. Las leyes le ganan por abandono.

Los 20 años lo sitúan en París, en la Academia de Arte de la Grande Chaumière. Se gana la vida como modelo. Los genes pictóricos de su padre y de su abuelo desembarcan en una vocación urgente. Retorna a Buenos Aires e ilumina su alma con las enseñanzas de Emilio Pettoruti.

La injusticia del mundo golpea su pecho y la lucha obrera atrapa sus dibujos en afiches que lo sacan del anonimato.

“Me inicié como afichista de la CGT, cuando era secretario José Alonso. Después que lo sacan a él, comienza la burocratización del sindicalismo, encabezado por Vandor. Me fui de la CGT”, cuenta.

1974. Exilio en España:

“Me fui porque salí a vender mi trabajo. El sindicato gráfico me hizo saber que no regresara porque figuraba en la lista de la Triple A de López Rega. Surgió en Madrid la idea de hacer mi primera serie sobre el tango. Mi pintura no era sólo militante, había otras cosas como la serie de los amantes”.

Diez años vive en Madrid oyendo los sueños de la patria. El maestro crece en el exilio y se busca en lo cotidiano, en los desocupados, en la historia de los que están solos y esperan. Rebelde, frontal, Carpani no se lleva bien con los eufemismos. 1988. Increíble, pero cierto. Pinta un mural del “Che” Guevara nada menos que en Nueva York.

Agosto de 1994. Invitado por la Fundación Héctor Zaraspe, Carpani expone en Tucumán con Carlos Alonso, Pérez Celis y Ezequiel Linares. Los cuatro maestros polemizan, beben whisky y se abrazan.

Acepta con entusiasmo que lo entreviste.

¿El artista tiene la obligación de pintar su tiempo?

El artista siempre debe estar atento a su realidad; debe representar su época y su realidad. Estamos viviendo un momento en el que la gente que maneja la difusión del arte no tiene una verdadera conciencia de su país. Sigue en manos de camarillas que han pasado las dictaduras y las democracias; es gente de una mentalidad colonizada. Ellos interfieren en el desarrollo del arte y en la formación de los jóvenes porque imponen pautas que se apoyan en el camino fácil, en copiar las modas foráneas.

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¿Debe intentar ser coherente necesariamente en su propuesta artística?

El problema que se plantea entre la correspondencia de la obra artística con la realidad y con el tiempo. O, mejor dicho, la no correspondencia es la correspondencia con otras realidades y otros tiempos. Hay artistas que viven de espaldas a sus propias realidades. Y eso no es arte, aunque tenga mucho éxito, se venda muy bien y aparezca en todos los periódicos y gocen de enorme prestigio los artistas que lo practican. Después están los artistas auténticos: aquellos que se nutren de sus propias realidades, de su época, de su sociedad. La TV, la publicidad, operan en la sociedad de consumo. Si la imagen tiene esa capacidad asombrosa de alienar a una sociedad, quiere decir que también la imagen debe tener la capacidad de liberar a esa sociedad, siempre y cuando se la use con un sentido liberador y desalienante. Hay que tener conciencia de ciertas cuestiones. Vivimos en una sociedad que queremos que sea mejor.

ricardo carpani

A veces se dice que alguien es académico, como una crítica, como si fuera conservador.

Esos son conceptos que surgen, envejecen y vuelven a resurgir. Pienso que no hay que tenerle miedo a la palabra. Alguien que ha hecho la academia y ha adquirido un oficio, me parece muy bien que lo haya hecho así. El problema es que tenga algo que decir, como artista, y para decirlo bien hay que conocer el oficio. Entonces, hay que tener dos cosas: primero, tener algo que decir y, segundo, saber decirlo. Empiecen por saber decirlo, y más adelante, los que tengan algo que decir lo van a decir bien.

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¿Qué es ser auténtico en el arte?

Nosotros somos países colonizados, una nacionalidad en gestación. Estamos totalmente contaminados, porque hay una serie de mecanismos alienantes de tipo social. Nuestro arte está al servicio del mejoramiento de la sociedad. Y eso no es solamente espontáneo, eso tiene que ser consciente, o sea que el artista tiene una responsabilidad. No es expresarse simplemente. Tiene que ser consciente de cuáles son los problemas de su época y crear en función de esa conciencia. Eso no significa hacer un arte panfletario. Porque un panfleto puede ser artístico. Depende de la calidad que tenga y de la capacidad que tenga de comunicar cosas. Yo creo que hay momentos en que el arte tiene que ser panfletario, pero tiene que ser arte antes de ser panfleto. Creo que hay que hacer una diferencia entre el tema y la anécdota. Mucha gente utiliza una anécdota para expresar contenidos que no tienen nada que ver con ella. Me parece que eso es legítimo. Si tomamos como ejemplo la Capilla Sixtina, pintada por Miguel Ángel, vemos que la anécdota es religiosa, tomada de la Biblia, pero el contenido en sí es un canto al individualismo, al humanismo, al descubrimiento del ser humano, a la belleza del cuerpo humano.

ricardo carpani

¿Es importante ganar premios?

Para consuelo de las chicas y muchachos que no recibieron ningún premio, les cuento que cuando yo volví del exilio, en el año 84, comencé a mandar mis obras a los salones. Antes no lo había hecho porque desgraciadamente en este nuestro país hubo muchos años de dictaduras militares. Entonces, como los salones eran oficiales, yo no mandaba, simplemente para no avalar las circunstancias políticas existentes. Cuando volví ya estaba la democracia y decidí comenzar a participar en los salones. Mandaba a salones de pintura, salones nacionales de dibujo y demás. Nunca, jamás, me dieron ningún premio.

Carlos Alonso, Pérez Celis, Ezequiel Linares y Carpani reunidos en una exposición expresan cuatro voces plásticas diferentes, ¿en qué coinciden?

Creo que al margen de capacidades personales y de riqueza expresiva, si algún mérito tiene la exposición que hacemos aquí, en Tucumán, los cuatro que estamos exponiendo, es que somos cuatro artistas que responden a su realidad. Que pintan su aldea para pintar el mundo. Y creo que, por ejemplo, juzgando los cuadros que hemos visto hoy, pienso que aquellas obras que hemos destacado corresponden también a ese criterio. Están expresando una realidad propia. Es más, aun yo diría que, desde mi punto de vista, el último criterio desde el cual emití juicios, es ese. El de la autenticidad. Aunque también en las realidades ajenas hay cosas para aprender, pero ojo: aprenderlas para usarlas en función de uno mismo.

ricardo carpani

Cada uno sigue su rumbo. Ricardo pinta los telones de “Tango pasión”, espectáculo ideado por Héctor Zaraspe que conquista Broadway y Europa y recibe distinciones. Este nieto del cazador de pumas despierta cada tanto el ancestro de Espartaco. 1997. El martes 9 de septiembre, los 67 años del “Tigre” Carpani lanzaron su último rugido, pero no pudieron ahuyentar a la muerte.

Publicado por Juana Manuela

Empresa destinada a la publicación de textos de difernetes géneros literarios, como así también a la difusión de nuestra cultura latinoamericana.

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