Manos llenas de magnetita

Por Olivier Pascalin

La investigación sobre los efectos del magnetismo en los humanos continúa, al igual que el estudio de la naturaleza magnética de sus cuerpos.

Estos son receptores magnéticos responsables de este sexto sentido: cristales de magnetita, un frágil material magnetizado, incrustados en las cabezas de palomas y delfines, animales conocidos por su sentido de la orientación. Estos mismos cristales se encuentran incrustados en las cabezas de las abejas. Por lo tanto, la acción de campos magnéticos artificiales se ejerce sobre ellos desde estos cristales, llegando incluso a alterar por completo su comportamiento.

En los humanos, se localizan en seis puntos muy específicos que desencadenan la reacción de detección del agua: las sienes y los músculos oculares, el cerebelo, el cuello, los codos y las rodillas. En la naturaleza, desviaciones muy leves en el campo magnético terrestre actúan sobre estos sensores y desencadenan un breve reflejo de relajación. Provocan un ligero temblor muscular que hace oscilar la varilla o el péndulo.

Que seamos sensibles a variaciones tan pequeñas (1/50.000 de la gravedad terrestre) sorprende a físicos y biólogos, pero es un hecho bien establecido. El cuerpo humano puede percibir variaciones en el campo magnético del orden de una milésima del campo terrestre.

Esto significa que, al pasar por zonas sujetas a campos magnéticos, una persona experimenta, sin darse cuenta, un desequilibrio físico que le obliga a realizar un esfuerzo muscular que puede provocar un aumento de la fatiga.


Magnetismo Curativo
El magnetismo es un agente físico de un tipo particular, fuente de vida para órganos y células, y puede transmitirse a personas enfermas mediante un magnetizador que actúa como acumulador: el fluido, al pasar por las manos y los dedos, penetra en el cuerpo del paciente, al igual que lo hacen las corrientes eléctricas, los rayos X, la radiación luminosa, los ultrasonidos, etc.

Se trata, de hecho, de una fisioterapia específica que consiste en pases magnéticos (imposiciones localizadas) a lo largo del cuerpo. El principio de la magnetoterapia consiste en introducir un fluido dotado de propiedades vitales y magnéticas en un cuerpo desvitalizado o con desequilibrio magnético.

Solo un magnetizador, cuyo cuerpo posee una sobreabundancia de fluido, puede aplicarlo a quienes padecen trastornos patológicos derivados, según el principio magnético, de una disminución del potencial del fluido.

Todas estas maniobras magnéticas pueden compararse con el trabajo realizado por la pareja soviética, Semione y Valentina Kirlian, poco antes de la Segunda Guerra Mundial, que fascinó a todos los interesados ​​en el magnetismo. Concluyeron que se producía una transferencia de energía de las manos del magnetizador al cuerpo de la persona magnetizada.

El Efecto Kirlian Desde la antigüedad, se ha debatido la noción de un cuerpo invisible, el aura, que rodea el cuerpo físico. Esta aura es una emanación tan sutil (como lo expresa su etimología latina, «aura», que significa «aliento de aire») que ha sobrevivido a los siglos con su misterio.

Y aunque los nombres se hicieron más numerosos: cuerpo sutil, cuerpo etérico, halo luminoso (presente en pinturas alrededor de las cabezas de santos y de Jesucristo), las explicaciones seguían siendo vagas. Al igual que la evidencia…

Hasta que un día de 1939, Semion Kirlian, un electricista ruso de Krasmodar, descubrió por casualidad, mientras trabajaba con equipos de alta frecuencia, que aparecían eflorescencias luminosas alrededor de los cuerpos vivos. Con su esposa Valentina, tomó miles de fotografías de lo que se conocería después de la Segunda Guerra Mundial: «el efecto Kirlian».

El mundo de las imágenes se enriqueció con una nueva dimensión que los parapsicólogos no dudaron en reivindicar. Se cree que las diversas capas luminosas concéntricas observables en estas imágenes no son otra cosa que el aura.

Un diagrama explicativo incluso llegó a especificar que la primera correspondía a lo físico, la segunda al alma y la tercera al espíritu.

Muchas afirmaciones de la época se basaban en investigaciones estadounidenses y soviéticas, muy difíciles de obtener. Además, pocos autores describían datos experimentales precisos siguiendo protocolos rigurosos y reproducibles.


Todos los físicos saben que, si bien la electrostática teórica es bien conocida, el enfoque cuantitativo del fenómeno sigue siendo complejo en la realidad. Sin embargo, el efecto Kirlian se presentó esencialmente como un fenómeno electrostático, lo que indicaba los numerosos parámetros que debían dominarse para aplicaciones fiables.

Kirlian había fotografiado objetos o ciertas partes del cuerpo humano al pasar por una corriente eléctrica. En las fotografías resultantes, aparecía un halo luminoso de intensidad y color variables que rodeaba el cuerpo físico fotografiado. Los soviéticos denominaron a este fenómeno luminoso «cuerpo energético» o «cuerpo bioplásmico» y observaron tres hechos esenciales:

  • Este halo era un barómetro de la salud del paciente (en caso de enfermedad, su intensidad disminuía).
  • Estaba vinculado al cuerpo físico en su totalidad original: en la foto de un sujeto con una pierna amputada, el halo seguía la forma de la extremidad amputada.
  • Podía utilizarse como medio para detectar enfermedades: cada una de sus variaciones (disminución de intensidad, cambio de color, etc.) era un presagio de un trastorno físico, e incluso psicológico.

En otras palabras, un campo considerado por los propios especialistas como «extraño» y «raro». Casi un barco de locos. Este mar físico-matemático, aún parcialmente desconocido e incomprendido, responde, sin embargo, a cierta lógica. Aún necesitamos descifrar las reglas del juego de este mundo misterioso.

Así es como nos adentramos en la física cuántica, el campo que estudia la realidad en su nivel subatómico más fundamental, donde escudriñamos las interacciones entre la materia y la energía.

Su descubrimiento se debe a la síntesis, lograda a principios del siglo XX, entre la física de partículas y la física de ondas. Estudiada a nivel cuántico, esta nueva física contradice las reglas universales e inmutables que anteriormente regían las leyes de la llamada física clásica.

La probabilidad reina suprema, burlándose del determinismo matemático. Esta lógica contraintuitiva ha causado dolor de cabeza a muchos científicos.

«¡Dios no juega a los dados con el universo!», exclamó Albert Einstein.

En un siglo, el asombro de la comunidad científica ha dado paso a aplicaciones concretas y nuevos descubrimientos. El GPS, los láseres, las computadoras y los teléfonos inteligentes no existirían sin los relojes atómicos desarrollados en la década de 1960, ahora perfeccionados por la tecnología cuántica.

Publicado por oberlus1954

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