Sarmiento: maestro, político, escritor, viajero

Por Argentina Mónico

Faustino Valentín Sarmiento, conocido como Domingo Faustino, nombre que asumió en homenaje al santo de familia, nació en San Juan, capital de la provincia cuyana argentina, el 15 de febrero de 1811. Hijo de José Clemente Quiroga Sarmiento, arriero de mulas y peón ocasional, fervoroso soldado de la Independencia, y de Paula Albarracín, mujer fuerte y emprendedora que, en ausencia del padre, se imponía en el hogar.

Entre 1815 y 1821, Domingo cursó estudios en la Escuela de la Patria de su ciudad natal. En 1823, luego de tratar vanamente de ingresar al Colegio de Ciencias Morales en Buenos Aires, trabajó como asistente del ingeniero Víctor Barreau, en la Oficina de Topografía de San Juan. 

Su tío, el presbítero José de Oro -a cargo de los estudios de Domingo, fue desterrado en 1825, por exhibirse contra las reformas eclesiásticas. Se trasladaron juntos a San Luis donde fundó su primera escuelita, siendo maestro y discípulo al mismo tiempo.

En 1848 se casó con Benita Martínez Pastoriza, viuda de su amigo Domingo Castro y Calvo, y adoptó al hijo de éstos, Domingo Fidel (Dominguito), quien al estallar la guerra contra Paraguay y pese a la oposición de su madre, se alistó en el ejército argentino donde obtuvo el grado de capitán.

Dominguito murió a los 21 años de edad, en 1866. Sarmiento escribió la biografía de su apreciado hijo adoptivo (Vida de Dominguito). La prematura muerte del joven lo entristeció hasta su propia muerte acaecida en Paraguay el 11 de septiembre de 1888, a los 77 años de edad. Sus restos regresaron a Buenos Aires y fueron sepultados en el Cementerio de la Recoleta.

Sarmiento fundó la Sociedad Literaria en 1838, filial sanjuanina de la porteña Asociación de Mayo de 1810, de la que participaban Esteban Echeverría, José María Gutiérrez, Juan Bautista Alberdi y otros hombres de la Generación de 1837. La sede del grupo artístico era utilizada como centro de reunión de los opositores a Juan Manuel de Rosas, por entonces gobernador de Buenos Aires y Encargado de las Relaciones Exteriores de Argentina.

Creó el periódico El Zonda (1839), desde el que dirigió críticas al rosismo. Por sus ataques al gobierno federal, en 1840 tuvo que exiliarse en Chile. Allí fundó el periódico El Progreso y escribió para El MercurioEl Heraldo Nacional y El Nacional.

Durante 1845, el periódico El Progreso, de Chile, publicó el folletín que luego se editó completo bajo el título: Civilización i barbarie, Vida de Juan Facundo Quiroga, aspecto físico, costumbres i ábitos de la República Argentina.

La obra relata la lucha que libró la civilización de las ciudades, contra la barbarie de la campaña, entendido en términos del propio Sarmiento.

El autor identifica la historia con la biografía: en el destino del caudillo riojano, Sarmiento simboliza la campaña bárbara. Luego de describir tremendamente a Quiroga y a Rosas, propone un programa de gobierno que ubicaría al país en el camino del progreso.

No existe prácticamente texto de Sarmiento que no surja como respuesta ante una situación, para rebatir una idea o lanzarla: 

“Soldado, con la pluma o la espada, combato para escribir, que escribir es pensar…”, dijo en su obra Campaña en el Ejército Grande aliado Sud América (1852).

Sarmiento, Domingo F.: Campaña en el Ejército Grande, México, Fondo de Cultura Económica, 1958

Sarmiento fue un viajero: en algunas oportunidades llevado por misiones diplomáticas o culturales; en otras, por los exilios que, más que viajes, constituyeron diversos y sucesivos lugares de residencia.

Una vez finalizado su viaje por el mundo, en 1848 se casó con Benita Martínez Pastoriza, viuda de su amigo Domingo Castro y Calvo, y adoptó al hijo de éstos, Domingo Fidel (“Dominguito”) y se instaló con ellos en Yungay.

Durante más de un año se dedicó de lleno a escribir; fruto de ello es su obra Viajes en Europa, África y América, (volumen 1, 1849 y volumen 2, 1851): en cuyo prólogo escribió:

 “Los viajes son el complemento de la educación de los hombres, y si el contacto con personajes eminentes eleva el espíritu y perfecciona las ideas, puedo vanagloriarme de haber sido muy feliz en mi excursión, pues he podido acercarme, no sin haber sido favorablemente introducido, a los hombres más eminentes de la época”.

Pero sin duda Sarmiento fue un gran maestro, y un visionario porque sabía que nuestra Patria sólo podía crecer a partir de la educación del pueblo.

MI MAESTRA

¡Señorita señorita!
me acuerdo cuando llegué
a esta hermosa escuelita
que hoy me está viendo crecer.

Me acuerdo de aquélla tarde
cuando con miedo te hablé,
y tus ojos me miraron
con dulzura de mujer.

Te veía igual que a mami
y tu mano acaricié
esas manos que a diario
me enseñaban el “por qué”…

El por qué de muchas cosas
que aprendía sin querer,
me enseñaste ¡tantas cosas!
yo por ti aprendí a leer
a hacer cuentas y problemas
y así te aprendí a querer.

Hoy las veo ¡son tan buenas!
y las deseo tener
a todas aquí a mi lado
acariciarles su sien
… y esas manos laboriosas
que tantas veces toqué
quisiera apretarlas fuerte
y darles besos de miel,
y palabras al oído
¡dulce maestra te quiero!

¡Feliz día! Te deseo
y por siempre te querré.
Y en mis sueños de la infancia
una historia tejeré;
con hilos de oro y plata
para ti yo bordaré
una palabra muy bella
que siempre recordaré.

¡Maestra con toda el alma
aquí yo te llevaré!

Nelly Mormina (POEMA PremiadO por ADP)

¡¡FELIZ DÍA A TODOS LOS DOCENTES!!

Fuente consultada:

Publicado por Juana Manuela

Empresa destinada a la publicación de textos de difernetes géneros literarios, como así también a la difusión de nuestra cultura latinoamericana.

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