Entrevista y breve reseña del libro Los tiempos del Río de Sonia María Diez Gómez
Por Emilia Baigorria

Sonia María Diez Gómez, nació en Salta. Es licenciada en Letras (UNSa) y Especialista en Lingüística (UCASal). Realizó la Maestría en Ciencias del lenguaje y en Didáctica de la Lengua y la Literatura. Docente e investigadora. Profundizó sus estudios en el Instituto Salteño de Investigaciones Dialectológicas “Berta Vidal de Battini”. Publicó, además de esta novela, dos ensayos referidos a Las Lajitas y su Rio del Valle. Obtuvo importantes premios en reconocimiento a su valiosa obra.
Asistamos al tránsito por este paisaje, su río y su memoria desde los relatos que fluyen en esta creación histórica-literaria.
Los tiempos del río, el interesante título del libro escrito por Sonia María Diez Gómez encierra el transcurrir de la vida de un pueblo, Las Lajitas, convertido en emblemático al que bañan las aguas del Río del Valle – Anta- Provincia de Salta.
Pueblo y Río, dos realidades inseparables.
En Los tiempos del río la naturaleza cobra dimensión de protagonista, no es solo el río sino todo el entorno físico de la novela: El Gran Chaco Gualamba de llanuras y montes, quien como un gran manto cobija el acontecer de las familias que lo habitan. Los fuertes el del Río del Valle y El Piquete – fundados por Don José Victorino Martinez de Tineo – dan testimonio del entorno. . .
“Y sucede a veces en la selva que cuando sus lianas, extendiéndose como serpientes verduzcas, impiden divisar la luz del día, los hombres se pierden desorbitados y extraños.” (Diez Gómez, S. p.29).[1]
Las múltiples historias se inician en el tiempo de la Colonia, en el accionar de Gerónimo Matorras, el ambicioso y desmedido conquistador que llegó a desempeñarse como gobernador de la región del Tucumán.

La novela comienza con un dato histórico en el año 1720 y una sucesión de innumerables acontecimientos que sucedían en la vida cotidiana como si la autora quisiese aprisionar todos los instantes vividos por los pobladores.
La novela de Sonia María de alguna manera trae el recuerdo de los escritores que fijaron presencia tanto del mundo indígena, como del recuerdo de la infancia, nombramos a José M. Arguedas –trascendental sello de identidad- y Rosario Castellanos.
En Los tiempos del río el ambiente familiar es parte del entorno relatado constantemente; la figura que emerge en forma contundente es la del abuelo Evaristo.
Hago saber a Sonia María de la inquietud por el uso de la segunda persona dispuesta y asumida en la novela.
-Seguramente porque “las voces iban suspirándome al oído…” como sugiriendo directamente la transcripción de las vivencias que rondaban en el aire como testimonio vivo de hechos pasados – responde.
Sonia m. Diez Gómez
Es la historia de los pueblos que habitaron mi infancia, las personas y sus historias, la casa antigua de adobe en medio del monte, los relatos familiares –continúa recordando Sonia María.
Y el río marcando los tiempos como un gran señor de máxima autoridad –recuerda con cierta nostalgia.
Desde esa elección en segunda persona para los relatos que integran la novela, la autora crea diálogos con Clarita, joven que representa de alguna manera la fricción entre dos culturas o “la incertidumbre de lo desconocido” (p.31). Una segunda voz que todo lo sabe:
“te asfixias Clarita…
te hundes en un abismo…
casi no respiras… (p. 33).
El uso de la segunda persona es un recurso que configura un autor-transcriptor pero Sonia María amplía los límites del concepto, no se limita a una simple transcripción de los relatos que flotan en el aire y en extrema necesidad se expresan sino sucede que este modo de contar va desplazando o alejando el sitial del autor.

Vale decir también que Los tiempos del río no es una novela epistolar, sin embargo, la inclusión del género tiene su importancia en la obra y merece su mención porque a través de su frecuencia conocemos mundos internos de algunos personajes, además de un recurso que asiste al modo de contar. Por eso es atinado recordar a Oscar Tacca cuando expresa
“La novela epistolar utiliza del modo más natural todo el registro de las personas gramaticales, y es tal vez el antecedente más antiguo de la segunda persona”
Sonia María Diez Gómez sabe que ha escrito una novela de voces, de muchas voces de tránsito, que la polifonía es uno de los rasgos que lleva a la profundidad de la obra.
Sí, recuerdo esas voces, a veces siento que las escucho –confiesa.
La construcción de la novela Los tiempos del río es una muestra de unidad narrativa uniendo la autora no solo lo que cuenta sino también cómo lo hace; es una novela de nubes de polvo, insectos voraces, el viento en vendaval, de fantasmas y sombras, de castigo y como si eso fuese poco, el calor del medio día.
“Uno que lacera y se escurre entre nuestras grietas para hacernos sentir incómodos como suele hacerlo la buena literatura”, diría Juan Camilo Rincón, el escritor colombiano; también de los que llegaron desde España, como Encarnación quien manifestó “… aquí me quiero morir y que me entierren en el cementerio a orillas del río”. (p.184).
Sonia m. diez gómez
¿El protagonismo del río cómo se manifiesta?
El protagonismo del río se muestra en todos los actos de la vida – responde la autora, es su mirada la que ha marcado el paso del tiempo, su existencia acompañó a todos los acontecimientos de los pobladores de la región.
Descubro entonces ese rol en el ritual del camino al cementerio:
“Lloraban, caminando, mientras iban rezando el rosario durante los dos kilómetros que distan entre la casa y el campo santo, a orillas del Río del Valle”. (p. 191).
El río también mira los gestos de amor
“Así, el pasado y el presente se entremezclan,… Sin saber que muchos años más tarde, Virginia, vos también te enredarías en ellas. En las historia de amor del Río del Valle”. (p.217); en “Vas avanzando, Gerónimo Matorras, jefe de la expedición colonizadora al Gran Chaco, … entre la tropa que guía el Río del Valle” (p.27); o “… pasaste la mañana recorriendo la orilla oeste del Río del Valle, alrededor del Fuerte … viste aves coloridas y con alegría las sentiste cantar, así olvidaste un poco las lágrimas …” (p.39)
Sonia M. Diez Gómez
Pregunto: ¿Cómo es la estructura de la novela?
La novela se estructura en cinco partes y en cada una de ellas está implícito el rol esencial de la mirada del Río del Valle: la primera parte titulada “Entre cartas y entradas al Chaco” muestra a un río testigo de habitantes:
“Es 18 de junio. Llegando a las márgenes del Río Grande o Bermejo, Matorras, tú y los otros se admiran ante la inusitada presencia de cientos y cientos de nativos”. (p.46).
La segunda parte llamada “Entre las glicinas y las onzas de oro”, páginas donde El Fuerte y el Río del Valle: dos baluartes de la zona parecen competir en protagonismo, esto es por la fuerza que representa cada uno. ”No conoces, Consuelo, muchos lugares. Has nacido aquí, en Piquete de Anta a cinco leguas del antiguo Fuerte del Río del Valle. (p.69).


La tercera parte titulada “Entre el mirador y “la puntada al costado”
“Es tan cerca el río, apenas bajar unos metros desde la cuesta y seguir así el camino hasta el llano. Y entonces aparece, pedregoso y cristalino en el invierno y barroso luego de las lluvias del verano. Rio ondulado, zigzagueante, rio claro y turbio, tu rio. El Río del Valle. (p. 148).
Sonia M. diez gómez
La cuarta parte titulada “Entre carros y el tren” desgrana capítulos mostrando unas veces al río testigo de los pasos de don Salustiano.
«Estaba listo don Salustiano para viajar al día siguiente en el tren que salía a las tres de la madrugada con destino a Pichanal”
Sonia m. diez gómez
O también,
Como todos los comerciantes que transitan en carro por los intrincados caminos de las serranías anteñas, entre curvas serpenteantes de tierra, cada quince días se trasladan hasta allí. También las frutas y las verduras venden los mercachifles que van en sulky por las montuosas comarcas del Río del Valle. (p. 70).
O “Los desvencijados carros, cargados de mercadería, atraviesan meciéndose por el Río del Valle para comerciar con los vecinos pobladores”
La quinta parte titulada “Entre los silos y los naranjos en primavera” también tiene presente siempre al río, “Y vas navegando en su sangre, como un barquito en el río”. “Yo amaba el Río del Valle, con sus serpenteantes curvas y con ese paisaje en la lejanía de serranías verdosas” recordaba Virginia.
“-Cruza la otra orilla del río, la del Río del Valle, y yo te voy estar esperando, pero no te des vuelta, no vuelvas al pasado”. “Cruzaste la otra orilla Virginia. Entre los tiempos y el río”. P. 243
La novela ofrece una serie de imágenes, un entrecruzamiento de miradas, la tensión por el poder del conquistador y la resistencia indígena.

El río, siempre el río, también mostrándose indiferente:
Unos metros más abajo apenas, el Río del Valle transitaba, navegando entre sus aguas mansas, ausente de todo suceso familiar que marcaba el destino de una estirpe, como era una boda. Ausente. El río era un silencioso testigo, indiferente, con el correr de sus aguas. (p.139);
También las voces del río de la abundancia cantan su realidad “las aguas de tu Río del Valle, el río, gran cauce habitado por diferentes peces, como los que pescas en los atardeceres de la primavera y del verano” de todas formas el río:
Es tan cerca el río, apenas bajar unos metros desde la cuenca y sentir así el camino hasta el llano. Y entonces aparece, pedregoso y cristalino en el invierno y barroso luego de las lluvias del verano. Río ondulado y zigzagueante, río claro y turbio, tu río. El Río del Valle (p. 148).
Estas tierras han sido habitadas por un monocultivo poderoso como el de la soja, cereal voraz que ha llevado riquezas a la región en la década del ´80 pero de la misma manera la producción constante en el mismo campo genera la disminución de las capacidades nutrientes de la tierra.
Para finalizar, en calles y bares de Las Lajitas aún resuenan los murmullos entre los diálogos de amor:
“A través de los ventanales de vidrio del bar, que dan a la avenida principal de Las Lajitas, vos y él van sorteando movimientos, intentando cruzarse, jugando en un ir y venir de poses”.
Sonia m. diez gómez
“La moza del restaurante ni siquiera los miró…”
“Sobre el mantel a cuadros rojos y verdes le escribiste en las servilletas de papel mensajes de amor” (p.240)
Bibliografía consultada:
- Diez Gómez, Sonia M. Los tiempos del rio. Rio del Valle – Las Lajitas. (2012). Fondo Editorial (Secretaría de Cultura de la Provincia de Salta, Editorial Hanne: Salta.
- Tacca, Oscar. Las voces de la novela (1973). Gredos: Madrid.
- Kundera, Milan. El arte de la novela. (1986). Tusquets: Madrid.
[1] Todas las citas pertenecen a la edición citada en obras de consulta.





