¿Son compatibles la ciencia y la fe?

Por Olivier Pascalin

Por supuesto, sabemos que la Iglesia tiene una larga historia de resistencia a las afirmaciones de la ciencia de diversas maneras. Galileo constituye el paradigma que se recuerda con demasiada frecuencia. Otro ejemplo es la crítica histórica científica de los textos sagrados. Más recientemente, encontramos la desconfianza duradera de la Iglesia hacia el psicoanálisis; Sin olvidar la reiterada condena a los métodos anticonceptivos, etc.

Descartamos así a los extremistas por ser indiferentes, pero hay otra manera. Cuando los teólogos se aferran a afirmaciones demasiado claras, leemos otras más flexibles o moderadas. Y si Poincaré o Monod predican un racionalismo estricto, los consideramos como científicos que avanzan abusivamente en territorio filosófico y queman allí sus alas. En la época en que decidí estudiar medicina se hablaba del sacerdocio, es decir de una función sagrada. Lo mismo ocurrió con los sacerdotes.

Además somos los únicos que hablamos de colegas. El sacerdote (fe) y el médico (ciencia) tienen cosas en común. De ahí este texto sobre el tema de la ciencia y la fe. Puede parecer pretencioso tratar un tema así cuando uno es apenas un aprendiz de filósofo-teólogo. Para justificarme, invocaré el hecho de que, como médico y antropólogo especializado en espiritualidad, me he comprometido personalmente con el doble camino de una profesión científica y una creencia católica.

Desgarrado, y a veces incluso dividido entre estas dos filiaciones, busco una síntesis posible, si es que la hay… De ahí mis reflexiones, que deben ser vistas más como un llamado a la crítica y a nuevas sugerencias que como afirmaciones tajantes. Que los especialistas perdonen la probable torpeza de mi texto: sus doctrinas quizá no hayan superado siempre la prueba del hombre común y corriente que soy.

Para los católicos no hay conflictos insolubles entre la ciencia y la fe. ¿No nos dicen esto nuestros filósofos y teólogos, aunque sea un poco complicado de entender?

En realidad es complicado de entender y hay que ser un especialista para poder discutirlo. Por eso confiamos en nuestros especialistas: ¡ciencia y fe son compatibles porque así nos lo dicen!

Así que estamos tranquilos. El ligero malestar que esta controversia pudo haber causado se está aliviando en nosotros. Tenemos en mente algunas frases clave firmemente establecidas. Y ahora vivimos en paz.

Las divergencias persisten

Pero trabajo en una profesión en la que la gente cree que cualquier malestar, incluso expresado en voz baja, puede ocultar un problema grave. Podemos pensar que la ciencia y la fe son en gran medida compatibles y que las divergencias presentadas son sólo locales y temporales. No son menos persistentes.

Puedo entonces preguntarme si estas divergencias no encubren otras más profundas. Al querer apaciguarlos demasiado rápidamente, ¿no corremos el riesgo de perder toda una crítica positiva de la ciencia y de la fe? ¿Con consecuencias concretas en el modo en que nos tratamos a nosotros mismos, a los demás, a los enfermos e incluso a los ateos?

Cuando escucho a un médico católico practicante y convencido decirme que todo en el amor es, en última instancia, una cuestión de hormonas, cuestiono nuestra formación. Pero también cuando un colega se sorprende al descubrir que el psicoanálisis y la religión quizá no sean mutuamente excluyentes. En el fondo, persiste el temor a una posible incompatibilidad entre ciencia y fe.

Utilicé la palabra: incomodidad. Este término debe tomarse en serio. ¿No da testimonio del deseo de que la ciencia y la fe estén en armonía? ¿Cuál es el sentido de este deseo? En otras palabras, ¿de qué nos sirven la ciencia y la fe? ¿de qué nos privaría el desacuerdo entre ellas?

Nuestra pregunta entonces es: ¿Qué propósito queremos que tengan la ciencia y la religión que requiera que sean compatibles?

Publicado por oberlus1954

Ce qui est capital, ce ne sont pas les moyens financiers mais votre motivation et votre discipline.

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