Por siempre Salta la linda…

Por Eduardo Ceballos

La ciudad de Salta se prepara para festejar el 442 aniversario de su fundación, ocurrida el 16 de abril de 1582, por orden del Virrey del Perú, don Francisco Álvarez de Toledo. 

En Santiago del Estero, inició los preparativos para llevar a cabo la empresa, en julio de 1581.

Acompañaba al fundador, el Obispo Fray Francisco de Victoria, quien tiempo después fue el encargado de donar a Salta una imagen del Cristo Crucificado, que daría origen a la Fiesta del Milagro y la Virgen del Rosario para el templo de Santo Domingo en Córdoba. Estas imágenes religiosas enviadas desde España llegaron misteriosamente por el océano Pacífico hasta Perú, de donde fueron transportadas a nuestra ciudad.

La idea de crear esta muy noble y muy leal ciudad, se hacía con el objeto de generar un centro poblacional que sirviera de escala entre el Virreinato del Perú con sede en Lima y el Virreinato del Río de la Plata, con sede en la ciudad de Buenos Aires, fundada en 1580.

Con relación al nombre de Salta, que quedó como única denominación de la provincia, se presume que es de origen aborigen y que nombra a una tribu que habitaba esta geografía, pero son muchas y disímiles las teorías lingüísticas.

Con el tiempo cobró importancia y en el año 1783, fue designada Capital de la Intendencia de Salta del Tucumán.

Luego, siempre en la lucha contra los realistas, se destacaron los heroicos gauchos de Salta, que comandaba el general Martín Miguel de Güemes. Tras la Independencia declarada en Tucumán, el 9 de julio de 1816, Salta quedó arruinada, por tanto que aportó a la Patria.

Recién hacia 1890, con la llegada del ferrocarril, la economía adquirió de nuevo vigor y puso a la provincia en movimiento.

Salta La Linda, nuestra ciudad está de festejo y la saludamos con mucho orgullo de ser sus hijos.

SALTA ES POESIA

Como podrías no ser, símbolo de tradición,
si el gauchaje con honor defiende tu identidad,
cómo no haber en tus calles, evocando la canción,
“por cada esquina un cantor”, si en ti se habrán de inspirar.

Generoso el Portezuelo, desde el balcón mirador,
muestra todo tu esplendor, presentando la ciudad;
se puede apreciar tu noche, derroche de mil estrellas,
celosas las luces de ellas, bajan el cielo a tú umbral.

Tus callecitas estrechas, de aquel tiempo colonial,
faroles que alumbraran con luz tenue del recuerdo,
viejas arenas que fluyen en un presente de encuentro,
sobrevivientes del tiempo, por siempre han de perdurar.

El transitar de carruajes, los pintorescos cocheros,
caballeros con sombreros, y damas de fino encaje,
pregones del aguatero, panaderos y lecheros
en burrito los queseros desde lejanos parajes.

Tus peculiares iglesias, torreones y campanarios,
destacándose y erguidos; luciendo el arte de antaño;
magnífica alfarería el mercado artesanal;
en Balderrama el folclore y el plato tradicional.

Agosto sutil encanto del florecido lapacho,
sea rosado, sea blanco, o amarrillo como el sol,
sobresale entre el verdor del abundante follaje,
bello telar tu paisaje, acuarela de color.

Setiembre es jacarandá, las veredas azulando,
es el tiempo del milagro, tus hijos peregrinando,
son los labios de Anahí, flor de ceibo apasionado
su beso aterciopelado del viento se ha enamorado.

Quien podría resistirse al hechizo de tu amor,
es dulce néctar tu flor porque virtuosa naciste,
misterio hay en tus raíces con saborcito a mistol,
seduces con tu candor, sutil perfume de azahares.