LA INTIMIDAD HECHA TERNURA
Por Jorge Triviño Rincón

Este es el primer texto acerca de cuatro escritores y poetas caldenses a los que se les va a realizar un homenaje a su vida y obra, y que se ha denominado ORQUÍDEA DE DIAMANTE, ya que la flor nacional de Colombia, es esta preciosa flor, de la cual hay en nuestro territorio 4270 especies en 274 géneros.
Jaime Ramírez Rojas es un poeta nacido en Anserma, Caldas, destacado por su vasto conocimiento de la tradición francesa y porque en sus poemas, imprime toda la ternura de su conocimiento.

Aunque no he tenido la grata ocasión de verle personalmente, he conocido apartes de la trayectoria de este extraordinario bardo, nacido en Anserma Caldas.
Su padre, un hombre de pensamiento liberal, debió huir de la ciudad, donde era un próspero comerciante. De allí, se mudó para Cartago, luego hacia la ciudad de Manizales, y de esta capital caldense, emigraron a Pereira, capital de Risaralda; nuevamente hacia Manizales y, viviendo en la capital de Caldas, recibió la noticia de que su padre había sido asesinado en la vereda Maraprá de Anserma, donde él tenía una finca. Este doloroso hecho, ocurrió el 6 de agosto de 1948. El poeta finalmente se radicó en la ciudad de Cali.
Jaime Ramírez Rojas, tendría a la sazón seis años. Esta triste experiencia marcó su vida. El bardo, es un hombre de vasta cultura, y que además ha leído innumerable cantidad de los escritores clásicos, y sobre todo los franceses. Es un gran conocedor de arte pictórico y en un tiempo posterior, se dedicó al ejercicio de la política, llegando a ser senador de la república de Colombia.

Pero además de su vasta erudición, se destaca por imprimirle empuje a los talentos en la cultura en su ciudad natal Anserma. La casa de la cultura, lleva su nombre rindiéndole un merecido homenaje.

Por la revista Papel de oficio, de la cual es editor, han pasado escritores de gran talla, dentro de los cuales se pueden citar a:
Jorge Vélez Correa, Enrique Quintero Valencia, Augusto León Restrepo Ramírez, Fabio Vélez Correa, Alberto Londoño Álvarez, Hernán de los Ríos Tobón, Álvaro Valencia Llano, Víctor Hugo Vallejo, Jorge Eliécer Zapata Bonilla, Rodrigo Llano Isaza, Jaime jurado Alvarán, Carlos Arturo Ospina Hernández, José Jaramillo Mejía, Aníbal Gamboa Zapata, Carlos Arturo Arbeláez Cano, Octavio Hernández Jiménez, Elizabeth López Ríos, y Jaime Ramírez López —hijo suyo—, y gran ilustrador.
Sin embargo, la lista es bastante larga, y no la puedo citar, pues no la conozco a plenitud; pero sé que muchos creadores en diferentes disciplinas del pensamiento humano han pasado por allí dejando su impronta.
En el año 2016, se publicó el libro de poesía Cuando el amor desnuda las palabras, ilustrado por su hijo Juan Pablo Ramírez López, que hace honor a su sentido estético y a su canon de belleza.
El poema que da inicio al libro, es tan revelador como hermoso en su estructura orgánica. Aquí, el autor, plantea que su obra poética nace del silencio mismo, de su mutismo —consciente o no—, y que sus versos limpios, depurados y decantados, serán la luminaria hasta el fin de sus días.
ALFA Y OMEGA
Tenía que estar solo para contar mi tiempo
medido en la clepsidra de oculta remembranza,
agua y sal, voz de arena, dimensiones de fuego,
hicieron más vibrante la luz de mis palabras.
Una canción de mar buscando playas nuevas
dibujó mi camino de plenitud Caribe…
y también era el viento huracanando arterias
en tropical denuncia de bandera amplia y libre.
Así llegué a la aurora y así iré hasta el ocaso
dibujando elementos, también palomas y águilas,
con los que he construido el tremor de mi canto.
Y diseñé adjetivos limpios en mi garganta
que irán iluminando la huella de mis pasos
al final de la noche cuando eleve mis alas.
En este hermosa composición poética, el autor, deja entrever su alma pura y sincera, en la que manifiesta su única intención, legando a la posteridad su obra.
Y como toda vida no está exenta de cambios, hay un poema en el que muestra un estado de oscuridad en el que se vio ensombrecida su alma. En él descollan sus palabras en incesante súplica para encontrar la guía que le lleve a buen término y le brinde la armonía perdida.
LA NAVE DELIRANTE
Navego por mi sangre en un buque de niebla:
el sextante no indica dónde está el corazón;
es un barco sin anclas, lleva rotas sus velas,
sus mástiles no apuntan al cielo del amor.
No hay norte en mi destino, la brújula está quieta,
el sur es el pasado en mi equivocación,
el oriente me duele, el occidente inquieta,
y hay tempestad de fuego dentro de mi razón.
La nave delirante de mis pasados sueños
ha desviado la ruta hacia un cruento destino
que siembra sus cuchillos en todos mis sucesos.
¡Descubre tus estrellas, alumbra mi camino!
regresa con tus lámparas de amor entre los besos,
sextante, vela, brújula, ancla de mi cariño.
En este mes del amor y la amistad, celebrado en otros países diferentes al nuestro, la siguiente elegía toca profundamente las fibras más sensibles de nuestra alma. Carece de dedicatoria, pero bien puede ser para una persona muy cercana al poeta. Tiene la nostalgia, la belleza y un profundo dolor en las palabras de despedida.
ELEGÍA
Amigo…
Compañero…
Camarada:
a usted que le brotaban versos
como palomas de vocales angélicas,
y que tantas mañanas de azul
se posaron sobre su mirada de astro desvelado.
A usted, a quien tantas veces vi
de la mano de DIOS, como una nube,
mientras cantaba el salmo de la vida
desde un cielo de asombro
cabalgando en un alfabeto de versos,
con la lira del mundo sobre su alma.
Usted que llevaba adherida a la piel del corazón
la angustia más infinita de la tierra,
y que sentía alumbrar el Ave María cotidiana
en su mente lluviosa
cayendo como una cantilena de arcángeles civiles
de sus labios quemados por la sal de las cosas.
Usted que vio tantos partos de luceros
iluminar la tristeza del universo,
cuando decía el dolor de los crepúsculos glaciales
con su voz de caramillo nostálgico
llena de metales celestes,
y que apenas sugería como un niño triste
su sonrisa de leche,
mientras disparaba su amargura de siglos
por sus pupilas bíblicas…
A usted,
amigo,
compañero,
camarada,
quiero entregarle el llanto
de la luna de mayo
que gime una melancolía
de estrellas apagadas
para que sepa cómo le duele ahora
la estatura del tiempo…
y también el reloj de la vida,
que grita por su ausencia.
Este hermoso texto, deja entrever que fue dedicado a un amigo poeta, con quien, sin la menor duda, compartió parte del sendero vital.
El libro, contiene muy adentro, como en las nueces, algún sabor amargo, donde destila el dolor y la angustia existencial, de experiencias dolorosas pretéritas; sin embargo, predomina en él, la belleza y la ternura, como las imágenes de un río transparente que fluye hacia el inmenso mar lleno de criaturas hermosas que saltan, cantan y ondean como hadas.
De esos versos, el siguiente poema, que alucina y encanta.
PALABRAS PARA DECIR AMOR Y POESÍA
Un viento de alegría
bate sus alas blancas,
sobre el espacio eterno
dibujado en palabras
de amor y de ternura
sobre la piel del alma.
A todos los que sienten
que el corazón se ensancha
brotando coros de ángeles
en sublimes gargantas,
quiero que estén presentes
en las aguas más diáfanas
que vienen de la vida,
y en su sonido cantan,
como ríos de amor,
nueva fe y esperanza.
A mis hijos de América
doy mi voz encantada.
A mi esposa de miel
el beso que la embriaga.
A todas mis amigas
la sonrisa más amplia.
Para todos, mi afecto
que de mi pecho escapa.
Como el canto de paz
de hoy y de mañana.
En el poemario, me encuentro con un soneto, en el que, el bardo se define de manera portentosa. Nos cuenta las cosas que ama y los motivos que impelen su alma en busca de lo sublime, de lo puro e inmaculado; aquellas cosas intangibles, pero que alma busca ansiosa, como indagaba la verdad Fausto, el personaje de Goethe. Este poema, debería llamarse: Soneto fundamental.
SONETO ELEMENTAL
Amo lo elemental, amo las cosas
de pretérita infancia, alucinada.
Amo esa ausencia que mi mano toca
y mi arcilla de siglos desterrada.
Todo lo elemental: las luminosas
lejanías del alma desolada
y su enajenación en esta loca
premonición de caos y de nada.
Amo el dolor que pesa en mi garganta
la soledad que en humo se levanta
desde que era en mi voz su permanencia.
Me abstrae lo sutil, lo indefinido,
lo elemental de la palabra olvido
y el estado abisal de mi conciencia.
Y para terminar este viaje estelar por el universo microcósmico de su obra, este gran poema que cierra con broche de oro el hermoso poemario del maestro Jaime Ramírez Rojas.
LA ABANDONADA LIRA
Estos serán los últimos versos de mi vida:
en el reloj del tiempo quedarán detenidos;
y en mis ojos, opacos por el tedio vencidos,
no alumbrará una lágrima la abandonada lira.
Han crecido en la boca que ignoró la sonrisa,
que bebió de los siglos su pócima de olvido;
que cantó una esperanza… y el sueño destruido
de las cosas eternas en su letal ceniza.
Y han de quedar mis versos como copas inertes
en la ausencia libando su nostálgica muerte
con la sed incurable de un afán infinito,
porque en mi ya no crece la fuerza delirante
que antes hubo en los labios de esta voz claudicante
y entre las oquedades latentes de mi grito.
Como lo plantea el aedo, este poema, esta voz particular, quedará para la posteridad, porque las obras permanecen siempre, porque el olvido no existe, pues todas las imágenes permanecen impresas en la memoria de la naturaleza, aunque no siempre en la memoria de los trashumantes seres. Nosotros somos pasajeros del tiempo y del espacio, pero cuanto alimenta nuestra alma siempre estará allí, iluminando nuestras vidas y guiándonos con su estética y belleza. Todas las cosas parecen ser pasajeras, pero llevan, la esencia de lo imperecedero, de lo inmortal.

BIBLIOGRAFÍA
- RAMÍREZ, Rojas, Jaime. Cuando el amor desnuda las palabras. Grupo editorial Manigraf, Manizales, Caldas, Colombia. Agosto de 2016.
correo: jtrivinorincon@gmail.com
