Por Daniela Leiva Seisdedos
Las instrucciones de comienzos de curso llegan a ser para los centros auténticos “letanias y misales”, donde se especifica qué hacer y cómo en cada momento.

Calidad educativa y burocracia son inversamente proporcionales. La burocracia educativa es un mecanismo que desmotiva a los docentes y dificulta su relación con los alumnos. Es un problema amigo, que tenemos los docentes. A la burocracia se la ha definido como el arte de convertir lo fácil en difícil por medio de lo inútil.
Cada día se hace más presente en este cambio de paradigma que hay que guardar todo por si las «moscas», hacer para resguardarnos, más intensa, más compleja y más abrumadora la burocracia en la escuela.


Docentes funcionarios de oficinas, pero…eso es ¿calidad educativa? ¿Habrá docentes que disfruten con la burocracia, porque le sirve de excusa para no hacer otras actividades más complejas, más ricas, más intensas educativamente? Cumplimiento de meras formalidades en un nuevo ciclo escolar, al servicio de requerimientos administrativos. Hartazgo hasta el límite de reformas educativas e instrucciones que no resuelven el tema de la baja calidad educativa que hay hoy en Argentina.
Lo que sucede en las escuelas en cuanto a la gestión educativa es una tarea planeada por los dioses del olimpo en un juego macabro de ajedrez. ¡No soy oficinista de la educación! La burocracia educativa es un símbolo de ineficiencia a la larga y es obligación del trabajo del docente de aula.
Mas de 21 años de antigüedad, y tanto papeleo no mejoró la educación. La burocracia asfixia nuestro trabajo en las escuelas
¿Qué es indispensable tener en el aula y en la escuela?

Hay que dejar actas de todo lo que sucede. Estas prácticas conforman parte de una actitud defensiva porque nos van a joder, leyes, documentos oficiales de todo tipo, permisos, justificaciones, fichas, más fichas y otras fichas por si hay una salida educativa, nos tenemos que dedicar todo el día a recabar papeles que justifiquen cada paso que damos, parte del combo estrés diario.
El sistema educativo argentino se caracteriza por una obligada conexión entre su estructura burocrática y la función de enseñanza – aprendizaje, obvio que la primera se lleva el 75% de nuestra actividad. ¿Tanta burocracia hace a la carencia de un proyecto educativo nacional? No me puedo resistir a no hacer o firmar tantos papeles, lo tengo que hacer, no puedo huir porque es un sistema de control del cual no se puede escapar.
El salón de clases debería ser el ámbito ideal de estudio, convivencia y saberes, puro idealismo. La norma existe para su cumplimiento, pero a veces este cumplimiento se vuelve como algo puramente burocrático y estéril.
Los docentes de aula ¿Cuántas horas a la semana empleamos para “hacer” papeles? ¿Cuál es la utilidad de estos papeles? ¿Quién los lee después? ¿De verdad se leen todos?
Solo escucho ciertas palabras de los directivos a cada proteste mio, “es para resguardarte vos, por si viene el padre a quejarse”, “viste los chicos se olvidan” “para que la inspectora vea cómo vamos”, lo único claro es la triplicidad de los trámites de las comunicaciones requeridas, si en cada mensaje o papel que firmamos se lograra una educación de calidad educativa seríamos los primeros del mundo.

La burocracia educativa es un perverso sistema en la calidad educativa. El papeleo que generamos y se nos solicita solo sirve para apilar en hojas tras hojas sin ser revisados jamás, esto es una aseveración porque año a año surgen estos papeles para hacerlos nuevamente cambiándole palabras por otros sinónimos; no sirven para mejorar la calidad educativa y más bien es excusa para decir estamos haciendo algo.
Situación áulica: aula con 34 alumnos, dictas una comunicación, firmas las 34 libretas, si uno no la trae, se firma otro cuaderno avisando que fulanito no trajo esa libreta, luego el preceptor avisa por cadena de correo a los padres (que muy pocos leen), el preceptor recuerda a los alumnos por grupo de whatsapp que el docente dejó un mensaje, cuando llegas a tu casa, si el colegio tiene plataforma como uno que tengo, se vuelve a enviar ese mensaje dictado, por plataforma, con 11 cursos así es siempre.
Existe un mundo desconocido bajo el sistema educativo del que poco se sabe y que atañe a toda la comunidad educativa en su conjunto, este exceso de papeles, formularios, planillas, trámites, actas, documentos, comunicados, notificaciones, memorándums, todos ellos escalones múltiples que dificultan la toma de decisiones en un sistema perversamente burocrático es una obligada rendición de cuentas del docente y termina imposibilitando dedicar tiempo a asuntos más productivos, como por ejemplo dar clases, preparar esas clases, poder estudiar, ect..
La mejor definición de “burocracia” es que se trata de una forma de pensar y actuar en la que los procedimientos son más importantes que el objetivo en sí mismo. La Administración educativa debería simplificar este trabajo, en la escuela moderna actual y argenta, la instrucción formal del aula viene siendo planeada por personas que se encuentran lejos de la clase real.
Sugerencia: los docentes de aula debemos exigir que no haya una monstruosa jerga legal y firma de papeles, a la larga esto impide una comunicación eficiente. Es preciso que las direcciones de escuelas, ministerios que dictaminan mensajes educativos se dirijan a la escuela en términos sencillos para que sus circulares y actos administrativos se entiendan claramente y se hagan en varios pasos menos. Si la tarea burocrática continua nos hace que nos desmotivemos.
Nunca están satisfechos los burócratas. Tienen el síndrome del “documento que no está” o del “dato que falta en el documento”. Los docentes de aula necesitamos, con urgencia, un cambio de modelo que garantice que los docentes se dediquen a la docencia como función principal.
Los docentes no nos olvidemos de ser también… ¡docentes!

