Por Olivier Pascalin

En este mes especial donde el amor empieza florecer, me pareció importante hablar de Alfred de Musset y en muy particular de su obra teatral «ON NE BADINE PAS AVEC L’AMOUR» que sigue siendo una de las piezas más famosas e interpretadas de Musset, admirada por el virtuosismo de su escritura y la delicadeza de su análisis de los sentimientos.
Fué publicada por primera vez en la Revue des Deux Mondes en julio de 1834. No se representó en escena hasta 1861. Formó parte del movimiento romántico al tiempo que anunciaba el teatro moderno a través de su construcción y sus temáticas.
En tres actos, Alfred de Musset pone en escena el reencuentro de dos jóvenes primos, Camille y Perdican (el papel que me tocaba interpretar cuando estaba estudiando en el conservatorio de arte dramático), quienes desean casarse. Pero su orgullo y sus juegos de seducción tendrán consecuencias trágicas.

A través de brillantes diálogos y una sutil mezcla de comedia y drama, el autor ofrece una profunda reflexión sobre el amor, el deseo y las ilusiones de la juventud. Oscilamos entre la ligereza y la seriedad, el humor y la melancolía.

Alfred de Musset (1810-1857) nació en París en el seno de una familia acomodada. Emprendió los estudios de derecho y medicina, que no terminó, y muy pronto entró en contacto con escritores como Victor Hugo, Mérimée y Sainte-Beuve.
En 1829 publicó su primera antología de versos, Contes d’Espagne et d’Italie, con la que obtuvo un gran éxito. Fue autor de poemas líricos, obras dramáticas, cuentos y de la novela autobiográfica La confesión de un hijo del siglo, inspirada por su breve y apasionada relación con George Sand.
