El Laurel

Por Mary Dib Ashur

En esta edición continuamos con los aromáticos, hoy veremos un poquito sobre el laurel, unas hojitas muy conocidas, especialmente en la gastronomía. 

“El laurel es una especie de planta perenne de la familia de las lauráceas, originaria de la región del mar Mediterráneo, de la mitad norte de la costa atlántica, de la península ibérica y de Asia Menor, desde estos lugares se extendió a Europa y América». 

El nombre científico del laurel común es LAURUS NOBILIS, proviene del latin y significa notable, célebre, por lo que se asocia al símbolo del triunfo desde las antiguas culturas mediterráneas 

Sus hojas son utilizadas con fines medicinales y en la cocina. 

 

​ La hoja de Laurel es muy aromática, y tiene un sabor astringente, con notas a madera y levemente mentolado. Es un ingrediente esencial en la gastronomía de la mayoría de los países, en especial la francesa, mediterránea e hindú. 

Las hojas de este árbol tienen un sabor y un aroma muy fuertes y amargos cuando están frescas. Por ello conviene que estén maduras para ser utilizada en la cocina.  

Se agrega como un condimento más para estofados, asados, sopas etc.  Las hojas de laurel se pueden usar frescas o secas, pero es recomendable utilizarlo con prudencia, pues su aroma se desprende lentamente. 

Además de hervir a fuego lento en sopas y guisos, las hojas de laurel son excelentes para rellenar la cavidad de un pollo antes de asarlo, también se puede agregar al líquido de cocción del arroz. 

Potente, aromático y sencillo. Echar una hoja de laurel a un guiso, al agua de una cocción o a una marinada es una garantía de éxito y de perfume desde el minuto uno. Intenso y frecuente en prácticamente cualquier receta. 

El laurel es una auténtica bomba de aromas y conviene medir su adicción. Apenas una hoja seca basta para dotar de nueva vida a un plato. 

Si es con mesura, casi cualquier receta lo acepta bien. Pensemos en unas legumbres estofadas, como porotos, lentejas o garbanzos; ilustremos la jugada con cualquier receta de guiso de  papas o en pucheros de carne; por no hablar de su importancia en ciertas cazuelas marineras y, por supuesto, en darle un empujoncito a caldos y aguas de cocción. 

Es una tradición que, a quien le toca una hoja de laurel en su plato cuando le sirven una comida, automáticamente es quien debe lavar la vajilla. 

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