Yo pienso, luego existo…

Por Olivier Pascalin

Yo pienso, luego existo. Probablemente ya hayas dicho esta famosa máxima. Elige la versión original para brillar en tus veladas: ¡“cogito ergo sum”!

Esta afirmación fundamental bien podría servirnos como mantra diario para que dejemos de dudar de nosotros mismos. Esto es lo que exploraremos ahora.

¿También a veces dudas excesivamente hasta el punto de enfermarte por un sí, una nada o grandes cosas?

La duda paraliza, nos lleva a posponer determinadas decisiones, nos impide salir de nuestra zona de confort y acceder a una vida plena.

Pienso luego existo es una revolución. La de la certeza de la existencia de quien “piensa”. Esta frase pronunciada por Descartes en 1637 en el Discurso del Método, sostiene que si podemos dudar de todo, incluida la existencia del mundo exterior, no podemos dudar de nuestra propia existencia, porque al igual que el pensamiento mágico el pensamiento simple prueba nuestra existencia.

No dudar más de nuestra existencia nos permitiría de alguna manera poder dudar de todo lo demás, con serenidad, ya que estamos libres de esta duda. ¡Mágico! Por lo tanto, cuando buscamos tomar una decisión o aprender cosas nuevas, podemos simplemente usar el pensamiento mágico: no dudemos de nosotros mismos, somos capaces de aprender, de seguir adelante.

¿Cómo puedes evitar seguir dudando de todo mientras te enfermas?

Para Descartes, podemos evitar ansiedades, arrepentimientos y remordimientos buscando sólo lo esencial, o incluso el “bien soberano”, el pequeño nombre que al filósofo le gustaba dar a la búsqueda de la verdad y el conocimiento.

Descartes nos enseña de nuevo a dudar metódicamente: ¡a dudar de todo lo demás a fondo para no dudar más! Si tenemos confianza en nosotros mismos –pensamiento mágico– podemos, por tanto, avanzar gracias a la duda metódica, una duda voluntaria, razonada y activa, que pretende alcanzar una certeza que nos haga avanzar. Como lo único cierto sigue siendo nuestra existencia y nuestra capacidad de pensar, el resto es progreso, una progresión metódica desde la duda hacia la certeza y la felicidad.

No hay Pepe grillo en Descartes para limpiar nuestra conciencia, sino ¡un genio malvado! En dos de sus obras, “El discurso sobre el método” y “Meditaciones metafísicas”, Descartes utiliza el argumento del llamado “genio maligno” como herramienta de duda metódica.

Imagina que tienes, cargando sobre tus hombros, a un pequeño ser ficticio inteligente y engañoso que usaría todo su poder para engañarte y manipularte, transformando lo falso en verdadero. Horrible, ¿no?

Este personaje simboliza el ejercicio de la duda metódica que debemos tener hacia toda verdad distinta a la de nuestra existencia, para poder avanzar en nuestro conocimiento. Descartes habló de alcanzar verdades incontestables.

Para nosotros se trata de avanzar en nuestro camino hacia la famosa alineación de nuestros planetas, es decir: nuestra felicidad. Ya no dudes en ser feliz.

Si este famoso filósofo nos legó el adjetivo “cartesiano”, tal vez haya un error porque Descartes no fue sólo el filósofo del método. En muchos de sus escritos insistió en base a todo esto: ¡su objetivo era poder ayudarnos a vivir bien!

En “El Tratado de las pasiones del alma”, nos enseña a vivir en armonía con nosotros mismos y con los demás ejerciendo nuestro libre albedrío para decidir, sin dudar, lo que es bueno para nosotros y asumiéndolo.

Por supuesto, su enfoque es “cartesiano” ya que precisamente desarrolla el vínculo entre el cuerpo y el alma para llevarnos a comprender que tenemos todas las claves dentro de nosotros para decidir lo que es bueno para nosotros.

Una vez que sabemos que la tristeza, por el dolor que nos produce, nos impide lo que es nocivo para el cuerpo, y la alegría, lo que le es útil, y que aprendemos a controlar estos efectos en nuestro cuerpo, somos libres de poder disfrutar de ciertas emociones proporcionadas por lo que él llama “las pasiones del alma” y ser felices.

Para Descartes, debemos aspirar a una cosa absoluta: estimarnos a nosotros mismos. Ahora, una buena noticia, ¡el pensamiento mágico nos permite practicar esta autoestima gracias al libre albedrío que nos permite estimarnos legítima y metódicamente!

Según Descartes, por tanto, no debemos huir de las pasiones:

“Los hombres a quienes más pueden conmover son capaces de saborear la mayor dulzura en esta vida”, escribe en El Tratado. Una vez que tenemos acceso al conocimiento de la función de estas pasiones y su efecto en el cuerpo, podemos hacer malabarismos con nuestras emociones y asegurarnos de experimentarlas sin caer en el exceso».

Post scriptum:

Discurso sobre el método y El tratado sobre las pasiones del alma son dos obras imprescindibles publicadas en numerosas ediciones. En el primero, que la gente “verdadera” llama simplemente “discurso”, Descartes desarrolla cómo encontró el “verdadero método” para alcanzar el conocimiento y la verdad. En el segundo, podrás entender cómo dominar tus pasiones y acceder a un conocimiento perfecto de los vínculos entre las emociones y el cuerpo.

Publicado por oberlus1954

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