Por Argentina Mónico

Se cumplen 214 años desde el primer grito de libertad, que provocó a posterior la independencia de nuestra Patria; y como la historia nos invita a reflexionar sobre los que nos sucede hoy, resulta importante analizar los sucesos previos al 25 de mayo de 1810, que dan cuenta que todo proceso revolucionario no tiene una fecha en particular, sino que se va gestando en el pueblo, desde las vivencias de la gente que lo habita; y es a partir de ciertos acontecimientos, lo que genera el estallido social o revolución.
Pero veamos qué sucedió en el Virreynato del Río de la Plata, entre el 18 y 25 de mayo de 1810, momento denominada Semana de Mayo:
18 de mayo. El Virrey Cisneros realizó una proclama en la que afirmaba que gobernaba en nombre del monarca Fernando VII.

La jabonería de Hipólito Vieytes y la casa de Nicolás Rodríguez Peña se convertían en hervideros de ideas revolucionarias. Saavedra, Belgrano, Castelli, Beruti, Paso, Chiclana y Viamonte fueron algunos de los apellidos que las transitaron.
A posterior esa fecha, 18 de mayo fue elegida para conmemorar la creación de la Escarapela Argentina, creada en 1812 por el Primer Triunvirato de Gobierno integrado por Manuel de Sarratea, Juan José Paso y Feliciano Chiclana, por solicitud del Gral. Manuel Belgrano.

Belgrano realizó un pedido expreso el 13 de febrero de ese año, para que se diseñara con los colores celeste y blanco, basándose en que los cuerpos del Ejército debían usar escarapelas uniformes que los representen. El 18 de febrero de ese año el Gobierno reconoce la Escarapela Nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata con los colores blanco y azul celeste.
19 de mayo. Belgrano y Saavedra se reunieron con el alcalde de Lezica. Castelli, con el síndico procurador Julián de Leyva. Pedían la realización de un «Cabildo abierto» para discutir la situación política.


20 de mayo. Juan de Lezica y Torrezuri, alcalde ordinario del Cabildo le informó a Cisneros sobre el reclamo de los vecinos.
21 de mayo. Un grupo de vecinos de la ciudad ocupó la Plaza de Mayo (entonces, Plaza Victoria) para exigir la convocatoria al «Cabildo abierto». También buscaban la destitución del virrey Cisneros.


22 de mayo. Sesionó el «Cabildo abierto» y la multitud volvió a tomar la plaza, con distintas reivindicaciones. Los agitadores French y Beruti lideraban la manifestación.
A la medianoche, el Cabildo seguía reunido. Los debates se desarrollaban en relación a estos interrogantes: ¿Era legítima la autoridad del Virrey ante la ausencia del monarca? ¿Cuál era el papel del pueblo? ¿Dónde residía la soberanía?
Lo integrantes del Cabildo dispusieron la creación de una Junta de Gobierno (como había habido en la Península y otros lugares de América), y decidieron convocar a los diputados de las provincias.
24 de mayo. Se propuso la creación de una Junta provisional, con Cisneros a la cabeza. Como vocales, entraban Saavedra, Castelli, Solá e Incháurregui (estos últimos, españoles).


25 de mayo. En la Plaza, French y Beruti aseguraban estar acompañados de «600 más». El pueblo quería que la resolución del día anterior fuera anulada: proclamaban una nueva Junta sin Cisneros.
Esta presencia popular y miliciana inclinó la balanza a favor de los revolucionarios. La Junta provisoria fue depuesta y, en su lugar, se constituyó la conocida «Primera Junta», (que asumía en nombre del rey). La misma estaba compuesta por Cornelio Saavedra como presidente, seis vocales (Castelli, Belgrano, Azcuénaga, Alberti, Matheu y Larrea) y dos secretarios (Paso y Moreno).
Frente a la presión, Cisneros se vio obligado a renunciar. La revolución recién había comenzado. Durante los años venideros, la sociedad rioplatense experimentaría enormes transformaciones económicas, sociales y políticas. Y debieron transcurrir seis años, para que se lograrla proclamar nuestra indenpendencia, el 9 de julio de 1816.
Se aproxima un nuevo 25 de mayo, para recordar este suceso revolucionario, que surgió del pueblo y fue encuauzado por verdaderos patriotas. Nuestra Patria sigue reclamando unidad, y cada vez parece más inalcanzable, los políticos defienden lo suyo, mientras el pueblo sufre de hambre, inseguridad y falta de trabajo.
¡La Patria se levanta con el esfuerzo de todos los Argentinos!
Les dejo una poesía que sabe a tristeza pero también a esperanza de Julio Cortázar:
La patria
Esta tierra sobre los ojos,
este paño pegajoso, negro de estrellas impasibles,
esta noche continua, esta distancia.
Te quiero, país tirado más abajo del mar, pez panza arriba,
pobre sombra de país, lleno de vientos,
de monumentos y espamentos,
de orgullo sin objeto, sujeto para asaltos,
escupido curdela inofensivo puteando y sacudiendo banderitas,
repartiendo escarapelas en la lluvia, salpicando
de babas y estupor canchas de fútbol y ringsides.Pobres negros.
Te estás quemando a fuego lento, y dónde el fuego,
dónde el que come los asados y te tira los huesos.
Malandras, cajetillas, señores y cafishos,
diputados, tilingas de apellido compuesto,
gordas tejiendo en los zaguanes, maestras normales, curas, escribanos,
centroforwards, livianos, Fangio solo, tenientes primeros,
coroneles, generales, marinos, sanidad, carnavales, obispos,
bagualas, chamamés, malambos, mambos, tangos,
secretarías, subsecretarías, jefes, contrajefes, truco,
contraflor al resto. Y qué carajo,
si la casita era su sueño, si lo mataron en
pelea, si usted lo ve, lo prueba y se lo lleva.Liquidación forzosa, se remata hasta lo último.
Te quiero, país tirado a la vereda, caja de fósforos vacía,
te quiero, tacho de basura que se llevan sobre una cureña
envuelto en la bandera que nos legó Belgrano,
mientras las viejas lloran en el velorio, y anda el mate
con su verde consuelo, lotería del pobre,
y en cada piso hay alguien que nació haciendo discursos
para algún otro que nació para escucharlos y pelarse las manos.
Pobres negros que juntan las ganas de ser blancos,
pobres blancos que viven un carnaval de negros,
qué quiniela, hermanito, en Boedo, en la Boca,
en Palermo y Barracas, en los puentes, afuera,
en los ranchos que paran la mugre de la pampa,
en las casas blanqueadas del silencio del norte,
en las chapas de zinc donde el frío se frota,
en la Plaza de Mayo donde ronda la muerte trajeada de Mentira.
Te quiero, país desnudo que sueña con un smoking,
vicecampeón del mundo en cualquier cosa, en lo que salga,
tercera posición, energía nuclear, justicialismo, vacas,
tango, coraje, puños, viveza y elegancia.
Tan triste en lo más hondo del grito, tan golpeado
en lo mejor de la garufa, tan garifo a la hora de la autopsia.
Pero te quiero, país de barro, y otros te quieren, y algo
saldrá de este sentir. Hoy es distancia, fuga,
no te metás, qué vachaché, dale que va, paciencia.
La tierra entre los dedos, la basura en los ojos,
ser argentino es estar triste,
ser argentino es estar lejos.
Y no decir: mañana,
porque ya basta con ser flojo ahora.
Tapándome la cara
(el poncho te lo dejo, folklorista infeliz)
me acuerdo de una estrella en pleno campo,
me acuerdo de un amanecer de puna,
de Tilcara de tarde, de Paraná fragante,
de Tupungato arisca, de un vuelo de flamencos
quemando un horizonte de bañados.
Te quiero, país, pañuelo sucio, con tus calles
cubiertas de carteles peronistas, te quiero
sin esperanza y sin perdón, sin vuelta y sin derecho,
nada más que de lejos y amargado y de noche.

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