Por Olivier Pascalin

Nacido a finales del siglo XVI en Turena, René Descartes dejó su huella en la filosofía y las matemáticas. El método cartesiano y la geometría analítica han integrado el pensamiento actual.
Su Discurso sobre el método, sus Meditaciones metafísicas y sus Principios de filosofía se encuentran entre sus obras más conocidas. Afirmando el poder del razonamiento lógico en todos los ámbitos, intenta demostrar lógicamente la existencia de Dios, explica el fenómeno del reflejo de la luz e impone el uso del exponente para expresar la potencia de un número.
René Descartes se licenció en Derecho a la altura de las expectativas de su padre, consejero del Parlamento de Bretaña en Rennes, posteriormente se dedicó a la carrera militar al unirse al ejército del duque Maximiliano I de Baviera.

Este camino lo lleva a través de Europa, de Alemania a Italia, pasando por Francia y Holanda. Finalmente obtuvo el grado de capitán, pero su frágil salud le impidió continuar.
El filósofo es tan conocido hoy por su amor a la razón y a la lógica que muchas veces olvidamos que el famoso «cogito» y la continuación que Descartes dará a su vida son fruto de una intensa noche, durante la cual Descartes es objeto de visiones. Una noche de noviembre de 1619, el filósofo tuvo tres sueños que se apresuró a registrar, añadiendo que había comprendido toda su importancia.
René Descartes nunca se casó y su vida amorosa está poco documentada. Sin embargo, lo cierto es que tuvo una hija, llamada Francine Descartes, con una sirvienta holandesa llamada Helena.

Francine Descartes murió cuando tenía cinco años. A pesar de su temprana muerte, marca la vida del filósofo. De hecho, fue su nacimiento lo que dio a René Descartes el impulso que le faltaba para publicar sus textos. El dolor de este padre da lugar a varias leyendas: Descartes hizo un autómata para llenar el vacío, o incluso una muñeca sexual.
Entre otras innovaciones matemáticas de René Descartes está en el origen del plano, formado por la línea de abscisas y la línea de ordenadas. Cuenta la leyenda que fue al observar una mosca que caminaba sobre los cristales de una ventana que el filósofo y matemático obtuvo una iluminación, estando las marcas del plano formadas por la madera que divide el vidriado.
Es en varias cartas y en la quinta parte del Discurso del método donde Descartes expone su tesis del animal-máquina. Explica que los animales reaccionan automáticamente a un estímulo externo y sólo actúan por instinto. La vida y el sentimiento sólo están ligados al funcionamiento mecánico de los órganos.


Partidario del sistema cosmológico copernicano, Descartes también defendió la tesis heliocéntrica, que expuso en un Tratado sobre el mundo y la luz. Al enterarse de la condena de Galileo en 1633, a quien nunca había conocido, el filósofo prefirió posponer la publicación de esta obra, que no se haría hasta treinta años después.
La reina Cristina de Suecia lo invitó a que pasase una temporada en su corte para recibir clases particulares, sin dudarlo, aceptó la propuesta de la monarca y se trasladó de los Países bajos a Suecia.
A la reina le gustaba de mantener las habitaciones ventiladas con lo que no le importaba dar clase con las ventanas abiertas. Y fue precisamente ese capricho el que hizo que, pocos meses después de su llegada a la corte, René Descartes enfermara de una pulmonía y muriera en el año 1650, a los 53 años de edad. Aunque otras versiones señalan que murió envenenado.
Por 16 años su cadáver descansó en paz en las frías tierras suecas pero los franceses quisieron recuperar sus restos. Se decidió que el viaje que llevaría los restos del pensador a Francia se hiciese por tierra custodiado por una escolta encabezada por el capitán Isaac Planström hasta la Iglesia de Santa Génova.
Durante el reinado de Luis XVIII, y a instancias del nieto de Descartes, se envió los restos del ilustre pensador al nuevo Panteón. En esa oportunidad se abrió el ataúd y, para sorpresa de todos, faltaba la cabeza del filósofo.
¿Dónde estaba el cráneo que alojaba una de las mentes más brillantes de Francia?
En 1821 el barón Georges Cuvier, un célebre naturalista francés, recibió un paquete de su amigo, el químico sueco Jöns Jacob Berzelius, con la cabeza del pensador que había adquirido por 39 francos a un tal Ahlgren , dueño de una casa de tolerancia.

Fuentes:
