El mito de Antígona

Por Olivier Pascalin


En 1944, Jean Anouilh propuso una versión revisitada del mito de Antígona, inspirada en la antigua tragedia de Sófocles. El dramaturgo se basa en los datos de la leyenda: la historia de Antígona comienza tras la muerte de su padre Edipo. Eteocles y Polinices, hermanos de Antígona, se pelean por el poder. Terminan matándose unos a otros. Creonte, ansioso por restablecer el orden, derriba un poder dictatorial sobre Tebas.

Anouilh no modifica los hechos. Los retoma tal como los transmitió el mito. Pero es innegable que su obra tiene acentos modernos, ya sea en términos de forma teatral o en referencias a la situación política durante la Segunda Guerra Mundial.

¿Cuál es la función de este prólogo en la obra? ¿Cómo le permite a Anouilh revisitar la tradición teatral?

Esto es lo que veremos a partir de los datos de la exposición, antes de mostrar cómo la complejidad de las relaciones entre los personajes anuncia una obra trágica.

Antigone, Anouilh, Prologue :
«Voilà. Ces personnages vont vous jouer l’histoire d’Antigone. Antigone, c’est la petite maigre qui est assise là-bas, et qui ne dit rien. Elle regarde droit devant elle. Elle pense. Elle pense qu’elle va être Antigone tout à l’heure, qu’elle va surgir soudain de la maigre jeune fille noiraude et renfermée que personne ne prenait au sérieux dans la famille et se dresser seule en face du monde, seule en face de Créon, son oncle, qui est le roi. Elle pense qu’elle va mourir, qu’elle est jeune et qu’elle aussi, elle aurait bien aimé vivre. Mais il n’y a rien à faire…»

Antigone, Anouilh, Prologue

Las obras tradicionalmente comienzan con una exposición y la obra de Anouilh no es una excepción a la regla. La función de la exposición es presentar a los personajes, hacer balance de cuándo comienza la acción y anunciar el tema de la obra. La exposición puede abarcar una sola escena, o incluso un acto completo, como en el teatro clásico. Pero ¿por qué Anouilh decide empezar con un prólogo?

Un prólogo es un texto introductorio. Se pueden encontrar en diferentes tipos de obras. Etimológicamente es un discurso (logos) que se sitúa antes (pro) del discurso principal y que lo anuncia. En el teatro precede a la acción misma; en el teatro francés, generalmente se sustituye por la escena o escenas de exposición.

La forma teatral del prólogo está tomada de la tragedia griega. En las obras antiguas, este discurso precede a la entrada en escena del coro. Su función es explicar la acción y los temas de la obra. Al colocar un prólogo al comienzo de Antígona, Anouilh hace referencia a sus fuentes. Es parte de la tradición de la tragedia griega, pero para transformarla mejor y adaptarla a las preocupaciones modernas.

Hemos visto que el término “prólogo” designa un discurso. En Anouilh, se convierte en personaje y se funde con la voz que pronuncia el discurso. Recordemos que en Sófocles y sus contemporáneos el prólogo lo pronuncia el líder del coro, el representante de los ciudadanos de la ciudad.

En Anouilh, por el contrario, son los personajes de la obra los que están presentes, no los ciudadanos. La dirección especifica: “cuando se levanta el telón, todos los personajes están en escena”. Por tanto, el dramaturgo borra la dimensión cívica esencial del teatro griego.

El prólogo se presenta como uno de los personajes: “el Prólogo se desprende y avanza” (podemos hablar de la personificación del prólogo). Nótese la letra mayúscula, que parece sugerir un nombre propio. El prólogo, como personaje, sin embargo, no tiene personalidad. Se reduce a una voz, aunque Anouilh le da la presencia física de un recitador. Recuerda la función del director de coro en la tragedia antigua.

Anouilh se atreve a adoptar una forma atemporal, la de un largo monólogo inspirado en la tragedia griega. También se refiere al teatro clásico francés, cuya exposición suele adoptar la forma de una diatriba. El público del siglo XX esperaba más bien una exposición en acción, una estructura más dinámica y moderna. El prólogo introduce, por tanto, un doble efecto sorpresa. La forma es deliberadamente fija y estática, como en una tragedia antigua. Además, el prólogo se encarna, convirtiéndose en un personaje.

El dramaturgo opta por combinar rasgos antiguos y signos de modernidad. Crea así una forma única, que atrae la atención y sorprende al espectador. Invierte la estructura antigua, ya que el prólogo no anuncia una entrada en escena, sino su contrario; al final del discurso, los personajes salen: “mientras hablaba el Prólogo, los personajes salieron uno por uno. » El principio mantenido es también el de una galería de personajes, que el Prólogo señala a los espectadores.

Se nota la elección de un lenguaje sencillo y cotidiano, como lo demuestra el presentativo “aquí tienes” al inicio del discurso. El modo de expresión del Prólogo rechaza inmediatamente el formalismo del mito o la tragedia antigua. Se trata ciertamente de héroes mitológicos, pero Anouilh les da un carácter cotidiano y familiar.

El prólogo de Antígona oscila entre la modernidad y las referencias a la tradición teatral. Su objetivo es sorprender con sus elecciones. Anouilh se sitúa en un entorno atemporal y “neutral”, como lo subraya la didascalia que abre la escena.

En este escenario minimalista, el Prólogo da vida a un cierto número de personajes, que presenta a los espectadores. Es una oportunidad para resaltar la complejidad de las relaciones que los unen y para anunciar el quid de la obra, proponiendo al mismo tiempo una reflexión sobre el teatro y sus códigos. La presentación de los personajes se revela decididamente moderna en su deseo de romper. Las convenciones del teatro. Anouilh adopta una perspectiva didáctica y metódica, la diatriba del Prólogo incluye una introducción, una presentación tanto moral como física de los personajes de la obra, así como una conclusión, que recapitula acontecimientos pasados.

El Prólogo se dirige a los espectadores, que es lo que generalmente hace el director del coro en la tragedia antigua. Entendemos que Anouilh se inspira en ello. Son chef de chœur se distingue des personnages de la pièce et se présente lui-même comme un spectateur, lorsqu’il dit : « nous tous, qui sommes là bien tranquilles à la regarder, (…) nous qui n’avons pas à mourir esta noche«. También podemos ver una puesta en abismo: “estos personajes van a representar” una obra para ti, dice, recordándonos que el teatro es sólo una ilusión.

La personificación del prólogo sugiere una visión original de esta ilusión teatral. Teatro, para Anouilh, es una palabra que toma forma. El dramaturgo compone su obra, pero sólo cuando el texto toma cuerpo se convierte verdaderamente en teatro.

El objetivo del prólogo es involucrar al espectador, no sólo dirigiéndose a él en segunda persona, sino también señalando uno a uno a los personajes:

“Antígona, es la flaca que está sentada” o “este hombre robusto” .

El campo léxico del teatro, “obra, papel, telón, tragedia”, invita al espectador a reflexionar sobre la naturaleza del proceso teatral. La escena inicial recuerda a un backstage, donde los actores esperan para subir al escenario mientras juegan a las cartas. El personaje del Prólogo tiene, por tanto, la misión de revertir los códigos.

La presentación física de los personajes es una de las características más originales de esta escena. De hecho, es raro que insistamos en la fisicalidad en el teatro, excepto en casos especiales. La presencia del actor suele ser suficiente para representar un personaje. Pero Anouilh encarga al Prólogo la tarea de designar uno por uno a los protagonistas de su pieza, mencionando rasgos físicos que permitan al espectador identificarlos fácilmente.

El retrato moral de los personajes vuelve a ser una innovación de Anouilh. Si este proceso es común en la novela, lo es mucho menos en el teatro. Generalmente, la psicología de un personaje se nos revela a través de un monólogo o a través de las acciones que realiza en la obra.

Antígona se caracteriza por la repetición del verbo “pensar”. El momento previo a la acción es el de la reflexión. Antígona imagina su destino y sentimos cierta aprensión ante la muerte que le espera: “cree que va a morir”.

El personaje también se caracteriza por su soledad, como lo demuestra la repetición del adjetivo “solo”. El papel que está llamada a desempeñar es similar a una revelación de su verdadera naturaleza. La epifanía heroica de Antígona reside en la rebelión contra el «mundo» y contra «Creonte». Esto es lo que la distingue de la normalidad, encarnada en la sencilla felicidad de su hermana Ismène, que “charla y ríe».

En el prólogo, Anouilh retrata una familia con relaciones complejas. Toma los personajes del mito para darles un carácter cotidiano y banal. Es la acción del destino sobre estos personajes corrientes lo que los convertirá en héroes trágicos. La tensión apenas se sugiere, anuncia el quid de la pieza.

Seguira…

Publicado por oberlus1954

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