Asadito a puro cuento

Por Pachula Botelli

Estaba linda la noche, no corría nada de viento y la temperatura estaba ideal. Ya los changos habían comprado unas costillas y unos chori. Era la época que nos conchavaron pa construir el Estadio.. que después se llamó Curita Martearena.

La carne estaba salada y lista; el Roque buscaba leña por el campo…, unos días antes un par de topadoras tiraron un rancho, mas bien una «tapera». ¿Quién puede vivir así?, parecía bastante vieja por la construcción; de paredes anchas y ventanas pequeñas, con una galería que mostraba una antiguo señorío.

¡Roque¡ ¡Fijate si traes unos palos pa´ mejorar el fuego!…, ya van a llegar los otros changos, que traen los tragos pal asaduqui.

Y ya estábamos todos, con unos ladrillos de la tapera y unos tablones armamos nuestra mesa. El jolgorio estaba a pleno, en eso el Seba, que era el más letrado del grupo, descubre en el fuego un palo grande, más bien un especie de durmiente, ¡duro de quemar che!, ve que tiene una escritura, lo separa y le dice a los otros.

¡Che es un dintel… dice Güemes y Montero 1815…, nos mandamos una cagada!….

Como decía mi abuela, por acá estaba una Chacra del General, y el pelotudo del ingeniero mandó a tirar todo, días atrás con las topadoras.

¡Sacálo y llevátelo a tu casa!

Así pues, tengo el dintel de Güemes en mi casa de Vaqueros que la bauticé La Iguanzo…, pero ese es otro cuento.

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