Por Daniela Leiva Seisdedos

¿Los políticos saben muy poco de Educación?
Hoy es 24 de enero, es el día de la Educación a nivel internacional y les quiero compartir mis ideas educativas como docente del aula.
¿La escuela de hoy será el futuro de nuestros países? El derecho a la educación está instalado en la dinámica de nuestra sociedad como un elemento primordial para la vida, es la clave para ser libre para que la sociedad progrese. En Argentina la educación siempre está en agenda pública de los discursos de las eternas campañas políticas, sería políticamente incorrecto oponerse a la educación como un derecho, máxime cuando la doctrina de los Derechos Humanos goza del reconocimiento mundial. Nuestra propia idiosincrasia nos ha llevado a esto y los propios gobernantes están actuando a contramano de esa realidad.

En las sociedades democráticas como es la argentina, mejicana, española, chilena, etc., se da por sentado que la educación es un derecho humano fundamental, pero los docentes de aula vemos siempre muchas peleas y faltas de realidades.
Muchas veces en el tema educativo hay una agenda educativa de otro planeta. ¿Qué país nos espera? ¿De qué herramientas disponemos hoy en día para que un alumno se gradué de ciudadano y que ese ciudadano haga progresar a los países? De absolutamente ninguna.
Esa es una innegable tarea de un Estado responsable. En el mundo la discusión pública alrededor de la educación pasa en este momento por lo que dejó la Pandemia, el rol de la tecnología en el aula, la interacción alumno-docente y los contenidos para formar en habilidades del futuro, pero… el futuro llegó y en Argentina faltan todos los recursos sobre todo de gestión educativa, la educación dejó de ser un derecho para ser un privilegio.

En Argentina, mi país, solo hay discusiones, para ir pateando la pelota para adelante y ¿en los países de ustedes?, no hay consenso en nada siempre pensando para atrás, mirando por el espejo retrovisor. Necesitamos cambiar la educación día a día, pero necesitamos que los encargados de gestionar un plan educativo desde los niveles superiores tengan un mínimo de contacto con el trabajo del aula; que escuchen que idioma se habla en las aulas entre los docentes y alumnos, que gasten la suelas de sus zapatos en las aulas y que se pongan en los zapatos de nosotros los docentes. No necesitamos pedagogos que solo estén en los escritorios, necesitamos que entienda el “llano” educativo.
La implantación de un plan de educación o política educativa no tiene que traer consigo una expresión mágica, una solución por generación espontánea de los resultados; hoy, la idea de educación está en la boca de todos, pero este mundo está falto de valorar la palabra EDUCACIÓN y se viven creando entelequias que nadie saben a dónde van. Abundan las políticas de gobiernos y no políticas de estado.
El peligro de esas entelequias, son las brechas que se están armando en cuanto al ejercicio de la educación, y si hay brecha, el conocimiento no se democratiza, es parcial y crea analfabetismo. El mundo tiene que ser más simple e integrado, así se llega a todos lados.

La Convención sobre los derechos del niño (ONU, 1989) en el artículo 24 insta a los Estados a asegurar el acceso a una «educación pertinente» en condiciones de igualdad. La manipulación y banalización del discurso político, el principio de la educación como derecho de todos y deber del Estado que estuvo en la base constitutiva de los sistemas nacionales de enseñanza, presuponía una concepción del derecho inscrita en la democracia.
La cultura política en materia de educación tiene que ser de compromisos reales, que se puedan hacer realidad, que no queden en el limbo o en la “nube” que les gusta decir a muchos. Cuando entra un nuevo gobierno ha de tener en cuenta lo que hizo el anterior, pero en Argentina somos bastante miopes.
La ampliación del acceso a la educación es un hecho visible en la mayoría de los países del mundo. Sostener las prácticas educativas para una mejora supone, ante todo, reconocer que el proceso educativo no finaliza una vez que éstas se pusieron en marcha desde las altas esferas de poder, sino en relación con el mejoramiento de las prácticas institucionales; estas constituyen un proceso clave para que sea posible incrementar el conocimiento y las competencias institucionales.
El reto siempre es consolidar el sistema con calidad educativa.

