Por Daniela Leiva Seisdedos

Los discursos políticos, económicos, sociales siempre dirigen su mirada hacia la educación, y su principal culpable el docente de aula. Los principales problemas a los que se enfrenta el sistema educativo argentino, son la pobreza, la desigualdad y la exclusión social. ¿Y como salimos de esto? con educación, más educación y como resultado, una educación de calidad.
¿Cuál es el nivel de compromiso político que ha de tener una verdadera política educativa? La neutralidad es naturalmente imposible si hablamos de educación.
La gestión de los recursos educativos son un tema que el Estado, es sobre la gestión de los recursos, pero el Estado Nacional y los estados provinciales hacen que estos sean sólo responsabilidad de provisión de los docentes.

El debate irracional y simplificado al que nos llevan los extremos, está expulsando voces que buscan el equilibrio y analizar la complejidad del fenómeno; sobre todo no se escucha a los docentes de aula. Y con menos voces hay menos soluciones. Quieren soldados para una guerra y eso no está bueno, la educación no es un arma, es una solución a la violencia.

El abandono de los estudiantes en el Sistema Educativo en América Latina y sobre todo en Argentina se da, por déficit en calidad, hacinamiento en el aula. Yo he llegado a dar clases a 45 alumnos; también hay fallas en la formación profesional de los nuevos docentes porque siempre estamos remendando el aprendizaje, cada 4 años cambia el plan, porque cambian los gobiernos y las actualizaciones se convierten en poliquitería.
Sin conocer el lenguaje del aula, bajos sueldos…, lo cual hace que toda la educación esté siempre en una constante crisis, no es garante de libertad porque se convierte en un privilegio. Deuda de la Democracia Argentina en estos 40 años de recuperación democrática. Según el censo 2022, son 2.426.129 de personas que nunca fueron a la escuela. La educación es un derecho Constitucional.
No basta con lamentarse y preguntarse la razón por la cual los argentinos caemos en los mismos errores sin mostrar capacidad alguna de aprendizaje y reflexión.

Es necesario reconocer los problemas reales, demandar la verdad de nuestros gobernantes, de nuestra clase política, de nuestros representantes por más incómoda que sea.
La educación siempre fue uno de los caminos abiertos para deshacernos de esa molesta etiqueta de país de “tercer mundo”, el único inconveniente es que sus resultados sólo son visibles en el largo plazo; en palabras del tristemente célebre Sir John Maynard Keynes “en el largo plazo estamos todos muertos”.
Pues bien, en el largo plazo seremos parte del lento crepúsculo de la educación y con ella nuestra única oportunidad de hacer frente a los desafíos planteados por el subdesarrollo y eventos adversos extremos, como fueron y son los derivados del Covid.
Siempre he pensado que cuando no se tiene suficiente criterio pedagógico «los árboles no dejan ver el bosque» y se confunden los medios con los fines.
Hoy en Argentina la educación es un ring, todos golpeados con un solo ganador, la ignorancia que toma por rehén a nuestro futuro. Que no ganen quienes creen que la educación es un privilegio no un derecho.

