Pluma viajera

Por Fernanda Rossi

En vísperas de la temporada festiva, cuando la generosidad y solidaridad nos envuelve, son los niños quienes nos enseñan que el hechizo más poderoso es la magia de dar, de compartir alegría y de construir puentes de amor entre los corazones.

Este año, tuve la suerte de conocer a los pequeños alumnos de quinto grado de la Escuela Nro. 4.688 Nuestra Señora de la Asunción. Ellos me regalaron lo que considero más importante: risas, ojos enormes, oídos ávidos y sobre todo AMOR. Junto a las docentes y directivos, realizaron actividades a partir de mis libros.

Ellos, como tantos otros niños que tuve el privilegio de conocer a lo largo de mi vida como escritora y tallerista, me convirtieron en la hechicera Pluma Viajera. Y a través de los hechizos, aprendieron que las palabras pueden ser no solo fuentes de fantasía, sino también instrumentos para tejer una red de compasión y amor, haciendo del mundo un lugar más brillante y cálido para todos.

Junto a la Editorial Juana Manuela, los invitamos a participar de una movida solidaria, llegar a la gente solitaria enviando un mensaje de amor. Y esos pequeños a los que les falta tanto, pero les sobra justamente AMOR, crearon tarjetas mágicas de Navidad para alegrar a las personas que por diversos motivos se encuentran solas y sembraron semillas de esperanza en los corazones de aquellos que más lo necesitaban. Cada niño se convirtió en un pequeño embajador de bondad, llevando consigo ese mensaje de amor.

Por eso, en una de las noches previas a la Navidad, cuando los pueblos y las ciudades resplandecen con la luz de la solidaridad, Pluma Viajera, con su capa de estrellas brillando intensamente, miró con satisfacción a los niños.

Los cuentos que habían nacido de su tintero mágico se convirtieron en destellos de esperanza que iluminaron incluso los rincones más oscuros. Por eso, decidí escribir un cuento nuevo, para regalar a todos aquellos que la acompañaron en sus talleres y en la lectura de sus libros. Y para todos los que lo quieran leer.

Que el año 2.024 nos encuentre tejiendo cuentos que no solo celebren la fantasía, sino también la importancia de cuidar unos de otros. ¡¡Salud!!

Una hechicera llamada Pluma Viajera

En un misterioso rincón de las yungas, donde las hojas susurran secretos y los rayos de luna tejen hechizos, vive una hechicera llamada Pluma Viajera. Se dice que sus palabras tienen el poder de abrir puertas a mundos desconocidos y despertar la creatividad dormida en los corazones más jóvenes.
Un día, Pluma Viajera con su capa de estrellas y su tintero lleno de destellos de arcoíris, decidió emprender una misión especial. A través de su catalejo mágico observó con tristeza que los chicos habían perdido el brillo de la imaginación, y sus risas resonaban tímidamente en los rincones de las yungas, montañas y ciudades. Decidida a traer de vuelta la magia olvidada, convocó a los pequeños habitantes del pueblo para participar en sus talleres de lectura y creatividad.
Con un gesto elegante de su pluma mágica, Pluma Viajera abrió un libro antiguo que resplandecía con la promesa de historias por descubrir. Los niños se acomodaron alrededor, ansiosos por sumergirse en las páginas que se desplegaban como puertas a mundos desconocidos. La hechicera les contó cuentos de puentes que se iban abriendo y aparecían personajes andinos. Pachamama bailaba con el Pujllay en un carnavalito quebradeño. Arcángeles protegían celosos a la gente del pueblo, a veces disfrazados de cardones gigantes. También les contó cuentos en palabras wichi y guaraní, lenguas de nuestra Madre Tierra. Caminaron junto a una pequeña mensajera llamada Chuscha por los caminos de los Incas y tierras vallistas. Pudieron reir con las travesuras del duende y jugar a ponerle el sombrero. Los transportó de la mano de un joven llamado Félix al mundo de las leyendas que se tejen alrededor del baile del Pim Pim, una danza que cobra vida a través de máscaras de animales que tejen sueños en el crepúsculo y de bosques encantados que susurran secretos a aquellos que saben escuchar. Cada palabra que salía de sus labios era un hechizo que despertaba la curiosidad y la imaginación.
Después de cada cuento, Pluma Viajera invitaba a los niños a sumergirse en el caldero de la creatividad. Les entregaba plumas mágicas que bailaban en el aire, esperando ser guiadas por mentes curiosas. Juntos, tejían historias propias, creaban personajes con destellos en los ojos y construían mundos con las palabras que fluían como arroyos encantados.
Pronto, los pueblos y ciudades se llenaron de risas resonantes y colores vibrantes. Los talleres de Pluma Viajera se convirtieron en el evento más esperado de la semana, y los niños comenzaron a llevar consigo el encanto de la creatividad a todas partes. Los corazones que antes estaban adormecidos florecieron como flores mágicas, y las palabras se convirtieron en sus aliadas para explorar los límites de la realidad.
A medida que pasaba el tiempo, los niños que habían sido tocados por la pluma mágica de Pluma Viajera crecieron para convertirse en narradores de sus propios cuentos y guardianes de la magia que habían descubierto en los talleres. Las yungas, montañas y ciudades florecieron con una nueva energía, donde cada rincón resonaba con la importancia de fomentar la lectura y la creatividad en los corazones jóvenes.
Y así, la historia de Pluma Viajera se convirtió en un poderoso conjuro, cada vez que es convocado nos recuerda la magia que reside en las palabras y la importancia de guiar a los niños hacia la tierra de la imaginación, donde la creatividad es la llave que abre las puertas a un mundo lleno de posibilidades.

Fernanda Rossi

Muchas gracias a todos los que participaron de los Talleres de la Pluma Viajera.

¡Nos volvemos a encontrar muy pronto!

Publicado por Juana Manuela

Empresa destinada a la publicación de textos de difernetes géneros literarios, como así también a la difusión de nuestra cultura latinoamericana.

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