Benito Pérez Galdós

Por Olivier Pascalin

Mario Vargas Llosa lo considera el mejor escritor español del siglo XIX: “Hizo lo que Balzac, Dickens y Zola, por quien siempre tuvo admiración, hicieron en sus respectivos países: contar en novelas la historia y la sociedad de su país […] sin prejuicios ideológicos, tratando de diferenciar entre lo tolerable y lo intolerable, el fanatismo y el idealismo, la generosidad y la mezquindad, incluso entre sus adversarios».

¿Quién fue Galdós? Nacido el 10 de mayo de 1843 en Las Palmas de Gran Canaria, fue el décimo hijo del líder militar de la isla, el teniente coronel Sebastián Pérez, y de una mujer de carácter, doña María de Los Dolores de Galdós, que llevaba, dicen algunos, bragas en casa.


Desde sus años universitarios, el joven mostró su espíritu crítico, su humor y sus ambiciones literarias. Como se había enamorado de una prima, su madre lo envió, con 19 años, a estudiar derecho en Madrid. Pero atraído por el periodismo y la vida bohemia, frecuentaba menos los cursos allí que los cafés donde se reunían pintores, periodistas, artistas, políticos, etc.

La riqueza económica de su familia, más tarde su abundante producción literaria (cien novelas, treinta obras de teatro, innumerables artículos en los periódicos) le permitieron dedicarse exclusivamente a la escritura.

En 1897 fue elegido miembro de la Real Academia Española. En 1907 fue elegido diputado republicano a las Cortes, y reelegido posteriormente. Habiéndose quedado ciego en 1912, tuvo que dictar sus últimos libros.

Murió el 4 de enero de 1920 en Madrid. Su estatua se encuentra en un parque de la capital española.

Galdós centró su discurso de aceptación en la Academia en «la sociedad contemporánea como materia novelística«. Este tema ha sido, de hecho, la fuente principal de una producción literaria que hace que muchos lo consideren «el otro gran narrador español de todos los tiempos«, después de Cervantes.

Su zona favorita era la clase media .Con sus dos obsesiones: el esnobismo y el miedo a perderse. Las ambiciones, dramas, celos, cobardías que engendran inspiran en el escritor tanto realismo como ironía.

La observación de la realidad, que colocó por encima de la imaginación de los románticos, funda, de hecho, su estética. Lo aplicó tanto a la apariencia física de sus personajes como a su lenguaje, lo que lo convirtió en un brillante dialoguista teatral.

También debemos señalar que el célebre cineasta Luis Buñuel (1900-1983) adaptó al cine tres de sus novelas: Nazarín (1959), Viridiana (1961) y Tristana (1970).

Publicado por oberlus1954

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