La era de la filosofía escolástica

Por Olivier Pascalin

En la Edad Media se produjo un notable punto de inflexión en la historia de la filosofía. Este período, a menudo conocido como la era de la filosofía escolástica, vio un matrimonio único entre la fe y la razón, donde los filósofos y teólogos buscaron reconciliar la herencia clásica con las enseñanzas del cristianismo. Entre los titanes intelectuales de esta época destacan dos figuras: Agustín de Hipona y Tomás de Aquino.

San Agustín es famoso por su enseñanza del cristianismo como filosofía del amor. ¿Por qué hay sufrimiento y maldad a nuestro alrededor?

Agustín, en su búsqueda de respuestas, nos ofrece una visión profunda y provocadora. Imagina que estás caminando por un bosque oscuro y encuentras una manzana envenenada. Si decides comértela, sufrirás las consecuencias del veneno. Agustín nos enseña que esta manzana representa el mal en nuestras vidas.

A menudo nos enfrentamos a elecciones que parecen atractivas y tentadoras, pero que en realidad nos llevan al sufrimiento ya la desviación del bien. Sin embargo, Agustín no nos deja en la oscuridad del bosque. Nos invita a buscar la verdad, que es como una brújula que nos guía hacia la luz. La verdad nos ayuda a discernir entre el bien y el mal y nos guía a una vida plena y significativa.

En este laberinto hay muchas opciones y falsos caminos que te alejarán cada vez más de la salida. Pero si encuentras la verdad, será como un mapa que te mostrará el camino correcto. Siguiendo este mapa, podrás salir del laberinto y acceder a la libertad y la realización personal.

En nuestra vida cotidiana, esta metáfora del laberinto y la búsqueda de la verdad se puede aplicar a situaciones en las que nos enfrentamos a decisiones difíciles. Por ejemplo, imagina que tienes que tomar una decisión importante con respecto a tus estudios o tu carrera. Hay muchas opciones y opiniones diferentes, pero si buscas la verdad y te alineas con tus valores más profundos, encontrarás el camino que te llevará a un futuro pleno y acorde con tus deseos.

Agustín de Hipona nos desafía a explorar la naturaleza del mal y buscar la verdad en nuestras vidas. Nos recuerda que nuestras elecciones y acciones tienen consecuencias y que la búsqueda de la verdad es fundamental para vivir una vida.

A lo largo de su vida, Tomás de Aquino buscó reconciliar la filosofía aristotélica con los principios del cristianismo. Su principal obra, la «Suma Teológica«, es un monumental compendio de teología y filosofía.
Según la fe y la razón no son incompatibles, sino que pueden coexistir y complementarse. Su enseñanza de «obra y poder» y su argumento de las «cinco vías» para probar la existencia de Dios son fundamentales en el campo de la metafísica y la teología.

La razón, con su capacidad de análisis y lógica, nos proporciona la base sólida del puente. Nos permite comprender el mundo a través de la observación y el razonamiento. Por otro lado, la fe, como un arco que se eleva sobre el puente, nos conecta con lo trascendente y lo divino. Nos permite creer en algo más allá de lo tangible y confiar en un orden superior. En nuestra vida diaria, esta metáfora del puente puede aplicarse a situaciones en las que nos enfrentamos a cuestiones difíciles que parecen desafiar nuestra razón o nuestra fe.

Por ejemplo, imagina que estás debatiendo la existencia de un ser supremo. La razón puede proporcionar argumentos basados ​​en la observación y la lógica, mientras que la fe puede ofrecer una conexión con lo espiritual y lo trascendente.

Tomás de Aquino nos anima a construir este puente entre los dos aspectos, aprovechando la capacidad de la razón para comprender el mundo y de la fe para trascender lo material. Por otra parte, Tomás de Aquino defiende la idea de que la razón puede ayudarnos a comprender mejor nuestra fe. Al usar la razón para analizar y explorar conceptos teológicos, podemos obtener una comprensión más completa y consistente de nuestras creencias religiosas.

De este modo, la razón se convierte en una valiosa herramienta para fortalecer nuestra fe y enriquecer nuestra experiencia espiritual.

Fue esta versión la que usó Abelardo. Pero la forma verdaderamente preparatoria para la escolástica será la escuela de Chartres que redescubrirá a Aristóteles…
Este período también marca el apogeo de las exégesis medievales. Estos interpretaron las Sagradas Escrituras a través del método escolástico que reveló su cuádruple significado: literal, alegórico, tropológico y anagógico.

Las obras de Aristóteles son traducidas (al mismo tiempo que los tratados científicos griegos y árabe-musulmanes) por equipos de filósofos cristianos, judíos y árabes. Están marcadas por la influencia de Platón.

En el siglo XI, las poblaciones al norte de los Alpes comenzaron a emigrar a nuevas tierras, algunas de las cuales habían regresado a la «Edad del Hierro» tras la caída del Imperio Romano. Los vastos bosques y pantanos de Europa son talados y explotados.

Otras guerras son las que protagonizan los soberanos cristianos contra los moros en la península ibérica, es la «Reconquista». Los normandos colonizan el sur de Italia (ver Conquista normanda del sur de Italia). El redescubrimiento en el siglo XII de la obra de Aristóteles, y más generalmente de los autores griegos, en parte a través de traducciones de sus obras al latín del árabe, o directamente del griego, condujo a un período de renacimiento conocido como el Renacimiento del siglo XII. Condujo a Tomás de Aquino ya otros pensadores a desarrollar la filosofía de la escolástica, concebida como una reconciliación del cristianismo y la filosofía de Aristóteles.

La situación del rey de Francia parecía entonces tanto más crítica cuanto que había sido imprudente al pelear con el papado. En la Alta Edad Media, la educación estaba dominada en gran medida por los monasterios, y luego se desplazó gradualmente hacia las escuelas catedralicias. Estos últimos evolucionan y se institucionalizan para formar universidades. Ya sea en el marco de monasterios, escuelas catedralicias o universidades, el sistema educativo se basa en la enseñanza de las artes liberales.

Las artes liberales reúnen todas las disciplinas intelectuales consideradas esenciales desde la Antigüedad para adquirir una sólida base cultural.
Para san Agustín, la adquisición de los conocimientos de las artes liberales es una condición indispensable para acceder al estudio de los textos sagrados y de las cuestiones religiosas: la teología. De hecho, es esencial comprender estos textos para poder estudiarlos e interpretarlos. Las artes liberales se componen de dos categorías de educación complementaria: el trivium y el quadrivium.

El trivium consta de tres temas:

• gramática
• retórica
• dialéctica

Cuando se forman las universidades, el trivium se convierte de hecho en la enseñanza fundamental de la facultad de Letras y, posteriormente, permite continuar los estudios en la facultad de teología o derecho.
Los pensadores cristianos de la Edad Media central creen que la verdad existe y que la han encontrado, pensando haber logrado esta síntesis entre las dos únicas fuentes del conocimiento: la Revelación divina y la Razón, elaborada en particular en la Summa Theologica de Tomás d ‘Aquín (1266-1273).

Toda la historia cultural de los siglos XI-XIII gira en torno a esta elaboración, que culmina con la gran escolástica del siglo XIII. Este renacimiento cultural va acompañado de la creación de las primeras universidades medievales de Occidente (Bolonia, Oxford, París, Cambridge, Salamanca…), donde se empieza a impartir la escolástica.

La gramática sigue siendo la base esencial de la enseñanza. Enseña la estructura y sintaxis de la lengua latina, que se considera la lengua de referencia. Los estudiantes aprenden a leer, escribir y hablar latín estudiando las reglas de gramática, sintaxis y conjugación. La retórica, por otro lado, es el arte de la persuasión. Permite adquirir las técnicas de dominio del idioma para convencer una oratoria. Los estudiantes aprenden a construir argumentos fuertes y persuasivos, organizar discursos y utilizar técnicas persuasivas, como la repetición y la emoción.

Finalmente, la dialéctica es el arte de la lógica. Permite a los estudiantes comprender cómo evaluar los argumentos y razonamientos de un texto o un discurso. Los estudiantes aprenden a reconocer las debilidades de los argumentos y refutarlos usando la lógica y la razón.

Este enfoque fue redescubierto en el siglo XI y desarrollado a lo largo del siglo XII. Se enseña entonces a partir de un corpus que se remonta a la Antigüedad. La reconciliación entre Aristóteles, «el doctor divino», y la fe cristiana pasa en particular por el intento de resolver las tensiones entre la filosofía primera (según Aristóteles) y la teología, es decir, entre una metafísica general (filosofía primera más tarde llamada ontología, u ontosofía) y una ciencia del ser por excelencia (más tarde, metaphysica specialis, teología).

Se trata sobre todo de comprender mejor la fe cristiana a la luz de la filosofía antigua. Tomás precisa también que la filosofía, en busca de la verdad, no puede presentar ningún peligro a la religión, que según él es la verdad: al contrario, sólo puede conducir a ella. Por tanto, la filosofía se encontrará finalmente al servicio de la revelación.

Las bases que toma Tomás son los textos sagrados, y por tanto el trabajo filosófico del Somme consiste, mediante preguntas sucesivas, en depurar las aparentes contradicciones y resolverlas por un enfoque que se asemeja a lo que será la dialéctica de Hegel ( obviamente partiendo de otras bases).

La escolástica tiene varias formas: lectio de textos, comentarios, quaestio, disputatio o cuestión discutida, cuestiones quodlibéticas y sumas.

La lectio consiste en explicar los textos fundamentales de la enseñanza (la Biblia, Pedro Lombardo, Aristóteles más tarde, etc.) casi palabra por palabra. El texto se divide en sus diversas partes, luego se comenta en detalle; finalmente se examinan los problemas que plantea. Los comentarios tienen por objeto hacer comprender obras (de carácter religioso, filosófico, científico) consideradas fundamentales. Permite resolver un problema según un esquema rigurosamente regulado, problemas de teología o de filosofía.

La quaestio aparece a principios del siglo XII. La técnica se perfeccionó en el siglo XIII. La quaestio es obra exclusiva del maestro. Cuando intervienen otros actores, se adopta la forma de disputatio, sujeta a normas universitarias precisas.

La disputatio representa una competencia, una competencia verbal entre dos doctores y sus estudiantes sobre un tema de teología, filosofía o derecho.

En París, tiene lugar en la Place de la Sorbonne, o en cualquier otro lugar circular, frente a espectadores que han sido informados de la justa oratoria por «pancartas», colocadas en las puertas de las iglesias, entre otras cosas. El curso de estos juegos es muy estricto y está codificado de manera rígida.

Un resumen es el resumen sistemático de un conjunto doctrinal, resumen que puede ser muy largo. Es en el aspecto formalista de la disputatio donde se concentrará la crítica racionalista y moderna de la escolástica.
Su método es en efecto una pura especulación intelectual, basada exclusivamente en el comentario de textos o el comentario de comentarios, prohibiendo cualquier mirada directa a la realidad. Esta lógica formal no puede pretender ninguna validez con respecto a la comprensión y extensión de un predicado. Esta es la actitud que Platón combatió entre los sofistas.

El pensamiento de Abelardo sigue siendo uno de los principales hitos en la historia de la introducción del método dialéctico en la teología que culminará en la escolástica un siglo después.

En teología, su doctrina se basa en una posición según la cual sería imposible llegar al conocimiento del mundo sin repudiar el realismo de las cosas. Sus muchas innovaciones en el campo de la fe, en particular las que se encuentran en su tratado Theologia Summi Boni (1120), donde utiliza la dialéctica para tratar de manera sistemática el dogma de la Trinidad, provocaron la ira de Bernardo de Clairvaux.

Entre otras cosas, su manera de relacionar los términos “Poder”, “Sabiduría” y “Bondad” con las tres personas de la Trinidad (Padre/Hijo/Espíritu Santo). Su fama en todo Occidente como un pensador riguroso pero inconformista se solidificó en en un fenómeno social de principios del siglo XII que conduciría a la extensión del estatus de clérigo a todo el cuerpo, maestro y estudiante.

Fue el primero, dentro de las escuelas catedralicias, en promover los estudios aristotélicos y fundó en 1110 en Sainte Geneviève el primer colegio que, prefigurando la Universidad, escapaba a la autoridad episcopal. Se convirtió en monje en 1119 en Saint-Denis, pero en 1121, en el Concilio de Soissons, su curso de Teología del Soberano fue bien denunciado por sabelianismo y entregado a un auto de fe. Desarrollado a partir de 1125, su tratado ético Conócete a ti mismo inaugura el derecho moderno al basar la noción de culpa ya no en el acto cometido, sino en la intención.

Apologista de la mujer y partidario de su educación, en 1131 fundó la primera abadía en la Champaña siguiendo una regla específicamente femenina, el Paráclito, refugio de mujeres cultas para las que produjo un importante cuerpo de música litúrgica. El trivium es impartido por maestros, figuras medievales del maestro, conocidas como «magistri». Estos maestros son generalmente clérigos, muy a menudo hombres de Iglesia. Viven de la financiación de sus estudiantes.