Rebeldía republicana

Por Olivier Pascalin


Francia, la calle aviva la rebeldía republicana. La protesta contra la Ley de Jubilaciones ofusca al Gobierno de Macron y despierta a una Francia republicana, rebelde, irónica.

La cólera popular se expresa en cánticos, pancartas y explosiones de violencia, que señalan a un presidente acusado de arrogancia.

En Francia la reforma de la jubilación se anunció a inicios de año. Tras trece jornadas de huelga y manifestaciones, el clima social es eruptivo y la concordia lejana. So pretexto de suavizar un déficit futuro, la jubilación pasa de 62 años a 64.

Esto agrava la penosidad de ciertos trabajos, a las mujeres en su vida laboral, las carreras interrumpidas y atiza el dilema de si vivir para trabajar o trabajar para vivir.

La sexta jornada de movilización, el 7 de marzo, rompió récord de participación. Más de un millón de personas plegaron al levantamiento, según cifras oficiales, que reducen la cuenta de los sindicatos en proporción de tres a uno. Para el 1 de mayo, fecha que conjugó reivindicaciones históricas, coyuntura social y las violencias intrínsecas, los sindicatos contaron más de dos millones de personas en las calles, mientras que el Ministerio del Interior alcanzaba menos de 800 000.

Tras el debate en la Asamblea y el Senado, el paso de la ley por autoridad del Ejecutivo, mediante el uso del artículo 49.3, acentuó la protesta; no tanto en número, como en intensidad y diversidad. La suma de sectores refleja el descontento, ya no solo frente a la reforma de jubilaciones —considerada innecesaria, primero, y adoptada de manera antidemocrática, después—, sino frente a un Gobierno sordo que acusa el sofocamiento y la violencia de la movilización, mientras pasa por alto la pluralidad en las calles.

A man displays a placard during a demonstration against the French government’s pension reform plan as part of the fourth day of national protests, in Paris, France, February 11, 2023. The placard reads: ‘Macron pensions, it’s a no!’ REUTERS/Yves Herman

No es solo el aumento de dos años de trabajo, sino el sentimiento de que Emmanuel Macron no comprende al francés promedio. La propuesta, imposición, validación y promulgación de la reforma cristalizaron una hostilidad cultivada antes de la pandemia, remecida por la guerra en Ucrania, exacerbada por el desamparo del servicio público y azuzada en período de inflación. Este fue el timing cuando el Gobierno confundió riesgo político con ejercicio de autoridad.

Ahora la situación se mide como crisis democrática. El presidente desea virar página y pasar a otras reformas. En sus alocuciones, Macron busca conciliación pero, al no hacer concesiones, anula su decir. Los manifestantes exigen el retiro de la ley, humillan la majestad del poder en cada una de sus intervenciones y no renuncian a la calle ni a la cólera. El diálogo se abre y se cierra desde los dos bandos; no hay matices. Es el despertar de una conciencia política, aletargada durante la pandemia, pero latente en el espíritu mismo de una Francia republicana, rebelde, irónica.

En francés hay dos palabras para la movilización social. La primera es huelga (grève): el acto de interrumpir una parte o toda la jornada laboral para mostrar desacuerdo con algún ámbito de la actualidad. Es un término oficial e implica que cada quien lo declare, es decir que informe en su lugar de trabajo que tal día, a tal hora, está en huelga. Hacerlo conlleva perder el porcentaje del sueldo que corresponde al tiempo no trabajado.

El derecho a la huelga en Francia es pagado por el trabajador en un giro del sistema-mercado.

Continuará….

Publicado por oberlus1954

Ce qui est capital, ce ne sont pas les moyens financiers mais votre motivation et votre discipline.

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