Por Hilda Palermo

¿Quién alguna vez no ha disfrutado de una reparadora siesta, por muy corta que haya sido? Es beneficiosa, aunque algunos países ya la tienen instituida y respetan este horario a rajatabla.
Este periodo de descanso fue inventado por los romanos y que, incluso ahora, algunos médicos la recomiendan.
La palabra siesta proviene del latín sexta, por que los romanos hacían un alto en sus labores a la sexta hora del día que dividían en doce horas diurnas y doce horas nocturnas; descansaban no mas de media, hora que es lo recomendable.

Esta costumbre perduro a través de los siglos y se fue extendiendo con el Imperio Romano, llegando a los países del Mediterráneo y a Iberoamérica.
La dieta de los romanos era muy consistente y con mucho vino por lo que necesitaban ese tiempo de sueño.
Los especialistas en medicina del sueño recomiendan una siesta de no mas de media hora, si fuera de mas tiempo sería perjudicial para la salud por que retrasaría el sueño nocturno, lo ideal es hacerla entre las dos y las cuatro de la tarde; es un periodo muy difícil del día y las personas, generalmente, se quedan dormidas, tampoco hay que hacerla en cama sino en un buen sofá o silla de reposo.

Para proteger el cerebro, mantener buena salud y rendir en el trabajo, deberíamos administrar mejor nuestra energía, para eso necesitamos una dieta equilibrada y hacer algo de ejercicio, debemos tener en cuenta que el cerebro ocupa el 2% del peso corporal, consume aproximadamente el 25% de la glucosa y los nutrientes de nuestro organismo, sin contar que, mientras dormimos, el cerebro esta activo y reproduce la actividad y vivencias del día.

Científicos de la Universidad de Toronto y del Hospital Sunnybrook de la misma ciudad han logrado determinar que el sueño regenera las células del cerebro, elimina toxinas, mejora la calidad del aprendizaje y de memoria, aumenta el bienestar y el buen humor.
La necesidad de tomar una siesta esta presente en nuestro organismo, aunque no es bien vista por las grandes empresas que exigen alto rendimiento a sus trabajadores, muchas veces este sueño no es consecuencia de un opíparo almuerzo sino los cambios que siguen al siglo de 24 horas, para mantener el ritmo se consume te o café, que son estimulantes.
En los Estados Unidos y en Japón, después del almuerzo, una siesta de 30 minutos no viene mal, dicen los que saben. Es por eso las empresas acondicionan salones exclusivos para que los trabajadores puedan descansar o, aquellos con visión de negocio, abren, en lugar de un bar o un restaurante, un salón para siestas.
El piso 24 del Empire State, en Nueva York, tiene un salón que busca que los trabajadores puedan dormir 24 minutos por sólo 14 dólares.

Eliminar la siesta no es una perdida de tiempo, es mejorar el rendimiento, aumenta la agudeza mental, y el trabajador se siente mejor.

