Por Olivier Pascalin
Clasificado entre los poetas malditos, incomprendido por la sociedad, pero admirado y apoyado por sus compañeros (ya sea Verlaine, Victor Hugo o Flaubert), actor titánico del vuelco poético que marcó la década de 1850-1860, Charles Baudelaire figura entre los ineludibles de la literatura francesa y líder de la poesía moderna.
A él le debemos ser el iniciador de la modernidad en la poesía, desprendiéndose tanto del estilo consensuado y clásico como de los temas impuestos por los románticos que le precedieron, y haberse convertido así en el precursor del simbolismo.
Si Baudelaire se consagra como el padre del spleen y del ideal, del exotismo, de la fealdad sublimada por la belleza del lenguaje y la verdad, es porque el maldito poeta vivió una existencia de paria, arrastrando sus condenados versos y su vida de dandy desde cabarets literarios, desde la capital hasta Bélgica, pasando por Mauricio.
Hoy enterrado en el cementerio de Montparnasse, junto a su madre y su suegro, el general Aupick, Baudelaire goza de un reconocimiento sin precedentes y sigue fascinando tanto como siempre.
Estudiante brillante pero solitario, internado en un internado en Lyon en 1832, Charles Baudelaire siguió una escolarización disipada.
En 1836, se convirtió en interno en la escuela secundaria Louis-le-Grand y obtuvo su bachillerato en 1839, aunque había sido expulsado de la escuela secundaria por indisciplina. Con el bachillerato en la mano, Baudelaire compuso sus primeros versos, llevó una vida disoluta, frecuentó garitos literarios y el grupo Jeunes-France (Nerval, Pétrus, Borel).
También tuvo una primera aventura con una prostituta judía del Barrio Latino, llamada Louchette. En 1841, para reestructurar al joven, su familia decidió embarcarlo en un barco con dirección a Calcuta, poniendo fin a esta vida bohemia.
Pero Baudelaire termina el viaje a Mauricio y se queda allí un mes antes de zarpar hacia París. Aunque realizado contra su voluntad, este viaje de diez meses dejó una profunda huella en Baudelaire y alimentó su producción poética: extrajo de ella el exotismo, los paraísos perdidos, la idea de viaje, etc.
De regreso en París en 1842, Baudelaire vivía como un dandy y frecuentaba asiduamente salones literarios y cabarets. A los 22 años descubrió drogas en el apartamento familiar de uno de sus amigos, el futuro poeta parnasiano Louis Ménard.
Luego se unió al Club des haschischins, que también incluía a Gautier, Balzac y luego a Asselineau (quien más tarde se convirtió en su primer biógrafo). El objetivo de este club es el estudio de las drogas a través de su práctica.
De esta experiencia extrae Baudelaire su ensayo Los paraísos artificiales (publicado más tarde, en 1860), en el que establece, contra su tiempo, que estos últimos no tienen un efecto cualitativo particular sobre la inspiración poética.
También fue en esta época cuando conoció a Jeanne Duval, una actriz métis, a la que apodó la «Venus negra», con la que mantuvo una relación caótica y apasionada a lo largo de su vida y que acechó muchos de sus principales poemas («Perfume exótico», “La Chevelure”, “Sed non saciata”).
En dieciocho meses, Baudelaire dilapidó gran parte de la herencia paterna. Luego, su familia lo puso bajo la tutela de un notario en 1848 y solo recibió una modesta asignación mensual. Esto no le impide acumular deudas.
A los 24 años, con su primera obra de crítica de arte, el Salón de 1845, Baudelaire se esfuerza por ganarse la vida como crítico literario y artístico. En sus siguientes escritos, deja estallar su admiración por las obras de Eugène Delacroix, Balzac, Wagner (quien, en ese momento, es criticado por la crítica francesa). En 1847 conoció a Marie Daubrun, a quien consideraba una musa.
Al año siguiente, descubrió las obras en prosa de Edgar Allan Poe, de quien se convirtió en traductor oficial. Siente una admiración ilimitada por el autor americano y ve en sus obras una forma de filiación. En 1848 participó en las barricadas y la Revolución de Febrero que luchó, entre otras cosas, por la libertad de prensa. Pero su compromiso político, influido por las lecturas de Joseph de Maistre y Edgar Poe, no lo convierte en un revolucionario y no se desborda en su obra:
«El motín, asaltando en vano mi ventana / No levantará la frente de mi escritorio». ”, escribió en su poema “Paisaje” (Les Fleurs du mal).
BO DE L ‘AIR
Algunos me llaman simplemente BO DE L’AIR.
O sea si tal cual como ese francés genio.
Fue único en el dominio del ritmo.
Conozco sus poemas que describen al ser humano.
Mas glorioso como mi amigo vecino
Y más mísero a la vez como donde vivo
Pero no soy pariente de Baudelaire les aseguro
Quizás es porque la gente me vea caminando
La cabeza en las nubes siempre ando yo
Es que me encantan ellas a quienes no
Me encantan las nubes y quisiera poder yo, pintarlas todas y colgarlas en mi dormitorio.
Me encanta de ellas su silencio
Como se deslizan como sobre hielo .
Admiro su belleza; sus colores o suspiro
Sus formas tambien que cambian todo el tiempo
Es todo un lenguaje dificil de entender excepto yo
No soy un poeta pero si me encanta escucharlo.
A mis nubes les digo la verdad les amo.
Y algun día escribiré sus historias yo mismo
Todas las que me cuentan serán las poesías de BO
En mis BOESIAS les contare de todo un poco
Porque sus historias son divertidas y me rio
Otras son mas tristes pero de ellas aprendo
Me encantan las nubes y hay tantas en el cielo
No soy ese Baudelaire pero si BO
BO DE L’AIR y si se que tienen su Abecedario
Nimbus ;Cumulus,Strato
Y ni hablar de las combinaciones al infinito
Una verdadera matemática nublosa arriba veo
Tienen tambien mucho poder adentro
Te dan lo que la tierra necesita con todo
Lluvia ,nieve lo que tu quieres te juro
Porque son todas buena onda así lo digo
No existen las malas porque siempre traen un mensaje positivo
Soy tambien como ellas un niño positivo
Y no es porque tengo la cabeza en el cielo
Soy alto y Soy realista porque me gusta eso
La naturaleza y todo eso
Yo paso el mayor tiempo del día a fuera de mi domicilio
Allí observando ;escuchando y hablando
Con mis amigas ,las nubes todo el tiempito.
Las Tertulias de Juana Manuela 