14 de agosto: nace para siempre Manuel José Castilla

Por Silvana Irigoyen

Retrato de Manuel Castilla por Antonio Neri Cambronero

Manuel…Manuel Castilla

Cuántos hombres humildes alumbraron tu alma para que con el hilo de sus simples presencias encendieras la hoguera de tus versos calientes, que salían al aire a vestirse de magia.

Y eras tan de la tierra, que siempre le cantaste a los que en ella andaban cavando sus entrañas, cosechando los frutos florecidos de soles, allá en los tabacales, tal vez el alfalfar o en los cañaverales.

Y ese mozo del hacha que cavó en tu ternura para quedarse siempre despierto en tu palabra.

Ése que rescataste del exilio y el frío sabiendo que guardado en el canto de la zamba ya no sería un paria desterrado y ausente de todos los silencios: Maturana…

Maturana es contigo

Oh! Don Manuel Castilla, señor de la ternura. La estatura de un hombre que por hombre es humilde y capaz de enseñarnos el valor de una lágrima.

Pocha Barros

Estación de trenes, Cerrillos, Salta

Un 14 de agosto nacía Manuel José Castilla.

Su infancia transcurrió entre los andenes y  trenes de Cerrillos, donde su padre era el jefe de estación. Uno de sus sonetos más conmovedores está dedicado a la memoria de sus padres como un modo de resistir al tiempo de olvidos.

El tren de Alemaniaía

Padre, ya viene el tren de Alemanía,

Anúncialo tocando la campana,

Ponte la gorra, cierra la ventana

Que ya no hay nadie en la boletería

Madre, ya viene el tren con su alegría

Y el crisantemo de humo que desgrana,

No sé por qué te siento más lejana

Cuando lo mira tu melancolía

¡Oh, padre! adiós perdido entre los trenes,

Nadie despide a nadie en los andenes,

donde no sé por qué yo siempre espero

Nadie despide a nadie hasta que un día,

En un remoto tren de Alemanía,

Adolescente con ustedes muero

El tren de Alemanía

Su obra está  referida al paisaje de una región: el noroeste argentino. De allí sacó sus temas, sus personajes y los motivos de celebración de esa extensa tierra americana.

Integró el grupo literario La Carpa ( 1940) que surgió con el propósito de celebrar el paisaje, la naturaleza y dar testimonio del hombre en su región, según consta en el Manifiesto que escribieran sus integrantes.

Publicó su primer libro, «Agua de lluvia», en 1941. La melancolía por la fugacidad del tiempo, la conciencia de finitud, los encuentros y despedidas que todo camino conlleva son tópicos que se infieren desde el mismo título de la obra. En  «Luna muerta» de 1943 : nombra el paisaje rural, su gente, los dolores y olvidos;  las leyendas y las tareas populares.

Juan del Aserradero

Juan del aserradero se ha embriagado y hace como dos horas que duerme en la vereda.

Ayer, Juan ha cobrado y en el bolsillo apenas si tiene una moneda.

Juan del aserradero, tirado en la vereda se parece a los perros.

Y para que el solazo no le queme la cara y se despierte luego, el yuchán de la calle tira sobre sus ojos sombra como un pañuelo.

Chaguanco, como pocos, Juan del Aserradero quiere olvidar la sierra y se duerme en el suelo, pero la sierra vuela por encima del pueblo, se torna una cigarra y le asierra su sueño.

«Copajira» de 1949, se centra en temas americanos, referidos a los mineros de Bolivia; y a partir de La tierra de uno, de 1951, su poesía alcanza su verdadera madurez, la fuerza desplegada para celebrar lo que ve: nubes, pájaros, ríos barrosos, las crecientes del verano, la desolación de la Puna, los bosques de las tierras bajas, los árboles.

ESPERO QUE ME LLUEVA

Ese hongo anaranjado y húmedo pegado en la corteza de este tronco en el monte, es mi oreja y escucho, hasta el más leve, todos los ruidos de la tierra.

                                                              

Puedo decir ahora de qué silencio nace el agua y qué oro la moja para hacer maíz, mientras crecen enfurecidas las hebras tiernísimas de las manos del mamboretá, mascador de las moscas.

Adivino, ya oscuro, qué savia se derrama y se endurece haciendo, las luciérnagas.

Oigo abajo, disuelta, vagar perdida la negrura hasta quedarse quieta, vuelta sangre molida en el lomo del escarabajo.

Estando así, sé del latido en yema del avestruz y su fuga inútil, ciega, como en el vientre de una noche redonda y sin salida.

Oigo la greda machacando los mármoles y volverse ceniza.

El esmeralda ahogado, entristecido, trepa por las raíces, se deshunde y alarmado y gozoso vuela por naranjales en las alas del loro.

Estoy brotando húmedo y soy la misma saliva de la vida.

Si ahora me muriese, si un hachero aplastase distraído esta oreja, tendría una pena como un río de larga, de irme yendo así solo a la muerte.

Es apenas un miedo esto que digo. Un rocío que siente que va a pisarlo el viento.

             Sigo vivo mirando cómo teje la niebla, este helecho que al aire dice adiós al olvido; cómo pasa rameando la víbora la cola enardecida de su tigre perdido.

Están naciendo hundidos los colores. Sus picos, como pájaros, quiebran la cal del huevo que los tiene.

Y cuando venga el blanco, ese que aún no es blanco todavía, sino

[sólo tinieblas,

irá a mojar los pies en la cuajada sombra de la luna.

El amarillo trae una semilla encima y triste que lo agobia en su otoño.

Cuando se halle a mi lado será como si estuviera regresando arrugado,

porque es de cobre el monte y es de muerte la hojarasca reseca.

             Todo lo estoy oyendo. Late insomne la vida y me estremece.

Voy a seguir creciendo y escuchando mientras sigo esperando que

[me llueva.

Mayo, 1971

Un 14 de agosto nació para siempre porque Manuel nunca se fue. Permanece, eterno, en su obra.

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