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JOAQUIN SABINA (CABALLO DE CARTÓN)
Por Claudia Fernández Vidal

El metro corre por las vías en esa maraña de túneles que abren puertas en las estaciones. Joaquín Sabina canta en la radio Caballo de Cartón, lo escucho al pasar antes de subir al vagón con letras rojas, es una de sus primeras canciones, estoy casi llegando a Tirso de Molina, donde dicen que vivía.

Madrid es una ciudad llena de lugares para descubrir de a poco. Hay quienes dicen que se parece a Buenos Aires…para mí Madrid se parece a Madrid.
De los barrios antiguos me han encantado las librerías chiquitas pobladas de libros de autores locales, y también de los otros. Las escuelas de Arte, las calles adoquinadas, los portales de los edificios pintados con grafitis, las panaderías con hogazas y tortas de colores separando un piso y otro por crema catalana o algo así.

Me ha gustado el café fuerte con una tostada con tomate, y leer los diarios locales en puestos de diarios rodeados de flores.
Las esquinas de las casonas de arquitectura exquisita, los helados y las tapas. Los azulejos azules y amarillos llenos de arabescos, el pan recién salido de los hornos, las avenidas y las estaciones.



Hay partes muy antiguas y otras totalmente opuestas. Luces de neón y farolas con un diseño de herrería que se te caen las medias.

Hay mucho arte también. En el MUSEO DEL PRADO (1819) uno de los más antiguos de toda España, y de los más importantes del mundo, donde se entra como un viajero cualquiera, al menos yo lo soy, y se sale impregnado de belleza y emoción.
Podría hacer una larga lista de todo que me ha gustado mientras caminaba por sus salas, pero sería aburrido. Para empezar, te contaría que LA ADORACIÓN DE LOS MAGOS, un cuadro enorme, casi 4 metros, de RUBENS, es casi de mis favoritos, por el virtuosismo, el manejo de los colores, la realidad que muestra… ¡¡¡¿cómo hacían para pintar así ???!!!…LA FAMILIA DE CARLOS VI, casi parece salirse
del cuadro, LAS MENINAS de VELAZQUEZ, con su perspectiva perfecta, la nitidez de las miradas, la fealdad de los rostros mostrando la belleza absoluta. La pintura EL BOSCO me pareció desafiante en EL JARDÍN DE LAS DELICIAS, llena de erotismo y en ocasiones, cruel. Demasiado.

Me declaro profundamente enamorada de LOS RETABLOS de los pintores flamencos, muy antiguos, tallados en madera que muchas veces se ubicaban en las iglesias, el trabajo magistral de la madera tallada, las caritas de cada uno de los que miran desde ese enorme paño dividido en partes, los colores intensos, rojos y verdes, y azules y amarillos, y la perfección del diseño.
Las esculturas GRECOROMANAS y su magnánimo arte que te lleva solo a admirar en silencio.
Los cuadros de REMBRANT, MANET, DEGAS… ante la belleza de los más grandes solo expreso admiración y un profundo gracias por dejar al mundo tanto talento, tanta perfección, tanto arte.
Pienso qué sería el mundo sin el arte que nos abre la cabeza, que seríamos sin el arte que nos hace evolucionar como especie para abrazar la belleza y las pasiones, porque sin pasión no se puede hacer arte.

Una luna enorme en un cielo profundamente negro custodia la salida del museo, hace muchísimo frío, un afiche enorme de LA LLUVIA AMARILLA, del escritor español Julio Llamazares anuncia su obra llevada al teatro.
Viajar es hermoso, conocer ciudades y volver con todo eso que me queda en la memoria mantiene mi corazón caliente hasta la próxima vuelta.

