Por Mary Dib Ashur

La historia de los licores se remonta a tiempos inmemorables. La gran mayoría no duda en afirmar que tanto alquimistas como investigadores con afanes científicos de miles de años atrás los descubrieron, primeramente con fines medicinales y curativos. Hoy por hoy, si bien tienen una utilización diferente, debemos estar agradecidos a quienes los descubrieron por dejarnos un enorme legado de elixires que se continuarán disfrutando por lo largo de los tiempos.

Si bien se estima que los licores, como tal, comenzaron a ser producidos en la edad media (sobre todo por monjes benedictinos en Italia), existen escritos referidos a Hipócrates, que ya narraba el proceso de destilación y fermentación que algunos hombres de la zona confeccionaban con determinadas hierbas o plantas. También existen quienes señalan que el proceso de fermentación es atribuible a los egipcios. Y parece que así fue, de hecho existen manuscritos referidos a tales procesos que datan del siglo III.
Si bien parece que la finalidad principal de esos alquimistas que se toparon con el proceso de fermentación era el de producir pócimas destinadas a problemas amorosos o fines medicinales, no tuvieron en cuenta la producción de alcohol. Y seguramente se llevaron tamaña sorpresa al consumirlos: es probable que no hayan logrado los efectos que esperaban en sus pacientes, pero también les prodigaron una buena alegría.

Con el avance del mundo árabe antiguo sobre las civilizaciones europeas, muchas otras variantes de bebidas alcohólicas mediante fermentación fueron entrando en la sociedad occidental, logrando que los procesos fueran depurándose y alcanzando el estatus que hoy día tienen los licores, esas entrañables bebidas que son compañía de muchas personas en el mundo.
Los árabes producían ya variedades de vino, recetas que facilitaron a varios monjes. Ellos hicieron el resto, todo a partir de la simple experimentación. Así estos alquimistas fueron desarrollando fórmulas de fermentación que luego derivarían en los licores que conocemos actualmente.

Así fueron surgiendo licores como el rosoli, hecho de miel y pétalos de rosa, muy preciados por las mujeres. En las cortes francesas de la edad media y el renacimiento se hicieron muy famosos. Hay quienes cuentan que Luis XIV recurría siempre a los licores de tipo digestivo para aliviar sus intentos problemas gástricos. Ya para ese entonces, no era extraño toparse con licores hechos con frutas y hierbas, reemplazando un poco a los realizados en base de fermentación de semillas.
Pero la clave de los procesos de fermentación y destilación está en el nombre de Jean-Édouard Adam, quien descubrió a finales del siglo XIX un proceso de destilado que le quitaba el mal sabor de boca que solían dejar los licores añejados. Así es como, gracias a este buen hombre, hoy podemos disfrutar de los licores tal y como los conocemos. El tiempo y los avances tecnológicos hicieron lo restante para que las bebidas espirituosas sean historia conocida.

LIMONCELLO
Es un licor de origen italiano obtenido por la maceración en alcohol de limones. El origen exacto de la bebida es en Sorrento, una ciudad a unos pocos km de Nápoles, en la región de Campania, en el Sur de Italia.
Los limones de Sorrento se destacan por su tamaño, su fuerte color amarillo y su sabor muy intenso.
El limoncello se suele tomar al final de una comida, como digestivo, aunque últimamente se está difundiendo como un tipo de bebida para tomar en las fiestas, en forma de chupito.
CHUPITO: (Pequeña cantidad de licor o aguardiente que en España se sirve en vaso muy pequeño y se suele tomar después de comer como digestivo.)
Es importante consumir el limoncello muy frío tras haberlo dejado unas cuantas horas en un congelador, ya que sus 25 grados de alcohol no dejan helar la bebida.
Además de ser una bebida fácil de encontrar, el limoncello se puede también preparar en casa.
¿Quieres saber la forma de hacerlo?
INGREDIENTES Y PREPARACIÓN:
Colocar en un frasco, la cáscara de 6 limones -con la menor cantidad de la parte blanca-, con ½ lts de alcohol puro, tapar, dejar macerar 15 días.
Una vez cumplido ese tiempo, preparar un almíbar con 1 kg. de azúcar común y ¾ lts de agua, un vez que comienza a hervir, dejar cinco minutos hirviendo, apagar, dejar enfriar.
Una vez frio el almíbar, retirar las cáscaras del alcohol.
Unir el alcohol con el almíbar, colar con un colador de tela; envasar en botella de vidrio, tapar bien y colocar el licor en un lugar fresco, dejar reposar, estará listo para degustar en más o menos un mes.
Poner a enfriar en freezer o heladera antes de servir. Acompañar con masitas dulces.
Es delicioso y cumple también la función de digestivo.

