ISABEL, UNA PERUANA QUE DEBEMOS RECORDAR

Por Ernesto Pinto

Es importante resaltar aspectos históricos desconocidos por la mayoría de los peruanos, como la leyenda que habla de Túpac, considerado un gran viajero que trajo sabiduría y un nuevo modo de vida a las islas. Presencié en Hiva Oa el baile del Túpac, que se celebra para recordar la llegada de Túpac Yupanqui. Pero mas interesante  es conocer  la figura de Isabel Barreto, Almirante, Adelantada   Marquesa que vivió en el siglo XVI.

Ernesto Pinto Bayurco ha  escrito este nuevo libro estando en las islas Marquesas. Para recrear, entre otras cosas, las hazañas de Isabel Barreto y su entorno, una mujer heroica y enigmática,  quien partiendo del Perú recorrió distancias mayores que las de Cristóbal Colón en sus afanes de descubridora y conciliadora. 

Recordar a Isabel es, en esencia, un homenaje a las mujeres que se reconocen en Isabel, un personaje de inconmensurables desafíos y grandes éxitos, realizados en historias reales de dimensión universal y que permiten tomar distancia de aquel mundo y encararlo desde una perspectiva de mayor alcance y profundidad: una manera mejor de comprender todo aquello que constituye la vida, enriquecer la perspectiva de los hechos más íntimos, así como un modo más efectivo de superar estereotipos y prejuicios por ideas y valores superiores. Se explica y fundamenta el modo de vida de las parejas bisexuales, y la afanada igualdad de sexos, del tatuaje, y de tantas cosas que siendo antiguas son ahora consideradas «modernas». 

En una época en que se lucha por la reivindicación del rol de la mujer en la sociedad, Isabel, a pesar de haber vivido hace quinientos años, se erige como una figura de vanguardia al asumir un rol protagónico y ejemplar no por sus sufrimientos o ambiciones frustradas, sino por sus esfuerzos y realizaciones. 

Recrea, además, el pasado histórico y geográfico del Perú y sus costumbres, que han permanecido hasta hoy. Una imagen que seguiría en la memoria de los peruanos visionarios como uno de los momentos privilegiados de su historia, de una época cargada por incertidumbres y oscurantismo. 

No es la simple historia de héroes y villanos consagrados por una narración que se repite en las novelas y en libros de historia que olvidan los motivos, ambiciones trasnacionales, que causaron los enfrentamientos entre pueblos; ese histórico reclutamiento de fieles —bandas organizadas de gente que se presentaba como representantes de Dios en la tierra— a una causa que los llevaba incluso a matar a los que discrepaban.

Historia de víctimas y victimarios, en un escenario de tierras ricas y gente pobre donde la minería y el contrabando, tanto como la corrupción, eran mucho más presentes y condicionantes que el sonido de los tambores y el galopar de las velas en los vastos océanos. 

Esta increíble epopeya de una mujer valiente que se enfrenta a todos es mucho más que eso. Protagonizó una hazaña enorme: la expedición que encabezó navegó unas 3.600 leguas marinas, alrededor de 20.000 kilómetros, la mayor distancia recorrida por naves españolas en el siglo XVI.

Atravesó por entero el Océano Pacífico y fue la primera en cruzar ese océano por el hemisferio sur. Y descubrió las islas Marquesas, un archipiélago de la Polinesia.

Como dice el  autor del libro Isabel de los Mares, sus protagonistas conocían el amor, los juegos de la seducción, los secretos del deseo, y habían experimentado —o acaso imaginado— la felicidad y el goce, que el texto del libro evoca con exquisitez. Los amantes se observan, se examinan, se excitan, se desnudan y hacen el amor. También juegan, se disfrazan, se ocultan entre los celajes, y en medio de los fuertes ventarrones y en un mar picado simulan extraviarse llegando a un paraíso ubicado frente al Perú para quizá encontrar algún tesoro escondido

Sin embargo Isabel Barreto sigue siendo una gran desconocida. Y, por si fuera poco, su figura está oscurecida por densas sombras: se la acusa de haber sido una mujer extremadamente cruel, tanto con los miembros de su expedición como con los nativos de las islas que descubrió. Al respecto el autor señala:

Eso no es verdad. Alrededor de ella se dijeron muchas cosas para desprestigiarla. Pero ella jamás mató a nadie. Por el contrario, yo la considero la primera embajadora, la primera diplomática, porque todo lo resolvía a través del diálogo y la concertación. Ella era una chica muy joven, de unos 26 años cuando se casa con Álvaro de Mendaña, quien le triplicaba la edad. Era, claro, un matrimonio por conveniencia. Y se le ha tratado de atribuir los descubrimientos de Barreto a su esposo. Pero la verdad es que él ya no estaba en condiciones de liderar y era ella quien lo hacía.

Entrevista a Ernesto Pinto Bayurco, elcomercio.pe

En este libro podrán conocer la historia de esta gran mujer.

Publicado por Juana Manuela

Empresa destinada a la publicación de textos de difernetes géneros literarios, como así también a la difusión de nuestra cultura latinoamericana.

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