Por Hilda Palermo

Dentro de las atracciones artístico culturales que el Perú está presentando en la Expo Dubái, se encuentran las réplicas de las joyas del Señor de Sipán, gran descubrimiento arqueológico que desde 1987, asombra al mundo.
Este descubrimiento se puede comparar con el de la tumba del faraón Tutankamón, en Egipto, ya que marca un nuevo hito en la historia.

Se han recreado en tamaño natural, a todos los personajes que acompañan al personaje central que es el Señor de Sipán, se han trabajado con la mayor fidelidad posible, todos los ornamentos, el vestuario, la joyería y los objetos de la corte real.
Quienes han ejecutado estos trabajos son los descendientes de aquellos artesanos mochicas, que han proporcionado el mayor grado de fidelidad a las piezas.

El Señor de Sipán fue el hallazgo arqueológico más grande de América y es uno de los hitos en la arqueología mundial. Se trata de un gobernante con categoría de semidios en el período preinca.
La vida de este personaje se sitúa alrededor del año 250 D.C., siendo uno de los principales jefes de la cultura Mochica o Moche.

Se cree que falleció a los 40 años de edad, fue enterrado en un mausoleo en la localidad de Sipán, al norte del Perú, rodeado de toda clase de ofrendas animales y vegetales, además de sus sirvientes, guerreros y concubinas.
Las piezas originales se exhiben en el Museo de Tumbas Reales de Sipán, en la región Lambayeque, con una asistencia estimada de 200 mil visitantes por año, que pueden observar más de dos mil piezas y ornamentos.
Historia de un hallazgo
El descubrimiento de la tumba se dio gracias a los trabajos en la recuperación de gran cantidad de piezas pertenecientes a la cultura Mochica que habían sido extraídas clandestinamente de la Huaca Rajada. Se destaca entre todo lo recuperado, una cabeza humana hecha de oro con los ojos cubiertos en plata. La calidad de las reliquias hizo suponer a los arqueólogos que este lugar ocultaba una tumba de un personaje de gran importancia.

Se halló primero un almacén de ofrendas que contenía más de mil piezas de cerámica, entre coronas de cobre, conchas spondylus y decenas de huesos de camélidos. Luego, se encontró el sarcófago real y con él, cerca de 500 objetos que incluían ornamentos y vestimentas que cubrían al difunto.

De todas ellas, destacaban una corona, pectorales de conchas, una sonajera y protectores de mentón, ojos y nariz; todas bañadas en oro. Al lado del gran Señor, estaban enterrados los esqueletos de ochos personas, las cuales serían de sirvientes, concubinas y guerreros.



Fuentes:
