Por Sergio Juan Coppoli

El 29 de agosto es el día nacional del árbol en Argentina. Con este motivo, propongo un sencillo ejercicio a los lectores. Los invito a dirigirse a la puerta de su casa y mirar hacia el exterior. Observen detenidamente el entorno urbano o rural en el que se alza su vivienda y piensen en todo lo que ha cambiado ese paisaje a lo largo de años, décadas y siglos.
¿Qué ha sido de las arboledas que cubrían las tierras pampeanas, serranas, patagónicas, chaqueñas, mesopotámicas y que pasó con las grandes extensiones de la selva de yungas?

Quedan solo restos: árboles aislados o en pequeños grupos, escasas reservas, algunos bosques, algunas pinceladas de la selva de yungas.
Haciendo referencia a una reserva de monte de espinillos santafesino a la vera del río Carcarañá, el padre de una amiga me comentaba que los agricultores manifestaban, que si por ellos fuera, araban el río. Querían decir, que las topadoras y los arados rápidamente darían cuenta de la reserva, dando lugar a nuevas extensiones de soja. Y así nos va. Toda acción humana afecta el ambiente de una forma categórica y decisiva. La mayor parte de esas acciones, se realizan de una manera irracional y destructiva del ecosistema. Sigamos pensando.

Santiago del Estero era el país de la selva. Los quebrachales cayeron talados en un destino de durmientes de ferrocarril. No se pensó siquiera en replantar, en asegurar quebrachos para el futuro. Y para dar una mayor carga dramática, muchos de esos árboles, hechos durmientes, yacen sosteniendo vías abandonadas hacia un destino de óxido y olvido.
A partir del plan Larkin en la década de los 60 y a partir de ramal que para, ramal que cierra…. frase exclamada por alguien que, proveniente de la Rioja, otra provincia forestalmente devastada, se dedicó a cerrar ramales, aislar pueblos y dejar ferroviarios desocupados. Quedaron así, vías y vías abandonadas y esos durmientes de quebracho, duermen un sueño que más que sueño es una pesadilla.
La primera vez que fui a Salta, el tren avanzaba a través de una selva exuberante de la que hoy solo quedan unos pocos manchones en medio de tabacales, cañaverales y gigantescas extensiones de soja.
Pensemos, si, pensemos en los árboles, nuestros pulmones verdes de auxilio y pensemos en que podemos hacer para una economía más racional, que permita, comer, beber agua, respirar y no desfallecer de calor.
Y pensemos también que la historia, tanto la historia personal, la de cada uno de nosotros, como la historia nacional, puede ser escrita en relación con árboles.

Algarrobo, algarrobal
Que gusto me dan tus ramas
Cuando empiezan a brotar
Señal que viene llegando
El tiempo del carnaval
“Algarrobo algarrobal” – Obra de: Juan Mamerto Ponferrado / Lia Cimaglia Espinosa
Y si de algarrobos hablamos, en San Luís y en inmediaciones de Merlo, el tronco y las ramas del algarrobo abuelo resisten victoriosas el paso del tiempo. No se sabe con certeza si tiene 800 o 1200 años de antigüedad, los expertos lo discuten. El anciano venerable sigue brindando vainas de algarrobo, recuerda siglos de historia y el terror que le generó ver pasar a su vera y descansar a su sombra a esos hombres con pecheras y gorros de metal, montados en bestias, como demonios del mal. Pero también recuerda que bajo su protección, se reunieron los hombres que envió el Gobernador Dupuy para incorporarse al Ejército de los Andes. Entre ellos, Pringles, el león de Chancay.

Y si de algarrobos se trata, un antiguo Algarrobo en Campo Santo dio descanso y sombra al Gral. Belgrano, a su ejército derrotado y a quienes protagonizaron el Éxodo Jujeño. Tiempo después fue atada a su tronco, castigada por los realistas, la patriota doña Gertrudis Medeiros de Cornejo; una quebradura recientemente sufrida en la añosa madera por el paso del tiempo y el descuido, permitió contemplar el hierro donde podría haber estado sujeta.
Seguimos con don Manuel Belgrano. En su paso por Misiones, descansó a los pies de un sarandí ubicado sobre la costa del río Paraná en la zona de Candelaria. En el año 2003, el sarandí fue llevado al centro de Candelaria por la elevación de la cota de la represa Yacyretá.
En Córdoba, en la localidad de Sarmiento, hay un algarrobo donde Quiroga tomó sus últimos mates, poco antes de ser asesinado en Barranca Yaco por Santos Pérez, aquel que si hubiera tenido miras más altas, hubiera sido otro Quiroga, según Sarmiento, pero solo pudo ser su asesino. Hay que leer a Sarmiento, se lo valore o se lo deteste. Miren como se unen aquí, en ironía de la historia, Sarmiento y Quiroga. Es que allí se encontraba la posta de Los Talas y Quiroga se detuvo para que cambien la caballada de la galera.

En inmediaciones de Cruz Alta, provincia de Córdoba también, en el llamado Monte de los Papagayos o de los Chañarcillos fue fusilado Liniers, el héroe de la reconquista de Buenos Aires. Fiel a la corona española, se alzó en armas contra la junta de mayo y a Moreno y Castelli no les tembló la mano en su fusilamiento. Los chañares fueron testigos del fin del héroe de la reconquista y el primero en levantarse contra la revolución.
Y si de fusilamientos hablamos, en la Provincia de Buenos Aires, en inmediaciones de Erezcano y a muy poca distancia del Arroyo del Medio que la separa de la provincia de Santa Fe, está el ombú de Cullen. Allí fue fusilado Domingo Cullen por orden de Rosas. Don Juan manuel lo acusaba de complotar con la flota francesa. Don Domingo buscó refugio con su compadre Ibarra y este finalmente lo entregó al Restaurador: una recomendación de ponerse medias gruesas de lana porque le iban a colocar grillos en las piernas, fue la amable despedida….

Y San Martín tiene sus árboles históricos. En la marcha veloz hacia San Lorenzo, descansó bajo las copas de un ombú en San Antonio de Areco, de otro ombú en Rosario y bajo el Pino de San Lorenzo, donde redactó el parte de la victoria, buscando refugio a su sombra en ese caluroso febrero.
En Villa Allende, Córdoba, está el nogal histórico de Saldán. Se hallaba en la estancia donde reposó y se recuperó San Martín de su salud deteriorada, antes de iniciar su gobierno en Cuyo y preparar la expedición a Chile y Perú. Allí conferenció con José María Paz y con Pueyrredón, delineó sus planes libertadores y logró la colaboración de este último para la gran empresa.

Bajo un cebil, en la Cañada de la Horqueta, halló refugio Güemes en su larga agonía. Allí lo atendió un médico, dio sus órdenes, atendió y rechazó las ofertas de los enviados de Olañeta e hizo jurar a sus hombres, con el francés Vidt a la cabeza, que no iban a abandonar la lucha hasta que la tierra fuera libre.

Un aguaribay en San José de la Dormida, vio pasar todos los ejércitos libertadores y los ejércitos y montoneras de las guerras civiles.
Bajo el llamado aromo del perdón, Manuelita Rosas, cebaba mate a su padre y pedía clemencia para alguno de los condenados por el duro gobernador de la provincia de Buenos Aires. Era muy convincente Manuelita. Para no perdonar al cura Ladislao y a Camila O Gorman, dicen que su padre, ese día no aceptó los mates.

Árboles, árboles, árboles que se siguen talando, quemando y arrasando con topadoras. No solo la amazonia se incendia. En el norte se tala monte y selva, en el centro los incendios arrasan hectáreas de bosque nativo en Córdoba, en el litoral se incendian los humedales de las islas del Paraná y el humo ahoga las ciudades, en el sur talan, abren caminos y claros en los bosques de pehuenes, para proyectos inmobiliarios y vuelven a correr de sus tierras al pueblo nación mapuche.
Justamente, atender el reclamo de los pueblos originarios y el reconocimiento de tierra colectiva para las comunidades, es uno de los pasos más importantes para la conservación de los ecosistemas y por supuesto, de los árboles que en ellos se levantan hacia el cielo.
Debemos bregar para que la ley de bosques nativos se cumpla, implemente y haya presupuesto y medios para su ejecución; lo mismo para la ley que impide la construcción en zonas de montes o bosques incendiados. Y es urgente el tratamiento y sanción de la ley que protege los humedales, para lo que una gran movilización por el río Paraná concluyó en Plaza de Mayo y en el Congreso recientemente.



