HEROÍNA DEL REGIMIENTO DEL GENERAL.BELGRANO
Por Mary Dib Ashur

María Kumbá era una mulata bastarda, toda fuego y coraje, señalada como sacerdotisa entre los de su raza.
En las calles de Buenos Aires, conoce por azar a Manuel Belgrano. Desde entonces será su sombra fiel, una presencia habitual en las campañas al Paraguay y al Alto Perú.
Nadie puede prescindir de su mano experta en hierbas medicinales y en consuelo maternal. Y menos que nadie Gregorio Rivas, hijo de un próspero comerciante tucumano y de una india, que abandona los negocios paternos por la literatura y el periodismo, que profesa por ella un amor tan grande como el rencor que siente por Belgrano., Rivas se enrola en el Ejército en misión secreta.
Son tiempos difíciles, en los que empiezan a dividirse las aguas entre porteños y provincianos.

La mulata María Kumbá, hija de una esclava del barrio del Tambor, acompaña a las tropas empuñando el fusil como el soldado más aguerrido, cose uniformes, hace empanadas, cura a los heridos con sus yuyos, emplastos y conjuros aprendidos en el culto de Orishá, y cierra los ojos de los muertos. María Kumbá, ya vieja y pobre, sobrellevando el malestar de la herida recibida en Ayohúma, cuenta sus recuerdos a un interlocutor mudo e invisible que recoge su más conmovedor testimonio: ella siguió a Belgrano en sus campañas -también la del Alto Perú- pues estaba secretamente enamorada del rubio y apuesto general.
Gregorio Rivas, obsesionado a su vez por la sensualidad de la mulata, sabía de la devoción de ésta por su enemigo y los celos reforzaron el rencor, un sentimiento de furia que llegará a ser deseo de destrucción.
Por sobre la trama de pasiones en pugna, a las que no son ajenos los tradicionales conflictos entre porteños y provincianos, se destacan la fidelidad y la ternura de esa sombra enamorada de Belgrano que es María Kumbá, hermoso y rico personaje, heroína inolvidable que consagra su existencia al servicio de la patria y de un amor imposible.

La comida en la historia argentina
¿Por qué la comida en la historia? ¿Qué cosas nos puede revelar el saber, por ejemplo, qué comían los próceres?
Como muchos de esos aspectos secundarios a la historia más conocida o estudiada, la comida tiene una serie de elementos que nos permiten recrear las escenas del pasado. Por ejemplo, podemos imaginar -por lo menos a mí me ocurrió a partir de la investigación- a los trece hermanos Belgrano; Manuel y sus doce hermanos, sentados a la mesa, la mayoría de ellos con la mano, compartiendo seguramente los vasos e inclusive tomando una sopa o un caldo de un mismo recipiente entre varios.

¿No se estilaba usar cubiertos?
No, sólo las principalísimas familias con buen poder adquisitivo lograban tener una cantidad importante de vajilla. En general, cuando alguien hacía una reunión, un banquete, tenía que pedir vajilla prestada a los vecinos. Me pareció interesante ver que por el 1800 muchas de las familias de nuestro territorio no comían de la manera, “en forma civilizada” como en la actualidad .
¿La dieta era poco variada?, ¿muy carnívora? ¿Se comía fruta?
Era muy carnívora. Si bien en nuestro territorio hubo largas temporadas de hambruna, la llegada del ganado vacuno y su multiplicación hizo que en un momento hubiera tanta carne que cuando alguien tenía hambre directamente mataba a una vaca que andaba suelta por la calle.
Hay que tener en cuenta que la conservación de la carne obligaba a la utilización de mucha sal. Por lo tanto, la carne del 1800 quedaba muy, muy salada. Y eso se notaba en el gusto al cocinarla, por ello era habitual que se usara durazno, pulpa de durazno fresco o en algunos casos, orejones.
Así se entiende la costumbre de ponerle durazno al guiso.

El guiso con durazno, exactamente. El durazno fue la fruta por excelencia en aquel tiempo. Había plantaciones de durazno tanto hacia el Norte, como el Sur y el Oeste. Llegaban cargamentos de duraznos, por ejemplo de San Pedro; el Cabildo abría la caja y los funcionarios probaban los duraznos, como una operación fundamental, y decidían si ya estaban listos para la venta o no.
Es decir que el durazno fue el gran postre del 1800.
Después, ya con el tiempo, se impuso el membrillo; el dulce de membrillo con queso. El queso y dulce, que originalmente era con membrillo, se llamaba postre nacional y fue por décadas el gran postre de los argentinos. Era muy económico.
La batata, cuya preparación era un poco más complicada, se instaló más tarde.

Después, ya con el tiempo, se impuso el membrillo; el dulce de membrillo con queso. El queso y dulce, que originalmente era con membrillo, se llamaba postre nacional y fue por décadas el gran postre de los argentinos. Era muy económico.
La batata, cuya preparación era un poco más complicada, se instaló más tarde.
O sea que la discusión entre batata y membrillo la gana membrillo, por lo menos por antigüedad.
Por antigüedad la gana el membrillo. Y no sólo por antigüedad, sino que cuando uno dice «postre nacional», como se decía en aquel tiempo -los uruguayos incorporaron el nombre de postre Martín Fierro, era definitivamente el membrillo.

BUDIN RELLENO CON DULCE DE MEMBRILLO
PREPARACIÓN:
Batir 150 grs de manteca pomada, con una taza de azúcar, hasta que tome punto crema,- o sea este disuelta el azúcar.
Continuar batiendo e ir agregando 3 huevos de a uno por vez.
Luego incorporar 2 tazas de harina leudante intercalando la misma con leche –la leche cantidad necesaria- hasta formar una pasta homogénea, saborizar con esencia de vainilla y ralladura de limón o naranja.
Una vez que la preparación este lista, colocar en 2 molde para budín, –tamaño mediano-.
Cortar en trocitos chicos y chatos, dulce de membrillo, cantidad al gusto, colocar estos pedacitos sobre la mezcla del budín, empujarlos un poquito hacia adentro, (no mucho porque se hundirían al fondo), cocinar en un horno previamente calentado a 180°, más o menos a los 40 minutos, controlar su cocción con un palito brochette o un cuchillo, debe estar seco por dentro, una vez dorado, retirar, espolvorear la superficie con azúcar impalpable.
Servir acompañado de un café o un té………

